HOY DÍA CÓRDOBA dialogó con Marta Pena de Matsushita, Doctora en Ciencia Políticas, y profesora de la Universidad de Doshisha, Japón, sobre el estado de las relaciones entre China y el país del sol naciente.
– Podría contarnos sobre su historia de vida tan particular. Usted nació y estudió en Argentina, pero terminó en Japón, ¿Cómo sucedió esto?
– Nací y me crié en aquel lugar que con justicia llamamos la tierra del buen sol y del buen vino”, Mendoza. Soy hija de la escuela pública argentina y me enorgullezco de ello, porque fue en ese ámbito en el que adquirí las herramientas intelectuales y de formación humana que me permitieron desempeñarme con éxito en un medio muy cerrado para los extranjeros y las mujeres, como lo es el mundo académico japonés. Elegí una carrera de profundo interés, pero de difícil salida laboral como es Ciencias Políticas, siendo precisamente en el medio elegido que se produjo un encuentro que cambió mi vida. Hiroshi Matsushita, estudiante de un doctorado de la Universidad de Tokio, vino a la Universidad de Cuyo como estudiante de intercambio, naciendo entre nosotros una relación que culminó en una boda, y en mi viaje a Japón recién casada.
– Uno de sus temas centrales de investigación es la cuestión de género. ¿Cómo se desarrolla en Japón y en cuanto difiere del caso chino?
– El tema del género y sus proyecciones tiene como brújula la realización de la igualdad, lo que entra en una categoría de bien deseado”, aquello que se desea alcanzar sin lograrlo nunca. Vivir en Japón, sociedad de extraordinario progreso tecnológico, fuerte conservadurismo social e intensa conciencia de las diferencias de género, fue todo un desafío que me llevó a indagar y volcar lo conocido y lo sentido en mis libros. Tal como lo expresé entonces, la participación económica y política de la mujer crea una situación de incongruencia de status”, dado que si bien Japón figura entre los primeros puestos del mundo por su desempeño en economía, tecnología y ciencia, ocupa uno de los peores en la escala de participación igualitaria de la mujer. Pese a que la mujer participa en términos laborales, lo hace en trabajos inestables y mal remunerados, mientras se mantiene a muy bajos niveles el porcentaje de ejecutivos femeninos en las empresas y en el sector público. Políticamente las posiciones de liderazgo son ocupadas por los hombres en amplia mayoría.
En el caso chino la brecha de género fue menor. Sin embargo, las reformas que han conducido a China hacia una economía de mercado han generado una caída de la participación y aumento de la brecha de género. Esos cambios aumentaron las desventajas de las mujeres por la doble carga del trabajo y el hogar. Sin embargo, China supera a Japón en términos de esfuerzos realizados. En 2015 China organizó la Cumbre Global de la Mujer, y sigue siendo el país con mayor participación en la fuerza laboral en el mundo (un 48,8% de mujeres en trabajos profesionales y técnicos y un 54,9% de médicos). Lo mismo puede afirmarse en el campo empresarial: China exhibe un 55% de ejecutivos femeninos en el sector de internet y 25% en otras empresas (en 1995 era sólo de un 10%).
– La relación de los chinos y los japoneses no ha sido fácil desde el siglo XIX, y estuvo cargada de fuertes conflictos. ¿Cómo ve hoy estas relaciones?
– Si la más importante relación en el mundo es la de Estados Unidos y China, la primera y la segunda economía del mundo, la de China y Japón es sin duda la segunda en significación internacional, como lo dijo con acierto Ezna Vogel. La relación tiene 1.500 años y podría afirmarse que es la más larga del mundo entre dos países. Como factores positivos hay que recordar la proximidad geográfica, la deuda cultural que Japón sin duda tiene respecto de China, donde está el origen de muchas expresiones tradicionales”, por empezar la escritura ideográfica y la complementariedad de recursos. Por el contrario, como elementos de conflicto está la divergencia en la interpretación de la historia, las disputas territoriales y la modalidad de la relación con Estados Unidos. En el primer aspecto, los grandes temas de conflicto son la manera en que los textos de historia de Japón enseñan sobre la invasión a Mongolia y China, las visitas de políticos y miembros del gobierno al templo de Yasukuni, donde están entronizados los criminales de guerra de Japón, y el tema de las mujeres confort”, obligadas a trabajar como esclavas sexuales para el personal militar.
– Hablando en términos económicos ¿cómo se definen los intercambios comerciales entre ambos países?
– China es el principal socio comercial de Japón, representando el 20% del volumen de su comercio exterior. Japón tuvo una participación activa en la modernización económica de China, mediante la transferencia tecnológica y el entrenamiento de mano de obra. Fue Konosuke Matsushita, presidente de Panasonic, el promotor de las inversiones en China, que dieron como resultado la presencia de 23.000 empresas japonesas en ese país. No menos importante es el intercambio de estudiantes, ya que de los 300.000 que están matriculados en universidades japonesas, 115.000 son chinos. Decisivo es también el hecho de que los chinos constituyen la primera minoría nacional de Japón.
Suelen calificarse las relaciones chino-japoneses como frías en lo político, y calientes en lo económico”. No se puede decir que Japón esté alejándose de EEUU y acercándose a China, sino que se siente más cómodo acercándose a democracias, como los EEUU. Es intensa la preocupación de Japón por el rearme militar chino y las actitudes de barcos chinos en el Mar del Sur de China. En general los japoneses tienen una pobre opinión de China y no desperdician oportunidad de señalar las diferencias positivas en favor del carácter nacional japonés, enfatizando la rudeza de costumbres, falta de honestidad y baja confiabilidad que caracterizarían a los chinos. Ese sentimiento de antipatía se intensificó al ser desplazado por China como segunda potencia económica mundial.