Si acaso los números de la pandemia de Covid-19 fueran solo eso, la realidad no sería tan cruel. Pero detrás de las cifras hay vidas perdidas, desesperación y, muchas veces, injusticia. El mundo es hoy un poco más injusto que el que conocimos antes de la pandemia.
Y es, además, un espacio aún más patriarcal y capitalista. Es que mientras millones de mujeres, a nivel global, perdieron una cifra cercana a los 800.000 millones de dólares, 9 hombres emergieron en la lista de híper ricos de Forbes, gracias a la producción y comercialización de vacunas.
Según el Foro Económico Mundial, con sede en Davos, entidad financiada por las empresas más poderosas del mundo, antes de la pandemia se necesitaban alrededor de 99 años para cerrar la brecha económica entre mujeres y hombres. Hoy, más de 135 años.
Es que, a nivel global, fueron las mujeres las más afectadas por la pandemia de coronavirus. Según un informe del Comité Oxford de Ayuda contra el Hambre (Oxfam), solo durante 2020 y a raíz de la pandemia, 64 millones de mujeres perdieron sus empleos.
El informe indica que, a lo largo y ancho del mundo, las mujeres ocupan la mayoría de los sectores precarios y mal remunerados de las economías, sobre todo sectores como el comercio minorista y los servicios alimentarios que fueron los más afectados.
Los efectos durarán años. Unos 47 millones de mujeres pasarán a vivir en la pobreza extrema este año, obligadas a sobrevivir con menos de dos dólares diarios. Pero serán aún más pobres las mujeres negras: una de cada seis no tendrá para comer muchos días al año.
Al otro lado de la pirámide, los servicios de comercio vía web, pero sobre todo las farmacéuticas y laboratorios se adueñaron de gran parte de esos 800.000 millones que perdieron mujeres anónimas.
Amazon, de Jeff Bezos -hasta ayer el hombre más rico del mundo-, ganó US$ 700.000 millones en capitalización de mercado en 2020.
Oxfam cuenta que en la lista de híper ricos, hay 9 recién llegados: son dueños o ejecutivos de laboratorios que comercializan vacunas contra el Covid-19. Cuatro pertenecen a Moderna, tres a CanSino, uno a BioNtech y uno a ROVI.
El 1 de diciembre último, cuando los principales laboratorios solicitaron a la FDA (Food and Drug Administration, la administración centralizada y autorizadora de nuevos fármacos en los Estados Unidos) la aprobación de sus vacunas, el índice de la Bolsa de Nueva York tocó sus máximos históricos. El mercado nunca ponderó que esos desarrollos, en su gran mayoría, se habían realizado con dineros públicos.
De hecho, las investigaciones de Moderna han sido financiadas por diferentes entidades del gobierno de los Estados Unidos. Fundada en 2010, con el objetivo de obtener desarrollos concretos en torno al descubrimiento de lo que se llama ARN mensajero”, Moderna solo tiene un producto comercial: la vacuna contra el Covid-19.
Sin embargo, el director ejecutivo de la compañía, Stéphane Bancel, pasó a tener, según Forbes, unos US$ 4.300 millones. Timothy Springer, inmunólogo e inversor fundador, un poco más de la mitad: unos US$ 2.200 millones. Noubar Afeyan, presidente de Moderna, posee 1.900 millones y Robert Langer, científico e inversor fundador, US$ 1.600 millones.
ROVI es la empresa encargada de fabricar y empaquetar las vacunas de Moderna. La fortuna de su presidente, Juan López Belmonte, llegó a US$ 1.800 millones.
Unos US$ 400 millones invirtió el gobierno alemán en el desarrollo de la vacuna contra el Covid-19 de BioNtech y Pfizer. Ugur Sahin, fundador e investigador nacido en Alejandría y residente en Alemania, es su director ejecutivo y cofundador de BioNTech. Su fortuna es hoy de unos US$ 4.000 millones.
CanSino Biologics es China. Fundada en 2009, dice estar desarrollando 16 vacunas para diferentes enfermedades. Sin embargo, hasta 2020 solo poseía una: contra el ébola. Zhu Tao, su director científico tiene una fortuna valuada en US$ 1.300 millones, Qiu Dongxu, cofundador y vicepresidente unos 100 millones menos. Y con apenas US$ 1.000 millones cierra la lista Mao Huihua, su vicepresidente.
Tanto en la riqueza de unos como en la pobreza de otros, la clave parece estar en el modo en que los Estados distribuyen los recursos. Dice el informe de Oxfam: Aunque algunos gobiernos han tomado medidas positivas para abordar la situación económica de las mujeres y su seguridad social, como la inyección de $ 39.000 millones por parte de la Administración Biden en el sector de la puericultura, o la nueva legislación argentina que ofrece horarios de trabajo flexibles para priorizar el cuidado de niños o discapacitados, la respuesta sigue siendo extremadamente insuficiente”.
Heidi Chow, directora senior de políticas y campañas de Global Justice Now, no se resigna: Mientras miles de personas mueren cada día, es absolutamente repugnante que el Reino Unido, Alemania y otros quieran anteponer los intereses de los multimillonarios propietarios de las grandes farmacéuticas a las necesidades desesperadas de millones”. Días atrás el presidente de EEUU, Joseph Robinette Biden, propuso liberar las patentes de vacunas: Lo respaldaron más de 100 países. Los hombres de los laboratorios permanecen en silencio. Millones de mujeres nunca serán escuchadas.