Cambios civilizatorios

La civilización occidental enfrenta signos de declive, mientras el Indo-Pacífico gana protagonismo. ¿Estamos ante un cambio civilizatorio global?

Cambios civilizatorios

En una nota de 2024 –Ascenso y caída de las civilizaciones- recuperaba los estudios de Arnold J. Toynbee (1889-1975) que afirmaba que “las civilizaciones se hunden debido al nacionalismo, el militarismo y la tiranía de una minoría despótica”. Nada describiría mejor lo que ocurre en estos días en la civilización judeo-cristiana occidental que impuso distintos modos de colonialismo desde países centrales hacia los periféricos. La evidencia del resurgimiento de la civilización del indo-pacífico plantea la pregunta ¿Cómo se modificará el mundo en las próximas décadas habida cuenta de esta irrupción?

Toynbee especulaba sobre la sobrevivencia de nuestra civilización judeo-cristiana occidental creada por la intervención de la Iglesia Católica a mediados del milenio pasado, podría reconducirse si “responde a los desafíos….y sus líderes comienzan a responder creativamente”.

Otro estudioso de las civilizaciones Walter Mignolo señala que China y el lejano oriente son “el monstruo que se escapó del laboratorio” y está desarrollando un cambio civilizatorio capaz de emanciparse de la civilización occidental, tras ser sometida por occidente en el siglo XIX y principios del XX con la guerra del opio –muy parecida a la invasión de fentanilo que EEUU les acusa- y un colonialismo duro.

Es que occidente vive una crisis de su modelo colonial, que dejó de ser territorial cuando Europa perdió recientemente en África, renunció a golpes de estado en Latinoamérica, que ha cambiado con intervención en sus elecciones, control social por medios masivos, concentración empresarial o a través de deudas impagables impuestas a países periféricos.

Donald Trump es un emergente de esa crisis, que ha cambiado los modos de relación con sus aliados y adversarios, desde el modo diplomático y soterrado de las últimas décadas a negociaciones basadas en amenazas y castigos que dejan heridas profundas o resquemores que no serán fácilmente solucionables, más allá de algunos acuerdos perentorios.

Las crisis que provoca especialmente con sus aliados, se dan en un contexto en el que China sigue planteando relaciones de cooperación ganar-ganar en términos comerciales, inversiones y tecnologías, que así tiene ante sí una oportunidad única de minimizar los miedos y conflictos con sus vecinos regionales –especialmente por el dominio del Mar del sur de China- que están reconsiderándolos.

No se trata que olviden su problema con China, pero eso no obsta para que Japón, Corea del Sur, Vietnam, Malasia, Camboya, Laos, etc. se reúnan con China y no casualmente Japón y China salgan juntos a vender Bonos del Tesoro de EEUU –son los mayores tenedores globales- que afecta gravemente a Trump, por lo que a pesar de sus bravuconadas –afirma que son “ellos” los que buscan un acuerdo- está disminuyendo su beligerancia arancelaria.

La emergencia de Donald Trump parece poco importante para provocar un cambio civilizatorio, y aunque lo es como muchos otros, puede ser el punto de inflexión que como la peste produjo la caída del mundo antiguo y el Imperio romano de oriente a principios del milenio pasado.

Pero existen muchos otros hechos verificables que son indicios de un cambio en la civilización en judeo-cristiana occidental.

El cambio producido a escala geopolítica y humana por el Papa Francisco en temas como las relaciones interreligiosas, la emigración forzada por guerras generadas por occidente, la opción por los pobres, el cuestionamiento al capitalismo financiero y su neocolonialismo, etc., que se ratifican con la elección de León XIV en la cúpula eclesiástica ha decidido por su continuidad, son indicios de un cambio civilizatorio desde la iglesia que produjo para bien o para mal, la actual configuración de la civilización judeo-cristiana occidental.

El éxito mundial de películas y series como Joker, El Eternauta, Black Mirror, Adolescencia, etc., que exploran y cuestionan los sistemas e implicaciones sociales y morales de la tecnología y las soluciones individualistas, también es un indicio de que algo está cambiando en la sociedad occidental y global.

Mientras tanto la nueva civilización indo-asiática más allá de China, apuesta por relaciones comerciales ganar-ganar, sin amenazas, invasiones o intervenciones en los gobiernos, legislaturas o poderes judiciales de los países en donde se asocian invirtiendo en infraestructura, transferencia de tecnología, etc.

Reitero que, no se trata que estos países piensen ingenuamente que sea imposible que alguna vez China intente actuar como actúan los países centrales de la civilización judeo-cristiana occidental con los países periféricos, pero es claro que por ahora sus pretensiones no son esas y la iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda lo demuestra claramente

Así la ASEAN (la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (en inglés: Association of Southeast Asian Nations) que constituyen Brunéi, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Singapur, Tailandia, y Vietnam está abriendo sus puertas a una asociación comercial con China.

También los gobiernos y votantes de países tradicionalmente pro occidentales –Japón, Australia, Nueva Zelanda, etc.- pro occidentales de la región indo-pacífico están reformulando sus estrategias geopolíticas reestableciendo relaciones con países de la región –especialmente China- y decenas de países emergentes de occidente, medio oriente, África y Latinoamérica piensan, han pedido o han sido aceptados por los BRICS.

Mientras tanto Europa está levantando las restricciones mutuas con el gigante asiático que hasta hace poco demonizaba, en medio de la batalla arancelaria desencadenada por Trump desde EEUU, pero que desde el gobierno de Biden buscaba atraer a empresas europeas con la “Inflation Reduction Act” (2022) que establece un fondo para incentivos fiscales y ayudas directas especialmente en empresas farmacéuticas y energías limpias que incluye automoción, dos rubros claves de la economía europea.

A mi juicio son demasiados hechos o indicios de un cambio civilizatorio que producirá crisis y cambios sustanciales endógenos en la civilización judeo-cristiana occidental y en su relación con el resto del mundo. ¿Será así?

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