Decisiones locales

Por Eduardo Ingaramo

Decisiones locales

Los comportamientos colectivos son multicausales, pero en cada circunstancia las causas no son igualmente importantes. Es claro que los ciudadanos no votan igual en elecciones nacionales, provinciales o municipales y particularmente en Córdoba las intervenciones fuertes de políticos de otras jurisdicciones afectan la intención de voto.

En las pasadas elecciones provinciales, la afirmación de Luis Juez respecto que la pretendida alianza entre Horacio Rodríguez Larreta y Juan Schiaretti “afectó negativamente su candidatura”, fue sutilmente contradicha por Rodrigo de Loredo en una entrevista en la que dijo “la intervención de Rodríguez Larreta hizo reaccionar a los radicales del interior, llenando las urnas”. Lo cual es más verosímil –Juez sacó menos votos que sus legisladores- que la afirmación de su candidato a gobernador.

Por otra parte, contradiciéndose a sí mismo, en estos días los equipos de Luis Juez han comenzado a trabajar por Rodríguez Larreta que lo habría perjudicado y contra la candidatura de Patricia Bullrich, que lo habría protegido. Toda una autodefinición.

Antes, en las elecciones provinciales donde ganaron candidatos opositores al gobierno provincial de turno –Neuquén y San Juan- los precandidatos presidenciales de JxC se atribuyeron el triunfo, más allá de que en Neuquén el electo gobernador proviene del Movimiento Popular Neuquino y se reunió con Sergio Massa dos días después. En San Juan, las internas peronistas, las contradicciones de Sergio Uñac con su candidatura –por la intervención de la Corte Suprema- y la designación de su (hermano) sucesor produjeron el triunfo de Marcelo Orrego, sin mérito alguno de los candidatos nacionales que se la atribuyen.

Tampoco en San Luis, en donde la pelea fratricida de los Rodríguez Saá abrió la puerta a Poggi –ex gobernador por mandato de Alberto y Adolfo- y en Chubut, donde Alberto Weretilneck, de Juntos Somos Río Negro, un frente variopinto de radicales y justicialistas, duplicó al candidato del PRO, y dos días después se reunió con Massa.

La semana pasada, en Santa Fe los precandidatos nacionales de JxC y de Unión por la Patria capitalinos eligieron “en contra de Omar Perotti”, lo cual puede ser cierto por su pasividad en el gobierno y la campaña, pero sin considerar que el peronismo santafesino fue gobierno en 2019 -después de 12 años de gobiernos socialistas y luego que Jorge Obeid eliminara la “ley de lemas”- con 42,31%, pero con el candidato Antonio Bonfatti –Partido socialista/Frente progresista- con 37,91% y Juan Manuel Corral –UCR/Cambiemos- con 19,78%, o sea un total de 57,69%, los que en esta elección concurrieron juntos. Por lo que resultaba previsible que ganaran cómodamente.

El triunfo de Maximiliano Pullaro –que ignoró las acusaciones de Carolina Losada, apoyada por Patricia Bullrich y Mauricio Macri-, provincializó la elección, la caminó mucho más que sus oponentes y no dejó ver demasiado a Rodríguez Larreta en su campaña- muestra hasta qué punto los precandidatos presidenciales de su frente, son contraproducentes en las elecciones provinciales.

Montado en ese triunfo, pero ante la evidencia de la potencia de Hacemos Unidos por Córdoba en la Capital, De Loredo ha procurado en la última semana nacionalizar la elección, especulando con que eso le ayudaría, pero sin considerar que nuevamente Schiaretti contraataca con una posible alianza con Rodríguez Larreta en el ballottage, que contradice sus afirmaciones sobre que Llaryora “acordaría con Massa y el kirchnerismo”.

La propuesta de “municipalizar la policía” que hizo De Loredo duró lo que un puñado de agua, ante el rechazo de todos los ámbitos académicos, judiciales y vinculados a la seguridad.

Así planteadas las cosas, el comportamiento colectivo de los ciudadanos cordobeses tenía dos opciones.

La primera, votar priorizando al desconocido Daniel Passerini como continuador de la evidente buena gestión de Llaryora, al menos en relación a la de Ramón Mestre, y su apertura hacia “el partido cordobés” con la incorporación de dirigentes radicales (Mirian Prunotto) y del PRO (Javier Pretto) excluidos por JxC.

La segunda, votar como si fuera una elección nacional priorizando el evidente anti kirchnerismo cordobés, a pesar que el kirchnerismo quizás no por casualidad, no presentó candidatos en la ciudad.

Los resultados reflejan que las elecciones colectivas ciudadanas diferencian claramente entre jurisdicciones, tipos de elección y aspectos mucho más sutiles que lo que indican las encuestas, los medios masivos oficialistas y opositores –controlados desde CABA- y los precandidatos capitalinos que intentan aprovechar los resultados del interior sin ser parte de esos territorios.

El menosprecio de los criterios valorativos de los ciudadanos es sin duda gran parte del divorcio de representatividad entre los partidos nacionales, que no logran sostenerse, y la continuidad de los gobiernos provinciales y municipales que los escuchan más.

Los resultados en la ciudad y provincia de Córdoba demuestran que las elecciones ciudadanas responden a los estímulos diarios de gestiones que atienden aunque sea en parte sus intereses.

La baja participación es atribuible a muchas causas, entre ellas el desafortunado comunicado de la Junta Electoral Municipal, pero es dable preguntarse ¿cuántas veces desde la vuelta de la democracia pudimos conocer un solo caso de sanción económica por la ausencia no justificada en las elecciones?

Es claro que los últimos cuatro años de gestión en todos los ámbitos y todos los países, no han sido fáciles para los gobiernos locales, provinciales y nacionales que afrontaron la pandemia y en nuestro caso otros flagelos, como deudas y sequías, con la consecuente concentración de la riqueza y el aumento de la pobreza.

Pero ante esa evidencia la política sólo recurrió a los medios masivos y las redes antisociales para comunicarse con sus representados a los que hablan con voces cada vez más desencajadas, sin el cara a cara, ni la capacidad de escuchar y abrazar.

Será hora que los Estados, los partidos y frentes que los administran usen el tiempo que tienen para construir redes humanas –no virtuales- que sueñen y trabajen por mejorar sus casas, sus aldeas, su país y el mundo que compartimos, de modo que seamos cada vez más responsables de nuestro propio destino.

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