Día del Himno, ¿y si juramos con gloria vivir?

Por Fermín Bertossi, experto en cooperativismo

Día del Himno, ¿y si juramos con gloria vivir?

Cuando son antiguos los laureles que “otros” supieron conseguir; cuando lejos de vivir coronados de gloria por el legado de libertad, magnanimidad, ejemplaridad y recursos naturales recibidos, mezquinamos por acción u omisión nuestro esfuerzo personal y entrega cotidiana, precisamente ahí extraviamos nuestro nacionalismo identitario, dando origen a nuevas cadenas estructurales de sometimiento, desigualdad, pobreza e indigencia.

Cuando nos sentimos decepcionados por estos cuarenta años de democracia, sobreviviendo heridos y agobiados por una inflación en demasía, habitando un país con su moneda indefensa, nuestras vidas se impregnan de ascuas y dolor.

Cuando la identidad nacional, la idoneidad y la transparencia no son un activo compromiso, ni el bien común una pasión compartida; sin eufemismos estamos atrapados, reculando indignamente al permitir desconectar derechos y libertades, entusiasmos y esperanza, como esos tantos jóvenes que emigran desde Ezeiza.

Cuando el diálogo y los consensos se fueron diluyendo, resulta difícil conservar la esperanza en aquella Nación que tan noble, heroica, altruista y cabalmente nos legaron los progenitores de la misma.

La esencia nacional y la sabiduría democrática constitucional, renovadamente nos convocan, sin demora, a una nueva y pacífica emancipación nacional, mediante una ecuánime y equitativa encarnación del “ved en trono a la noble igualdad”.

Puntualmente, Martin Fierro, protagonista gaucho independiente, heroico y sacrificado según la pluma de José Hernández, virilmente nos canta su lucha por la libertad contra las adversidades y la injusticia de entonces.

Sin dudas, el Martín Fierro está considerado como el más fiel retrato de nuestra identidad nacional a través de su protagonista, el cual refleja como ninguno nuestras autóctonas raíces argentinas.

A propósito, José María Rosa vio en “El Gaucho Martín Fierro” una interpretación precisa de la historia argentina, en tanto, Leopoldo Lugones, en “El payador”, calificó al poema del Martin Fierro como “el libro nacional de los argentinos”, reconociendo al gaucho su calidad de genuino representante del país y emblema de la argentinidad trabajadora.

Ante tanta corrupción y desigualdad actual, ¿cuánto realismo, clarividencia, sabiduría, equidad y justicia contiene el Martín Fierro, por ejemplo, en su verso o apotegma: “No es raro que a alguien le ande faltando lo que a otro le anda sobrando”?

Regenerar adelanto, educación, salud, cultura del trabajo y seguridad; recuperar crecimientos redistributivos, aprendizajes y gestos elocuentes, progresos sostenidos e inclusiones dignas para la libertad y el bienestar general; todo en constante procura de una sociedad civil más justa, más solidaria, más vivible, más amigable y menos violenta; hacen a cimientos imprescindibles para alcanzar metafóricamente ese antónimo de nuestra penosa realidad actual: “juramentarnos con gloria vivir”.

En caso contrario, al menos suspendamos la hipocresía de entonar el Himno Nacional, dado que el mismo no solamente implica honrar hombres, celebrar victorias o festejar hazañas que calan y forjan conciencias y destinos compartidos de esperanza, sino que también se trata de un credo de muchedumbres que nutre el alma de un pueblo y lo hace sentir orgulloso de su pasado como –según su letra- cimiento angular que alumbra, orienta, alienta, propicia y condiciona un venturoso porvenir. Porque este presente de penurias argentinas malogrando el legado de los padres de la Patria, se mofa del espíritu y de la letra de nuestro maravilloso himno nacional.

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