El jardín de las tortugas que se bifurcan

Por Pedro D. Allende

El jardín de las tortugas que se bifurcan

“Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarca todas las posibilidades. No existimos en la mayoría de esos tiempos; en algunos existe usted y no yo; en otros, yo, no usted; en otros, los dos. En éste, que un favorable azar me depara, usted ha llegado a mi casa; en otro, usted, al atravesar el jardín, me ha encontrado muerto; en otro, yo digo estas mismas palabras, pero soy un error, un fantasma”.

La cita borgeana, de aquella joya de 1941 que parafraseamos en el título de esta columna, bien puede aplicarse a la Córdoba de 2022. Relatos impostados forzadamente sobre verdades aparecidas. El esfuerzo gubernamental por plasmar eficacia, se bifurca en impotencia tras evitables yerros: tortugas que se escapan diría el Diego.

El abismo desde el primer piso

El ala superior norte del Palacio de Justicia es un oráculo. Como en la cámara principal de una catedral, reina el silencio entre sus columnas. La galería que se orienta sobre la calle Caseros aloja a su inspiración. Los siete principales vocales del Tribunal Superior de Justicia. Pese a sus diferencias, un retrato hablado los describiría cultos, inteligentes, refinados, seguros de su estrella. El día para ellos es siempre pastel; aunque en ese confort, ocurran episodios extremos, intensas batallas por la supremacía, demostraciones permanentes de fuerza en los modos más sutiles y, cada tanto, los menos delicados.

Son la cabeza de un Poder de Estado, hasta que se jubilen (lo que ocurre pocas veces antes de los 80 abriles) o se mueran de viejos (suele suceder). Poco accesibles, una mullida alfombra de servilismo, o una “autoritas” maciza, serán la vía adecuada para abrir alguna de las gruesas siete puertas.

Aunque esta vez, a los inexpugnables, el exceso de confianza les jugó su hora más dramática. Dijo el presidente del cuerpo, Sebastián López Peña, al inaugurarse el año judicial 2022: “Que gobiernen los datos por sobre los relatos, que hablan de una pesada cultura organizacional que estamos empezando a dejar atrás: esa del papel, del escritorio hermético, del juez lejano, del litigio eterno, del idioma opaco”. La Justicia de Córdoba mostraba su imparable camino a la perfección. Su verdad, la del expediente digital, vivía la hora gloriosa. Las palmas se rebatieron a más no poder.

Hace algunos días, un inesperado ciberataque demolió de un plumazo aquella vivencia de utilería.

El sistema que costó centenares de millones, fue reducido a la nada. La histeria cunde, mientras empleados, funcionarios o magistrados no pueden volver a abrir sus computadoras. Los operadores jurídicos están imposibilitados de atender sus asuntos, que no son propios sino de miles de personas con uno o varios problemas por resolver. Los expedientes bloqueados, deberán contarse por millones (sólo entre 2020 y 2021 se iniciaron 879.677 causas, imaginemos cuántas más vienen de antes o comenzaron en 2022).

“Que gobiernen los datos sobre los relatos”, presumía el doctor López Peña (quién sabe cuántas décadas le quedarán en el puesto, dada su condición de sub 50). El hermetismo sobre las medidas para revertir la crisis es total, con la presunción, afuera y adentro de Tribunales, de que se habría exigido un chantaje (instancia deshonrosa para los mentores del Modelo Córdoba) para salir del problema. Cuánto daño producirá esta defección, aún está por verse, mientras hoy una o varias personas, en algún lugar del mundo, son dueñas de la vida y obra de miles de cordobeses con causas en curso. Hay feriado judicial y volvieron a recibirse trámites en papel. Los litigios en curso se harán más eternos que nunca.

Con una rubia en el avión

Arrancó con los estudios de opinión y el asesoramiento mediático a políticos en los 90, tiempos del uno a uno y crecimiento de su gran amigo en el poder, Domingo Felipe Cavallo. Terminó aquella etapa bien cerca de Carlos Menem. Dueño de Management & Fit, su agenda no paró de crecer. A nadie sorprende su cercanía con los poderosos de la Argentina: empresarios, periodistas o dirigentes de diferentes partidos, vinculándose en el peronismo -entre otros- con Sergio Massa, Daniel Scioli, Juan Urtubey o su viejo camarada Juan Schiaretti, con el que trabajó espalda con espalda para el aún hoy circulante “Mingo”.

Fue el hombre detrás de aquellas reuniones para terminar con la grieta de 2021 (donde reunió a varios de sus asesorados en la residencia de Urtubey en San Isidro), que también trabaja con radicales como Facundo Manes o Emiliano Yacobitti. Junto a su esposa, Ivonne Cikurel, orientan la consultora Off&On, que brinda diversos servicios de asesoramiento político. Guillermo Seita (de él hablamos) es, además, una figura central en la emisora radial CNN Argentina (que nuclea a Marcelo Longobardi, Juan Pablo Varsky, Ernesto Tenembaum, María O`Donell, Julieta Tarrés, etc.).

Dueño de pertrechos tan letales que probablemente lo insensibilizaron, sucumbió bajo la tentación de una “selfie” en la playa de estacionamiento (para decirlo en criollo) del avión de la Provincia, un hangar aislado, ubicado en el predio aeroportuario de Pajas Blancas, que no tiene conexión directa con el edificio principal, al cual no se accede si no se piensa viajar en el mentado aeroplano (destinado a misiones oficiales que se pagan con el presupuesto público) o se acaba de viajar en él. Seita mostró su barbita cuidada, su media sonrisa de eterno “winner”, con la blonda Ivonne enredada entre sus brazos. El Instagram (tal vez objeto de estrategias de posicionamiento en Off&On), cazabobos si los hay, los atrapó cual bumerán. Empero, sin explicar este desaguisado, Seita seguirá mostrando a su cliente como el mejor presidenciable.

De nuevo los planos superpuestos, la falsa eficiencia pretendiendo lapidar las negligencias. A quién no le gustaría vivir en la mejor provincia de la Argentina. Quién no desea que sus dirigentes principales alcancen encumbrados destinos: ¡Los mejores posibles! Pero antes de eso, nadie quiere seguir viviendo en un jardín en el que las tortugas se bifurcan sin remedio. Son demasiados daños, demasiadas frustraciones. Demasiadas víctimas.

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