Frases que andan sueltas

Frases que andan sueltas

Silvia Barei (especial para HDC)

¿Qué tal, cómo anda? . “Suelto”, bromeaba siempre un amigo.

– “¿Por qué todo junto se escribe separado y separado se escribe todo junto?”, preguntaba, desafiándonos, mi padre.

-“Esto es el acabóse del empezóse de ustedes”, daban ganas de contestarle citando a Mafalda.

-“Me saco el saco y me pongo el pongo”, decía Marrone jugando con los homónimos y el absurdo, para provocar un efecto de humor

-“A la vera del fogón/hay que ver la paisanada, /
meta canto y guitarreada,/meta vino y… pasteles de masa que se fríen o se hornean y que tienen un relleno de carne picada, condimentos, aceitunas y morrón, dice el “Gato con explicaciones” de Les Luthiers, y alguien contesta: Empanadas! Pero otros menos avezados en cocina criolla gritan : Pastelitos! Canelones!

Se sabe que el efecto humorístico nace del contraste, muchas veces como desajuste o desproporción que desbarata la percepción de las cosas del mundo. En fin, que este desajuste se hace patente a diario en aquellas palabras que se nos olvidan (como el “coso del cosito” que no tienen en la ferretería), se nos pierden ( como es que le decían a tal cosa cuando éramos chicos?), o se nos tergiversan, como por ejemplo la palabra dictadura y decimos descuidadamente “el proceso” usando la lengua de los dictadores de entonces.

Últimamente anda suelta la palabra libertad. Como corresponde, porque si no está libre no podría llamarse libertad. Muy suelta de cuerpo, suelta de ánimo y hasta tan suelta como para confundirse con una mentira. O con, la posverdad.

Es esto que está de moda ahora: creer que para estar bien hay que estar mal y que ser libre es insultar, que crecer es vender todo al mejor postor o es morirse de hambre porque uno quiere nomás. Por puro goce de la libertad.
Y ni hablar de la palabra libertario o anarquista. Resulta que hasta hace relativamente pocos años remitían a alguien que desafiaba la autoridad y el poder, ligados a movimientos políticos de izquierda.

Libertarias es una película de 1996 dirigida por Vicente Aranda, sobre los inicios de la Guerra Civil Española. La vida de una joven monja, María, se ve alterada con la llegada al convento de un grupo de anarquistas que la fuerzan a huir. María se esconde en un burdel, donde conoce a una prostituta llamada Charo de la que se hace amiga. Un día, Pilar, miembro de una organización libertaria llamada “Mujeres Libres”, irrumpe junto a su grupo en el prostíbulo con el objetivo de liberar a las prostitutas. Sus discursos políticos y feministas hacen que María se una a esta lucha.

Quien la vio, ya sabe que el final es trágico. Quien no la vio acabo de contarlo, pero este desenlace simplemente se condice con la historia de la guerra civil española, la derrota de la República y la cárcel y muerte de anarquistas, libertarios, brigadas Internacionales, la Esquerra, los nacionalistas vascos, etc etc.

Porque esto el “me saco el saco y me pongo el pongo” se ha hecho realidad: me saco el saco de libertario progresista y me pongo el pongo de libertario de ultraderecha, de paso cultivo la plantita del odio y del miedo. Soy tan amante de la libertad que no quiero que nadie piense diferente de mí y sobre todo, si no tengo cara, si me escondo detrás de un seudónimo, un perfil mutante y en diferentes redes sociales, si me dicen el Gordo, Criminal, Mambo o Bad, si puedo atacar en manada con misiles digitales a la caza de usuarios disconformes con tal o cual cosa del gobierno, por intrascendente que sea.

Y es en estos espacios virtuales que aparecen expresiones que antes andaban sueltas disfrutando de otros barrios, y ahora, encadenadas, dicen lo que no querían decir sumando fotos, escraches, cuentas bancarias, teléfonos, direcciones y “bardeos” de diferentes índoles, colores y matices de pésimo gusto. O del gusto de los remozados ciber-libertarios.

Eso sí, cuando anuncian o dejan escrito, “Los vamos a matar a todos”, reivindican no solo la metodología de la amenaza y el hostigamiento sino los falcon verdes, las acciones represivas, el uso de armas, la destrucción del medio ambiente, el ataque al feminismo, el maltrato animal, etc.

Se trata de un nuevo tipo de “mano de obra”, ya no desocupada sino disponible y experta digital, que derrama ataques desde las redes y termina en la puerta de una casa.

“Ya tenemos la dirección de tu casa. Esta noche no dormís”, avisaron a Constanza Moragues, una diputada libertaria por la provincia de Buenos Aires, actualmente con custodia. Sí, libertaria. Porque la guerra es contra todos y todas y todes.

O sea, Nadie saldrá vivo de aquí como se titula una película de terror dirigida por Santiago Menghini, basada en la novela del mismo nombre del escritor inglés Adam Nevill experto en terror gótico, realista, con fantasmas y sin ellos. Nada que metafóricamente no pueda remitir a nuestros días.

– “Te estás comiendo un viaje”, me dirían unos chicos de 20 y pico, o sea, no estás entendiendo nada.

-“ No, te digo la posta, soy bobina”, contesto irónicamente en la misma jerga.

– “Entonces, mejor fingí demencia”, me replican.

– Me doy por vencida y pido “Explíquenme”, recordando a les Luthiers. “Fingí demencia, hacé como que no pasa nada porque en realidad, ya sabemos que está todo mal”.

– Decía que el efecto humorístico nace del contraste, muchas veces como desajuste o desproporción que desbarata la percepción de las cosas del mundo. Lo que pasa es que el desajuste que proporcionan las redes puede llegar a ser tan brutal que nos lleva a preguntarnos : ¿de qué libertad hablamos cuando decimos libertad?, ¿qué rumbo toma la esfera pública digital cuando se dedica a mentir e insultar? , ¿sobrevivirá la democracia al cyber bullying, la violencia, la manipulación de los datos y la IA?, ¿qué haremos para que el lenguaje, siempre dinámico, siempre en movimiento, sea lugar de encuentro y no del abismo del sentido, para que “todos juntos” se siga escribiendo separado pero practicando en abrazos?

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