Contaba un paisano que en los bailes de pueblo casi siempre se cortaba la luz sorpresivamente por algunos segundos y en ese lapso volaban trompadas y golpes en la oscuridad. Pero también decía que lo peor de esos puñetes era que nunca sabías a cuenta de qué rencor te lo aplicaban. La anécdota sirve para ilustrar la situación actual del gobierno de Javier Milei que recibe un golpe tras otro, sin saber de dónde proviene el ataque ni a cuenta de qué deuda o venganza.
Lo único probable es que por el tenor de las filtraciones y lo certero de los momentos en que se difundieron sean operaciones tramadas desde las entrañas de un gobierno atravesado por luchas intestinas y con demasiados enemigos internos que fueron echados de maneras humillantes o desplazados por la vertical e inapelable conducción de la hermana presidencial. Muchos ex funcionarios son peligrosos portadores de delicados secretos de gestión que podrían hacer más daño que las críticas opositoras.
El capital político de La Libertad Avanza siempre se basó en expectativas: que siga cayendo la inflación, que mejoren los salarios, que vuelva el crédito, que vayan presos los anteriores gobernantes, que bajen las tarifas y un largo etcétera. Pero ahora todo eso parece disolverse en el PH ácido de una economía demasiado fría y un mercado cambiario bastante caliente.
Todas las campañas locales en estas elecciones de medio término estarán atravesadas por las críticas o el apoyo al gobierno nacional y Córdoba no será la excepción. Pero la pregunta que se hacen los operadores políticos y económicos es si Milei puede metabolizar una derrota, incluso una no muy significativa. Carece de músculo legislativo propio y obtuvo gobernabilidad de aliados circunstanciales como algunos mandatarios provinciales que comenzaron a entender el juego de unirse y que contarán los diputados que se sentarán en la bancada interprovincial el domingo 26 de octubre por la noche.
El movimiento de Provincias Unidas parece prometedor ya que los gobernadores se otorgaron amplia libertad para negociar hacia adentro de sus territorios para ganar y conservar el poder y unidad para forjar un bloque que se plante ante la Nación en el Congreso y fuera de él.
Pero lo más interesante será ver como camina esta iniciativa cuando, superada la elección de medio término, se dé paso a la carrera con el 2027 en el radar. Varios gobernadores comparten las mismas aspiraciones presidenciales y además son generacionalmente compatibles. Cuesta imaginarlos turnándose de a ratos a Nacho Torres, Maxi Pullaro o Martín Llaryora que, además, tienen identificaciones partidarias dispares.
Schiaretti reanima al PJ con la sombra de Natalia
En Córdoba, Juan Schiaretti lanzó su campaña con la potencia que le otorga el lubricado aparato del estado y la ramificada estructura de un PJ al que le devolvieron el protagonismo de otras épocas. El efecto Natalia de la Sota obligó a varios dirigentes a reactivar el chat con militantes y punteros que se sentían bastante relegados. Algunos ni siquiera fueron tentados por la hija del ex gobernador, pero agradecen que recuperaron la conversación con funcionarios que habían perdido hace tiempo.
En LLA el desconcierto contrasta con la super organización del oficialismo y la campaña que debe hacer eje en la figura presidencial se encuentra en fase de replanteo. Con Milei en plena crisis política y con la armadora Karina en el centro de todas las sospechas algunos se preguntan si es factible que alguno de ellos “baje” a la provincia a hacer proselitismo. En el lanzamiento que se hizo el sábado en un salón del oeste de la Capital se vio a Luis Juez en la foto con los candidatos. El mismo que votó en contra del gobierno en la emergencia en discapacidad, financiamiento universitario, jubilados y varios decretos. En las imágenes se lo ve algo incómodo al igual que con la estrategia electoral que trazó Gabriel Bornoroni. En privado, aseguran, se muestra más que preocupado.
La economía, más allá de varios traspiés, fue una de las fortalezas que cimentó al gobierno nacional en los 20 meses que lleva de gestión, pero en los últimos días los operadores más relevantes empezaron a advertir signos de alarma. Las altísimas tasas bloquean a muchas actividades que requieren del financiamiento que se volvió imposible en un contexto donde Luis Caputo secó la plaza de pesos a costa de la suba de los intereses. También inmovilizando parte de los depósitos de los bancos en una medida que a algunos les recuerda una decisión similar de Cavallo meses antes del colapso del 2001.
Pero a escalas mucho más bajas se advierte la misma intranquilidad cuando al carrytrade lo hacen las familias con ahorros, los comerciantes con pequeños márgenes o el desocupado que puso una indemnización a plazo fijo y ahora busca el refugio seguro del dólar que en épocas electorales nunca defraudó al argentino de a pie. Muchos simples ciudadanos empiezan a olfatear un cambio de clima y es momento de que la política comience a dar respuestas.