Gracias por no ver que me estoy quedando pelado

Por Marcelo Lucero

Gracias por no ver que me estoy quedando pelado

Cada vez que mi hija me tiene que dibujar hace el mismo monigote. Mi alter ego en el papel es un humanoide flaco con los pies chuecos hacia afuera, manos grandes con cuatro o cinco dedos, lentes enormes, sonrisa de alguien que consumió sustancias ilícitas y rulos descomunales. Y de la mano, un par de centímetros más pequeña y flotando a mi lado, la dibujante.

Para el Día del Padre pasado, esa representación sufrió un duro uppercut al mentón. Sin saña, la mamá de la artista me dijo frente a la pequeña: “Te estás quedando pelado”.

La cuestión no debería haber pasado a mayores, porque era una observación cruel, pero justa. Sin embargo, los acontecimientos, como suele ocurrir con quienes no gustan de pagar peaje, tomaron otro camino diferente al tradicional y derivaron en una situación inesperada.

Al “te estás quedando pelado” de la progenitora le siguió un inmediato “no” de la artista plástica, que le clavó la mirada a su mami, sin animarse a contrastar los hechos. Fue un “no” denso y de emergencia que salió disparado al rescate de la figura dibujada. Un “no” que se negaba a duelar los rulos del dibujo.

De a poco y temerosamente, la cabeza de mi hija fue girando hacia mí, hasta alternar su mirada entre mis ojos y mi cabeza. “No te estás quedando pelado, sos el mejor papá del mundo”, intentó convencerme, mientras me abrazaba y se daba cuenta de que me estaba quedando pelado -y de lo otro-.

¿Cuál es el mecanismo que hace posible que esa chiquita se crea que yo soy el mejor papá del mundo y que no me estoy quedando pelado? ¿Cómo se olvida la vez que le di mate y vomitó o cuando me olvidé de irla a buscar al colegio? ¿En qué lugar de la cabeza se le acomodan los gritos que le doy? ¿A dónde fue la vez que le dije que no me gustaba jugar a las Barbies?

Me inquieta conocer cuál es el error de cálculo que lleva a la pequeña artista a la idealización que, seguramente, se desgranará en la adolescencia como lo hizo Peter Parker tras el chasquido de dedos de Thanos en Los Vengadores.

De todas formas, a la artista le digo muchas gracias por seguir dibujándome con rulos, pese a todo.

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