La épica de la obra pública

Llaryora apuesta al cemento como mayor activo electoral del cordobesismo. El poder de la obra pública como prédica de una campaña que todavía no comenzó pero quiere arrancar. ¿Cómo calza este esquema de construcción de poder sin confrontar con el gobierno nacional?

La épica de la obra pública

Casi nunca ocurre, pero esta vez el gobernador fue puntual para ingresar al Salón de Actos del Centro Cívico. Un racimo de intendentes del corredor de la ruta 19 se amontonaba en el escenario detrás de Martín Llaryora. Otro grupo seguía por videoconferencia el anuncio: el llamado a licitación para concluir los dos tramos de la traza de la autopista que Macri prometió e hizo a medias y que Alberto Fernández no quiso seguir. Son 62,9 kilómetros que demandarán una inversión de 153 millones de dólares que la Provincia erogará para completarla merced al traspaso de la vía que hizo la Nación meses atrás.

El trayecto que la gestión de Juan Schiaretti tenía a su cargo se concluyó en 2018 y une la Capital con Río Primero y se usa con normalidad pero la Nación dejó literalmente abandonada el resto de la traza con expropiaciones hechas, tierra compactada y carriles marcados pero sin asfaltar, sin desagües y sin distribuidores en altura ni conectores.

Esa imagen es la que Llaryora quiere transformar en una obra terminada. Sumarse al lote de De la Sota y Schiaretti y cubrir con cemento lo que estos 15 meses de gestión en tiempos libertarios no pudo. El argumento discursivo fue trabajado hasta el mínimo detalle con cuatro referencias en su alocución a “la ruta de la muerte” y la angustia de los que viajan y no saben si llegan. Para luego dar lugar al luminoso concepto de la obra pública como “madre del desarrollo y el progreso”. El poder civilizatorio de la obra pública como épica y prédica de una campaña que todavía no comenzó pero quiere arrancar.

Es tan importante que no hay posibilidad de hacer campaña para el cordobesismo en todo el sentido de lo que abarca el concepto si no hay obras de por medio. Quién lo entendió primero fue José Manuel de la Sota que regó con las icónicas escuelas de su gestión todos los pueblos y barrios de la Provincia. Edificios con goteras o fallas constructivas pero escuelas al fin. Y luego con la autovía Ruta 36 que fue el epítome de la obra del estado con 220 kilómetros uniendo Córdoba con Río Cuarto.

Luego Schiaretti profundizó el modelo a base de cemento con el Panal, la nueva Legislatura, la Circunvalación y las autovías serranas que consolidaron la imagen del exgobernador desde la tangible realidad de una edificación que perdura en el tiempo y se experimenta cotidianamente. A esa cristalización de la política en obras quiere arribar Llaryora, pese a la motosierra de Milei, porque entiende que es el modelo probado para aspirar a resultados electorales.

Y la autopista ruta 19 es el proyecto ideal donde apoyarse porque se podría concluir antes del 2027, es realizable para las arcas provinciales y le permitiría enlazar con un electorado que habita esos pueblos y ciudades y que fueron algo remisos al voto cordobesista en la última elección para gobernador.
Pero ¿cómo encaja en la lógica del universo libertario esta necesidad de traducir la gestión en obras públicas? Sencillamente no encaja. Lo dejó en claro Javier Milei en su mensaje de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso donde dijo que es una mentira que generen trabajo: “sólo genera impuestos(…) y solo beneficia a quienes la ejecutan”.

Pero desde el Panal interpretan que esto no será un problema con la Nación ya que forma parte de la porción del discurso donde confrontarán con el presidente y suponen que no pagarán costos entre el electorado local. “Tal vez esto provoque alguna esquirla, pero las heridas de hoy serán los honores de mañana” aseveró el gobernador desde el estrado del Salón de Actos.

Para todo lo demás elegirán no enfrentarse porque está decidido que acompañarán con los votos necesarios un acuerdo con el FMI ya que las finanzas locales lo demandan. La deuda provincial y hasta los créditos tomados por Ramón Mestre en la municipalidad podrían ser refinanciados en mercados internacionales sólo si hay acuerdo con Kristalina Giorgieva.

Tampoco habrá embates con el cripto-escándalo que salpica cada vez más cerca de Karina Milei y por lo tanto, de su hermano el Presidente. Ya acompañaron con el costo de no habilitar la comisión investigadora en el Congreso y sostienen cerca del gobernador que eso, en algún momento será recompensado e intuyen que en la Casa Rosada van a comenzar a necesitar apoyos que antes despreciaban.

Incluso Menem, a quien el Presidente admira y califica como el mejor de la historia, supo buscar apoyos aun cuando no los necesitara porque sabía que en la historia y la política soplan vientos cambiantes. El riojano vivía en tiempos iluminados donde el socialismo real había caído y la globalización era una religión. Hoy no hay certezas ni siquiera para Milei que se codea con los líderes mundiales como Donald Trump pero tiene que correr a borrar tuits con Zelenski porque no vio venir el cambio de política con Ucrania.

Milei parece caminar en un callejón a oscuras en los tiempos de aceleración de la política global y también puede comenzar a tantear problemas en el ámbito local si no se aprueban los desembolsos del Fondo.

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