En mi nota del 15-03 (“¿Quién ganará esta guerra?”) anticipaba las posibilidades y como China podría salir ganadora de la guerra de monedas que, como en 1945 en Breton Woods, impuso al dólar y a EEUU como ganadores de la Segunda Guerra Mundial. Pocos después se han desencadenado hechos que confirman los anticipos y aceleran los tiempos del “Nuevo Orden Mundial” (NOM), que sobrevendrá, por lo que seguiré especulando sobre sus características.
A fines de marzo, Rusia exigió a “los países no amistosos” que paguen gas y petróleo con Rublos ($R), luego que desde 2014, por las sanciones luego de la anexión de Crimea, comenzó a acumular reservas de oro que tiene en su propio territorio.
En los días previos, por las nuevas sanciones por la invasión a Ucrania, el rublo se había desvalorizado de 80 a 140 por dólar, pero luego de esta medida descendió a 104 y parece que continuará su descenso.
Es que parece que, a un cambio de 5.000 rublos por onza troy de oro, Rusia puede garantizar su moneda con sus reservas de oro, lo que lo convierte en una reserva de valor sólida y en una alternativa comercial, a condición que exista suficiente cantidad de rublos que permitan cancelar operaciones en esa moneda, algo que por el pequeño tamaño de la economía rusa parece limitado, aunque le dará un mordisco al dólar como moneda de cambio.
El FMI informa que el dólar concentra a fines de 2020, el 59% de las reservas mundiales, luego que alcanzara el 85% en los 80 y el 71% luego de la aparición del Euro (1999), que se mantiene en alrededor del 20% y el Yuan/Remimbi chino aumentó al 9% superando al Yen y la Libra Esterlina que lo superaban hasta hace solo una década.
Pero en las operaciones comerciales internacionales, China lidera con holgura por sobre EEUU y la UE, por lo que es posible que progresivamente el Remimbi aumente aún más su participación en las reservas mundiales, a condición de que se decida a hacerlo, pero limitada por su gran disponibilidad de dólares y de bonos del Tesoro estadounidense, de los que es uno de los mayores tenedores, y por tanto a quien no le conviene atacar (por ahora). Aunque el comercio denominado en Remimbi aumenta en su región, África y América Latina.
El 1 de abril, en la reunión China-UE, ante el reclamo de los europeos respecto de su apoyo a Ucrania o Rusia, China dijo “apostamos por la paz” y “lo haremos a nuestra manera”, ratificando su neutralidad y descartando la ayuda militar a las partes en conflicto. Pero nada más, sobre todo en lo comercial –rechaza las sanciones-, financiero (¿facilitará a Rusia las operaciones con su sistema de pagos internacional?), o tecnológico. Hay silencios que aturden.
Así, no parece fácil que EEUU y la UE sancionen más a China sin sufrir aún más graves trastornos en sus economías –se anuncia entre 4% y 6% de caída del PBI- luego de hacerlo con Rusia, a pesar que le advierten como una amenaza y que “la UE representa el 20% de sus exportaciones” contra el 3% de Rusia.
Mientras tanto la UE anuncia la prohibición de operaciones de oro en la Bolsa de Metales de Londres, pero que Rusia podría derivar a la Bolsa de Shanghái si China no las prohibiera.
Por lo que los especuladores internacionales comienzan a estar ansiosos por comprar rublos respaldados por oro, reestableciendo parcialmente el sistema que EEUU abandonó en 1971.
El cambio del predominio del dólar –tanto en reserva de valor, como en operaciones comerciales- no será rápido (al menos se requieren 10 años en el contexto actual), pero parece inexorable, lo que es el signo más elocuente del mundo multipolar que se avecina.
Mientras tanto Argentina, con los precios internacionales en alza, a un par de años de autoabastecerse de energía y exportarla –más allá que, por ahora, nos falte como consecuencia de la desinversión macrista en exploración y gasoductos- y con una deuda dolarizada que se desvaloriza con la inflación internacional, comienza a estar en una de las mejores posiciones, reduciendo año a año el peso de la deuda sobre PBI, a condición que se conserve la gobernabilidad y se pongan en marcha las leyes de promoción sectorial que se anuncian.
Claro es que, la transición, especialmente para quienes no les han llegado los beneficios del último año y sufren más que nadie a inflación local, esperar todo ese tiempo no es posible sin un apoyo directo del Estado, y allí estriba la posibilidad -o no- de mantener la estabilidad social y la gobernabilidad.