Las residencias del Presidente

Por Javier Giletta

Las residencias del Presidente

Javier Milei dejó de habitar durante la campaña su casa de Benavídez, en Tigre, donde vivía junto a sus perros, porque le quedaba ciertamente lejos de su centro de actividades proselitistas. Por ello, desde las elecciones generales se instaló en uno de los pisos superiores del Hotel Libertador, ubicado en el corazón del centro de la ciudad de Buenos Aires, que funcionó (y sigue funcionando) como su bunker político, y también hace las veces de vivienda particular.

El lujoso hotel porteño pertenece al grupo IRSA (desde 1998), del empresario Eduardo Elsztain, quien a su vez lo acompañó en sendos viajes a Nueva York (antes y después de las elecciones), siendo el responsable de acercar a Milei a la corriente judía ortodoxa de Jabad Lubavitch.

Durante largas semanas nos preguntamos cómo era posible que un candidato presidencial, que por entonces se desempeñaba como diputado nacional y además donaba el dinero de su dieta (unos dos millones de pesos, a valores actuales) todos los meses, pudiera darse el lujo de costearse tan oneroso hospedaje. Y en la última parte del párrafo anterior encontramos, por fin, la respuesta a nuestro interrogante.

Ahora bien, las primeras semanas de gestión ya como Presidente de la Nación, encontró a Milei en tres casas (o domicilios) diferentes: por un lado, continuó pernoctando en una estupenda habitación del piso 18 del Hotel Libertador (sin sus mascotas, por cierto), con un breve paso diario por la Casa Rosada para encabezar las reuniones de gabinete (que por lo general comienzan a las 8:30 o 9:00 hs.); y, mientras tanto, avanzan con las refacciones dispuestas en la Quinta de Olivos, para que próximamente pueda instalarse allí con sus perros.

El flamante Presidente ya anunció que trabajará a diario desde Olivos, por eso ordenó acondicionar la Quinta (se trata de una residencia que fue pensada para el descanso de los presidentes junto a su familia), para poder hacer “home office” junto a sus ministros y colaboradores más cercanos. Entre ellos, Nicolás Posse, el actual jefe de Gabinete, y Sandra Pettovello, la titular del súper ministerio de “Capital Humano” (que incluye Trabajo y Educación, entre otras áreas), aunque se especula que Santiago Caputto (el “amigo de toda la vida” de Mauricio Macri) también pueda tener un espacio propio y exclusivo en Olivos.

Esta será la primera vez en nuestra historia que varios ministros y asesores presidenciales tendrán su propio despacho e incluso sus habitaciones en la Residencia de Olivos, desde donde cumplirán con sus funciones habituales, en lugar de hacerlo en el ámbito de la Casa Rosada, edificio público que desde los tiempos de Domingo F. Sarmiento está preparado especialmente para que funcionen allí las dependencias del Poder Ejecutivo Nacional.

Por cierto, no puede omitirse a la hermana Karina (“El Jefe”), que también se instalará en Olivos, junto a su hermano, que acaba de nombrarla como Secretaria General de la Presidencia, en un singular acto de nepotismo, a pesar de la existencia de un decreto que prohibía expresamente al Presidente designar a familiares en la órbita del PEN, decreto que había sido dictado por Mauricio Macri durante su gestión de gobierno y que Milei barrió de un plumazo apenas logró sentarse en el sillón de Rivadavia. Precisamente Karina Milei es la que está a cargo de la planificación y control de la ejecución de las mentadas reformas, cuyos detalles y costos aún no han trascendido públicamente. Según parece, en este nuevo ciclo de privatizaciones, la información pública ha sido una de las primeras áreas en ser privatizada. A pesar de ello, y del hermetismo reinante en esta materia, fuentes cercanas a la Presidencia revelaron que una de las principales modificaciones consiste en la construcción de “caniles” para sus perros (Milton, Murria, Robert y Lucas), animales que superan los 70 kilos y necesitan estar separados, porque se atacan entre sí. El espacio elegido para tal fin fue la caballeriza de Olivos, que no era utilizada desde la década del 90, cuando presidía los destinos del país Carlos Saúl Menem. Sin dudas, todos los puentes libertarios conducen al menemismo, incluso algunos cargados de puro simbolismo. Pero las reformas proyectas para los mastines ingleses no se reducen a los “caniles” en la caballeriza; además, se está analizando cómo hacer para que las mascotas presidenciales tengan un lugar apropiado para estar adentro, “con Javier”. Poco y nada se sabe sobre las modificaciones en el interior de la Residencia, que se mantienen bajo estricta reserva, aunque trascendió que se está barajando la posibilidad de colocar durlok o algún tipo de divisorio en la suite principal para que Milei pueda tener cercanía (o privacidad) con sus canes, como ocurría en la casa de Tigre. El equilibrio emocional del actual Presidente, parece, depende en gran medida de ello.

Desde el entorno presidencial no confirmaron ni desmintieron esta iniciativa, pero se encargaron de aclarar que “un durlok no serviría porque los perros lo romperían”, de modo tal que se están estudiando diferentes alternativas. En esto, como en todos los órdenes de la vida, siempre existen alternativas.

Milei debería saberlo, y por eso debería haber evaluado detenida y razonablemente las distintas posibilidades que existían antes de decidir avanzar con una devaluación de la moneda como dispuso apenas dos días después de asumir su mandato, concretándose así la tercera devaluación más grosera de la historia argentina contemporánea (las dos primeras corresponden al año 1989, el último en la gestión de gobierno de Raúl Alfonsín).

Como también debería saber que, si en verdad “no hay plata” (frase que repite una y otra vez tanto él como sus principales funcionarios, entre ellos, Luis “Toto” Caputo, el instrumentador de este nuevo y cruel plan de ajuste), la austeridad siempre comienza por la propia casa.

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