Llaryora cambia el chip y se acomoda al viento nacional

El gobernador cordobés leyó rápido la escena. Pasó del discurso crítico a un enfoque más alineado con la baja de impuestos y el achique del Estado. ¿Oportunismo? ¿Instinto de supervivencia? Un poco de cada cosa. Con el alivio impositivo, desactiva críticas locales y muestra sintonía con la Casa Rosada. Con el apoyo condicionado a las reformas, pone precio a sus votos. Todo, mientras gestiona su propia necesidad: tomar deuda por más de USD 2.000 millones en un contexto donde el Riesgo País no colabora.

Llaryora cambia el chip y se acomoda al viento nacional

Cuando a Luis Juez le hablan de las dificultades del gobierno provincial y de la oportunidad que tendrá la oposición de desplazarlo del poder en 2027 siempre vuelve sobre la misma idea: no subestimen al peronismo cordobés. Lo conoce desde adentro, en su primera etapa con De la Sota de líder y lo sufrió después como opositor con todos los que siguieron en los 26 años en el poder. Por eso dibuja una sonrisa socarrona cuando escucha las declaraciones de De Loredo lanzándose prematuramente como candidato o cuando le mencionan la magnitud de la derrota que sufrió el oficialismo el 26 de octubre.

Siempre inteligente para describir la complejidad de la política, Juan Perón supo decir que para gobernar no alcanzan los votos: hacen falta hombres capaces y organización. Por eso la gestión de Javier Milei parece reconfigurarse para afrontar los próximos años con un esquema que materialice la voluntad popular en las reformas que prometió. Por ahora se ha limitado a desangrar las bancadas de la UCR y el PRO en diputados y, en menor medida, en senadores para ordenar los votos en ambas cámaras.

Lo que sigue es la reconfiguración del gabinete nacional que comenzó por la Jefatura del Gabinete de Ministros que abrió la ronda de negociaciones con los gobernadores para obtener las voluntades indispensables para las reformas. Por ahora los mandatarios provinciales se muestran cautelosos porque nadie atendió sus pedidos puntuales para el presupuesto.

Uno de los que espera es Martín Llaryora que tiene varios frentes con el gobierno nacional en materia de recursos. El principal es la deuda que Nación tiene por la Caja de Jubilaciones. En noviembre se debía realizar una nueva audiencia en el marco de la conciliación que impuso la Corte Suprema por la demanda entablada por la Provincia de Córdoba. Por ahora el gobierno de Milei gira 5.000 millones de pesos mensuales por doce meses, muy lejos de los números globales que la auditoría que está en marcha viene estimando en total por encima del billón de pesos.

Los votos prometidos en el marco de las conversaciones con los gobernadores requieren el cumplimiento de pactos que el gobierno libertario desconoció por completo en los últimos dos años. El mandatario salteño Gustavo Saez es el primero que levantó la voz, aunque hay matices entre ellos, los demás esperarán que se materialicen los compromisos. Por ahora todos apuestan al diálogo con El Colo Santilli y el recuerdo de la amistad de los tiempos en que el jefe de gabinete era peronista. Pero si los acuerdos no se efectivizan correrá la misma suerte que Guillermo Francos al que todos valoraban por sus modos pero le reconocían en los hechos el mismo peso que una pluma en las decisiones de gobierno.

La telaraña federal y la muñeca que Milei todavía no tiene

El antiperonismo es un movimiento extraño al que lo mueve la energía del antagonista y suele fracasar porque olvida que debe consolidar mejoras materiales tangibles para los que lo votaron. Exactamente lo contrario suele ser el peronismo en el poder que se desprende de las ataduras ideológicas si cree que pone en riesgo su permanencia en él. Eso es lo que hizo Martín Llaryora en las últimas semanas donde pasó de hablar del fracaso del gobierno nacional a sintonizar con la baja de impuestos y el achique del Estado.

Con la rebaja impositiva desactiva las críticas de la oposición, intenta ofrecer una mejora al bolsillo de los ciudadanos y muestra consonancia con políticas nacionales. Con el apoyo a las reformas que pide la Nación promete acompañamiento condicionado. Es que el nuevo esquema presupuestario demandará toma de deuda en el exterior por más de 2.000 millones de dólares y para eso será necesario que el ministro Caputo autorice esos compromisos para los que no habría mayores trabas. Pero Córdoba necesitará que el Riesgo País perfore los 600 puntos básicos para acceder a mejores tasas y condiciones.

La última semana, el indicador tuvo sobresaltos impulsado por la noticia de que los bancos internacionales no le otorgarán un crédito de 20.000 millones a la Argentina. Ese dinero es imprescindible para cancelar obligaciones en el primer semestre del 2026 y requería de la garantía de la Reserva Federal de Estados Unidos que no sostendrá el apoyo a Milei hasta que no prosperen las reformas que pide la administración Trump.

De a poco se empieza a revelar la trama de sujeciones que es amplia y entramada. Requiere de apoyos cruzados y de una muñeca política que, hasta acá, nunca tuvo Javier Milei. El gobernador sabe igual que sus colegas que los votos del Congreso son indispensables y quieren algo a cambio pero también reconoce que sin crecimiento de la actividad económica la poda de los impuestos dejará un hueco difícil de llenar.

En el medio los ciudadanos que otorgaron una carta de crédito a la administración nacional esperan mejoras en la economía de las familias que por ahora no se vislumbran. La inesperada capacidad para absorber una crisis tras otra deterioró la calidad de vida de una clase media que algún día se cansará de esperar si no se la recompensa por el esfuerzo y el ajuste que recayó sobre ella.

Martín Llaryora recalibra su rumbo y apuesta todo al presupuesto

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