Migraciones ecológicas, humanas involuntarias

Por Fermín Bertossi

Migraciones ecológicas, humanas involuntarias

Históricamente cada migrante era una persona que, por alguna razón, voluntariamente, elegía otra nación o región que no era la de su lugar de nacimiento, para habitar en ella provisoria, o permanentemente. Hoy, un contundente e irrefutable cambio climático viene provocando migraciones involuntarias, debido a negados (o subestimados) e inéditos signos y señales de transformaciones ecológicas tan perniciosas.

Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), cada migración por motivos ambientales es el movimiento de personas o grupos de personas (los migrantes ambientales) que, predominantemente por razones de cambios repentinos o progresivos en el medio ambiente que afectan negativamente a sus vidas o condiciones de vida, se ven obligadas a abandonar sus lugares de residencia habitual, o deciden hacerlo, ya sea temporal o permanentemente, y que se desplazan dentro o fuera de su país de origen o residencia habitual.

Habitualmente las causas de los movimientos migratorios eran variadas: guerras, pobreza, falta de trabajo, persecuciones religiosas, etc. Simultánea o posteriormente, sólo en Sudamérica como en el Caribe podemos citar guerras de guerrillas, dictaduras o tiranías. Pero, ahora mismo, existen también los migrantes o refugiados climáticos, de los cuales, el caso del senegalés Arouna Kandé, es apenas uno de ellos.

Arouna Kandé creció en una familia de agricultores de la región de Kolda, en Senegal, donde casi el 80% de la población vive en la pobreza. Las duras sequías en la región y el aumento de los desiertos hicieron inviable –muy poco menos, invivible- la permanencia de las personas allí, y a los ocho años la familia de Arouna lo envió a la ciudad costera de Saint-Louis, donde vivió en un orfanato.

El joven senegalés creció allí, pero en los últimos años Saint-Louis está siendo consumida lentamente por la subida del mar, y las tormentas más fuertes suelen arrasar edificaciones, industrias, infraestructura y todo cuanto encuentran a su paso incontrolable. Con el crecimiento de los desiertos en el este y la subida de las aguas en el oeste, Senegal está siendo asfixiado por la crisis ecológica planetaria.

Muchos jóvenes de este país no ven más remedio que arriesgarse a emigrar a Europa y, trágicamente, suelen morir en el camino. Magnánimamente, Arouna Kandé ha dedicado su juventud a ayudar a los niños de los orfanatos de Saint-Louis para buscar mejores opciones; con ello, también, al desarrollo sostenible de Senegal.

Este joven es uno de los protagonistas de “La Carta”, la película que el Movimiento Laudato Si’ (LS), en colaboración con la productora Off the Fence y varios Dicasterios Vaticanos, estrenó el último 4 de octubre.

Regeneración ecológica, medio ambiente y clima, como Bien común

En la encíclica Laudato Si’ (Cuidado de la casa común), del papa Francisco, promulgada en 2015, se lee: “Es trágico el aumento de los migrantes huyendo de la miseria empeorada por la degradación ambiental, que no son reconocidos como refugiados en las convenciones internacionales y llevan el peso de sus vidas abandonadas sin protección normativa alguna” (LS 25).

Según Francisco, “la inequidad no afecta sólo a individuos, sino a países enteros, y obliga a pensar en una ética de las relaciones internacionales. Porque hay una verdadera «deuda ecológica», particularmente entre el Norte y el Sur, relacionada con desequilibrios comerciales con consecuencias en el ámbito ecológico, así como con el uso desproporcionado de los recursos naturales llevado a cabo históricamente por algunos países” (LS 51)

Finalmente, en dicho documento, el papa Bergoglio encuentra las raíces de este tipo de destrucción ambiental en un patrón de consumo, que presta poca atención a las necesidades de los sistemas de vida en este planeta, del cual las personas son parte decisiva.

Salir de la versión móvil