Neruda, ¿cerrando el círculo?

Por José E. Ortega

Neruda, ¿cerrando el círculo?

En 2011, el partido Comunista de Chile formalizó una denuncia judicial tendiente a esclarecer las auténticas causas de la muerte de Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, conocido como Pablo Neruda.

Recordemos que éste fue afiliado al PC, y senador nacional entre 1945 y 1948 (el mandato se extendía hasta 1950), aunque debió exilarse hasta 1952.

El autor del “Canto General”, “Confieso que he vivido” o “España en el corazón”, premio Nobel de Literatura en 1971, falleció el 23 de setiembre de 1973, 12 días después de concertarse el golpe de Estado que llevó al poder, por 17 años, al dictador Augusto Pinochet Ugarte.

Neruda había sido embajador de Chile en Francia, entre 1970 y febrero de 1973, cuando regresó a su país natal, tratándose una neoplasia prostática que arrastraba desde 1969, la cual presentaba metástasis.

Sin perjuicio de su enfermedad, don Pablo se encontraba muy activo, escribiendo nueva poesía y preparando, según refirió Miguel Rojas Mix en “Las cosas de Neruda” (1998), publicaciones que planeaba presentar en 1974, al cumplirse su 70º cumpleaños.

El 14 de setiembre de 1973, su residencia de Isla Negra (uno de sus 3 emblemáticos hogares, hoy relevantes museos sobre el poeta y su mundo) fue allanada por militares. Sus ideas políticas y culturales eran opuestas a la del Régimen iniciado apenas tres días antes.

Salvador Allende, su amigo, estaba muerto. El testimonio del chofer del poeta, Manuel Araya, quien lo acompañó a chequeos de rutina en un nosocomio santiaguino, fue consistente: Neruda se habría encontrado, en todo momento, consciente y autoválido. Afirmó Araya haber sido distraído (enviado a comprar medicamentos fuera de la clínica), y, siempre según su versión, cimiento de la denuncia judicial efectuada por el PC, allí podría haberse producido la bisagra témporo-espacial que facilitase el magnicidio.

Tras la denuncia se han realizado tres investigaciones forenses. La primera (2013) no avanzó mucho más allá de la metástasis, que era evidente en los restos de Neruda. La segunda (2017) instaló la duda, al encontrarse en una muela del cadáver la bacteria Clostridium Botulinum, toxina que se utiliza cosméticamente para el famoso botox, pero de la que bastan apenas 75 nanogramos para ocasionar la muerte; sin poder determinarse entonces si el origen del veneno era endógeno o exógeno.

Una tercera investigación realizada (como en los casos anteriores) por profesionales independientes de diversas nacionalidades, que trabajaron en red junto a dos laboratorios externos, se enfoca sobre el origen de la toxina, concluyendo que se trata de un ingreso exógeno, “inyectado o colocado” según anticipó a la prensa el abogado Rodolfo Reyes, sobrino del Nobel.

La información obra en poder de la jueza Paola Plaza (que investiga un centenar de causas por violaciones de los DD.HH. en la dictadura de Pinochet), bajo secreto de sumario. Deberá cotejarse con otras pruebas. El mínimo anticipo del contenido de este último informe (sólo una línea de su conclusión) fue realizado por el doctor Reyes en su condición de familiar. En cualquier caso, tendrá el valor que la jueza, al aplicar la sana crítica racional, le asigne. La magistrada ha sido prudente y procuró enfriar las aguas, ante el boom internacional que supondría la confirmación de un asesinato.

La primera sensación es un dolor profundo. Que una figura emblemática de la literatura del siglo XX haya terminado sus días como tantos mártires avasallados por la intolerancia, en el nuestro o en cualquier tiempo de la (in)civilización humana, no deja de ser un hecho profundamente triste.

La segunda, es reflexionar sobre la idea de magnidicio.

Más reservado en su denotación a líderes políticos o religiosos, pero que debe inevitablemente extenderse a otros planos culturales y sociales. Neruda no era candidato a nada, pero encarnaba una voz que probablemente haya aterrado a muchos brutos, ignorantes y malvados.

La tercera es indagar, en tanto y en cuanto se confirme esta línea de investigación, quiénes lo mataron y por qué. Y en caso de verificarse otro hecho de terrorismo de Estado, corroborar si la plataforma cívico-militar que sostuvo en Chile a los golpistas, como la red internacional que aportó logística (así lo ha reconocido, inclusive, la Casa Blanca) estaba al tanto de éste y otros hechos.

Recordamos aquel: “si hay cosas que tienen que hacer, deben hacerlo rápidamente” (de Henry Kissinger a César Guzzeti, canciller del dictador Jorge Videla, 1976). No hace falta agregar mucho más.

Don Pablo, aquel que en su partido halló motivación para “construir sobre la realidad como sobre una roca”, quizá desde donde “no vendrá nadie, sólo la soledad que suena con canto de campana” por fin pueda confirmar su vaticinio: “águila de plumas duras (…) sé que vuelves derrotada a tus montes de piedra y nivel, al gran silencio de los Andes, a las torres de las espinas”.

Si eso ocurre, y el círculo se cierra, debemos estar a la altura.

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