¡No eran cuentos chinos!

Por Fermín Bertossi

¡No eran cuentos chinos!

La nefasta “autogestión climática” por ignorancia o codicia ratifica el desafío urgente de proteger nuestra Casa Común, lo cual implica urgentes acciones cooperativas en la búsqueda de un desarrollo sostenible.

Las exorbitantes temperaturas registradas, tanto en California como en Australia o China (entre los 52 y 54 grados centígrados, o el récord más alto registrado en Europa), explican y predicen que tanto Europa, Asia y Norteamérica atraviesen condiciones meteorológicas extremas, que asfixian toda vida sobre la faz de la tierra.

La estupidez humana logró una locura ecológica tal, que ya las Naciones Unidas acaban de convocar al mundo para prepararse, instando a cada persona a elaborar su propio “plan de lucha” para hacer frente a esta inédita crisis climática.

Las temperaturas extremas alcanzan a todo el hemisferio norte. Desde California hasta China, las autoridades hicieron un llamado a la población a tomar medidas para protegerse del calor, hidratándose correctamente y cuidándose del sol.

Convergentemente, varias regiones de Europa están en alerta rojo debido al “peligro extremo” que implican tan altas temperaturas veraniegas.

Por caso, cientos de bomberos luchan contra los incendios en el archipiélago de las Islas Canarias, pero, sobre todo, en Grecia, donde se libra “una enorme batalla” contra las llamas al oeste de Atenas y en la turística isla de Rodas, según el ministro de Crisis Climática y Protección Civil, Vassilis Kikilias. Y se prevé una nueva ola de calor, con temperaturas que alcanzarán los 44ºC, y con condiciones meteorológicas difíciles debido a los fuertes vientos, de hasta 60 kilómetros por hora, que soplan en algunas partes del país y avivan las llamas.

A pesar de las órdenes de evacuación de las autoridades griegas en algunas localidades situadas entre 50 y 80 km de Atenas, algunos residentes se negaron a abandonar sus hogares. En el otro extremo del Mediterráneo, en España, las temperaturas alcanzaron 45,3ºC en Figueras, en la comunidad autónoma de Cataluña (noreste), y 43,7ºC en las Islas Baleares, según la agencia meteorológica Aemet.

Ya se batieron récords de temperatura en todo el mundo y se esperan aún peores olas de calor.

Phoenix, la capital de Arizona, en el sur de Estados Unidos, batió un récord similar que se mantenía desde hacía 49 años, con su 19º día consecutivo de temperaturas de 43,3 grados centígrados o superiores.

En el sur de Francia, se batieron récords, principalmente en altura en los Alpes (este), los Pirineos (oeste) y la isla de Córcega. Estos récords están entre 8°C y 11,9°C por encima de los valores normales.

Ante tal pavoroso escenario, Naciones Unidas -in extremis- llamó al mundo a prepararse para “olas de calor más intensas” e instó a cada persona a elaborar su propio “plan de lucha” para hacer frente a temperaturas tan extremas.

Ante datos semejantes, la nefasta autogestión climática personal / empresaria / gubernamental, por ignorancia, codicia o locura; ratifica el desafío urgente de proteger nuestro planeta, lo cual implica urgentes acciones cooperativas en la búsqueda de un desarrollo sostenible.

Finalmente, sin procrastinaciones ideológicas ni idioteces codiciosas, se trata de esa contundente e impostergable restauración de la ecología en su totalidad e integralidad, la cual supone combatir -cooperativa y mancomunadamente- tan grave crisis del ambientalismo global y del conservacionismo integral, a partir de una educación cooperativa ambiental, esto es, aquello que abarca todas las dimensiones del ser humano y la ecológica, esa que integra el lugar específico que el ser humano debiera ocupar en este mundo y sus relaciones de usos y consumos con la realidad que lo rodea; ahora con una perspectiva y prospectiva responsable, duradera e inteligente.

Por último, con los cinco continentes “gravemente enfermados” por semejante descalabro ecológico, demorar la precaución, remediación y reversión del caos climático actual, es poner a la población mundial en estado de movilidad, desprendimiento y hasta de ridícula autoinmolación personal, entonces irreversibles.

Quizás ante nuestro próximo estío, nos anime recordar algún verso del Martin Fierro: “Su esperanza no la cifren/ nunca en corazón alguno./ En el mayor infortunio/ pongan su confianza en Dios,/ de los hombres, sólo en uno,/ con gran precaución en dos”. (Claro: que no sean Trump o Bolsonaro).

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