No hay salidas milagrosas

Por Eduardo Ingaramo

No hay salidas milagrosas

Esta nota la escribí hace un mes, pero decidí no publicarla por los efectos que podía tener en el sistema bancario y cambiario. Desgraciadamente tenía razón y ha quedado en evidencia lo siniestro del plan. En el LATAM Economic Forum 2023, Milei dijo “que dolarizarían al precio del dólar MEP ($ 730 por dólar); también dijo que “pedirán prestado para rescatar las Leliq que garantizan en el BCRA los depósitos de los ahorristas, con un bono que cotizaría a 25% o 30%”. Sus enviados a EEUU –Darío Epstein y Juan Nápoli- para verse con 75 banqueros dijeron que “después de las elecciones esperaban una hiperinflación”. Mientras que Cavallo –su maestro- dijo “comete el error de explicar con detalle todo, pero no me hace caso”.

Dentro de la vorágine de palabras técnicas de su discurso es posible que muchos no lo comprendan, por lo que corresponde explicar que significan para nuestra vida y la del país: una dolarización a 730 pesos por dólar implica una devaluación del 108%. Como sabemos desde fines de 2015, cuando Prat Gay dijo que aumentar el dólar oficial de 9 a 15 pesos por dólar “no afectaría los precios que ya están calculados al dólar paralelo” y no ocurrió, tampoco ocurrirá ahora: los precios saltarán: la sola mención de ese valor produciría una hiperinflación, tal como anunciaron sus emisarios a EEUU.

Milei también dijo que “por ello aumentarían los bienes transables, luego los mayoristas, luego los minoristas y luego los salarios”, por lo que el aumento de los precios produciría un empobrecimiento masivo de la población asalariada y jubilados, una gran recesión y un aumento de la desocupación que retardaría el aumento de los salarios, salvo aquellos que con sindicatos poderosos logren ajustarlos rápidamente. El resto debería sufrir una pobreza extrema por muchos meses o años, hasta que se recupere la actividad económica general.

Pero el daño del plan descripto no termina allí. La dolarización, o la devaluación como está planteada, exige que se rescaten los 17.000 billones de pesos en Leliq, que en su discurso planteó a partir de un préstamo –días después afirmaron que tres Fondos de Alto Riesgo (“buitres”) ofrecieron 60.000 millones de dólares para suscribir un bono garantizado por las Leliq “que cotizaría entre el 25% y 30% de su valor nominal en el mercado secundario”. Eso significaría que a la perdida por devaluación (108%), los depositantes perderían inicialmente un 75% adicional de sus depósitos, en especial aquellos que deban retirarlos de los bancos para financiar la reducción de sus ingresos o su capital de trabajo por la ruptura de la cadena de pagos y quiebras de las PyMEs.

Mientras tanto, ganarán los que no los necesiten y puedan sostenerlos hasta que venzan, tal como ocurrió con los Bonex. O sea, los Fondos Buitre y los grandes inversores.

El plan implica producir simultáneamente los efectos del plan Bonex (1990) y la pesificación asimétrica (2002), con quiebra de empresas, pérdida de empleo, aumento de la desocupación, disminución real de los ingresos de los asalariados y jubilados, aumento de la pobreza e indigencia y ganancias para unos pocos.

La confesión de Cavallo, “no me hace caso”, no es más que la ratificación cínica de lo que planean sus continuadores en el gobierno menemista y ahora principales referentes de Milei, Roque Fernández y Carlos Rodríguez, junto a su equipo de entonces: Guillermo Franco, Emilio Ocampo y Darío Epstein.

Que lo descripto ocurra o no, depende de que en las elecciones generales Milei no sea el candidato más votado, dado que si así ocurriera sería inevitable una nueva corrida cambiaria, donde la familia Marra, dueña de Dólar Hoy y la mayor casa de cambio en línea, haría su tarea en una fuga masiva de depósitos hacia los dólares financieros y “blue”. Tal como lo preví hace un mes, Milei disparó con sus declaraciones una corrida bancaria y con la familia de su socio Marra aceleró la corrida cambiaria, que según todos los sectores es un plan del tipo “cuanto peor (para las mayorías), mejor (para unos pocos)”. Igual pudo ocurrir en 2019, cuando se disparó el dólar hasta que Alberto Fernández calmó el mercado señalando que “un dólar a 60 es razonable”, aun sabiendo que eso podía sumarle votos a Macri que había iniciado el incendio, como finalmente ocurrió en las elecciones generales. También en 2015, se produjo una devaluación, cuando Alfonso Prat Gay dijo “los precios están calculados al dólar blue” y devaluó el dólar oficial de 9 a 15 pesos, generando un aumento generalizado de precios que nos empobreció a todos, por lo que no parece extraño que Mauricio Macri pendule entre Milei y su propia candidata, lo que deja a Patricia Bullrich en una situación muy incómoda.

Ahora sabemos quiénes son los incendiarios, y quienes los que proponen evitarlo, aunque todavía haya dudas razonables sobre si sólo son promesas de campaña o podrán lograr que nuestros ingresos y ahorros se pulvericen.

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