PASO 2025 y oferta electoral

Por José Emilio Ortega

PASO 2025 y oferta electoral

Otra vez, entre torbellinos, el oficialismo de turno propone suspender PASO. Sorprende, cuando esas primarias han permitido instrumentar un genuino proceso de selección de candidatos, igualando chances entre oficialistas y opositores (frentes no oficialistas ganaron en 2015, 2019 y 2023).

Alguna vez criticadas por oficiar de “gran encuesta nacional”, las PASO fungen de termómetro para identificar la intensidad de propuestas o actores y su grado de adhesión. La votación plebiscita los debates y delinea los perfiles ideológicos de la primera vuelta y ballottage.

Para quienes peinamos canas y recordamos el 2001 (tras un anticuado sistema electoral, el voto bronca, las listas colectoras, etc.), las PASO mejoran la calidad de la participación, fortaleciendo la legitimidad de los candidatos. La conformación de la oferta electoral final, influenciada por los resultados de las primarias, reflejará las preferencias y diversidad política del electorado.

Por otra parte, en un escenario como el actual, insuflaría posibilidad a fuerzas parecidas pero diferentes para canalizar debates, propuestas, candidatos.

Alianza entre LLA y PRO

Algunos hablan de fusión (no está claro si es por absorción), pero las últimas semanas no indican que, entre los principales referentes (Javier Milei y Mauricio Macri) haya voluntad de identificación total. La alianza entre ambas fuerzas, primera y tercera de acuerdo a las últimas elecciones presidenciales, podría conformar un frente representativo ideológica y territorialmente. Ambos partidos tienen una base incuestionada de apoyo, por lo que podrían fortalecer su posición en 2025.

Si ambas fuerzas comparten valores, principios o propuestas programáticas, deberían avanzar en armonizar sus objetivos, logrando la coherencia que en la actualidad (lo vemos en el Congreso) no se termina de afirmar.

El principal enemigo de este intento es el desgaste interno; los errores, fracasos, conflictos y divisiones advertidas en estos meses, ralentizan su consistencia. Existe además el riesgo de que una o ambas fuerzas diluya su identidad (quizá el mayor capital que ostentan hoy los principales líderes del espectro analizado, sobre todo el oficialismo, y dentro de éste el propio Milei), afectando su capacidad de diferenciarse de la “casta” política. Esto es importante porque una alianza mal presentada puede afectar las fidelidades hoy alcanzadas.

¿Peronistas somos todos?

Mientras tanto, la oferta que deviene del antiguo justicialismo hoy se muestra desperdigada y debilitada. ¿Podrían beneficiarse kirchneristas y peronistas “republicanos”, de alguna estrategia de coordinación o unidad en 2025?

Independientemente de su articulación dentro de una PASO, es crucial que se perciban como fuerzas opositoras consistentes, articulando propuestas alternativas. Gobernadores peronistas con cierta visibilidad nacional (entre ellos kirchneristas como Kicillof o Quintela, y “republicanos” como Llaryora) parten de una necesidad compartida: renovarse, incorporar a sectores más amplios, recuperar a defraudados.

Mientras se analiza qué hacer con el Partido Justicialista – dinosaurio definitivamente muerto tras los últimos escándalos que envolvieron a su renunciado presidente Alberto Fernández-, hará falta humildad y perseverancia para retomar conversaciones entre dirigentes de ese espectro que se abran a cuadros desarrollistas, radicales, e incluso centro derechas o centro izquierdas moderadas. Resetearse. Juntos o separados, parecen atravesados por la misma estrategia electoral. El Congreso ofrece una oportunidad. El electorado también: hay millones de argentinos que jamás votarán una propuesta conservadora.

Oferta posible

La práctica política va conformando una hipotética competencia, para 2025, entre estos grandes sectores:

Frente conservador libertario liderado por Javier Milei: ultra personalista, conformada por candidatos sin mayor nivel de conocimiento (se deberá mejorar la selección de integrantes de las listas, para evitar los graves yerros experimentados en estos meses con diputados o senadores del sector). Su viabilidad está atada al éxito del presidente en el combate a la inflación y la mejora de la situación socioeconómica. La incorporación de dirigentes de otras fuerzas políticas e independientes vía cooptación (sin variantes respecto a los tiempos de “la Casta”) no ha cambiado demasiado la conformación del frente hasta hoy.

Frente conservador clásico liderado por el PRO de Mauricio Macri: dada la trayectoria del ingeniero boquense y su base de seguidores podría ser una alternativa para quienes buscan un cambio sin peronistas. La inclusión de dirigentes del radicalismo y de la coalición cívica, que hoy parece mantenerse (aunque desgastada) permitiría consolidar una alternativa.

Kirchnerismo: sigue siendo una fuerza de peso electoral, especialmente entre los sectores de centro izquierda y populares. Bajo el liderazgo de Cristina Fernández, corre el riesgo de encapsularse. El desprestigio generado por las instancias judiciales que atraviesa el ex presidente Alberto Fernández le exige una renovación de dirigentes y oferta.

Peronismo no kirchnerista: con su arraigo en diversas provincias del interior, el justicialismo sigue siendo una fuerza política importante en Argentina. La posibilidad de formar un frente renovado, junto a radicales y ex dirigentes del PRO menos conservadores podría generar una propuesta amplia y adaptable a las distintas realidades regionales del país.

Izquierda tradicional: sin el peso electoral determinante de otras corrientes políticas en Argentina, dirigentes como Miriam Bregman o Nicolás del Caño siguen siendo una voz crítica en el debate político nacional. Su presencia contribuye a la diversificación del espectro ideológico y aporta perspectivas alternativas.

2025 está a la vuelta de la esquina. El perfilamiento de la oferta electoral es inevitable. La necesidad de permanentes acuerdos en el Congreso (que expone permanentemente a sus protagonistas) y la articulación de alianzas donde incidan más los políticos que deben ver el largo plazo que los consultores contratados para ganar la elección que viene, serán fundamentales para templar eventuales alianzas, candidaturas, programas y humor electoral.

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