La derrota en Marcos Juárez no debió sorprender al schiarettismo. El fracasado intento de vencer a Pedro Dellarossa, asumido implícitamente por el ministro Carlos Massei (baqueano si los hay), era quimérico.
El padre del intendente, don Henry Dellarossa, es un prócer regional. Seis veces mandamás local, ni Eduardo Angeloz, ni Ramón Mestre (padre), ni José Manuel de la Sota procuraron menoscabar esa conducción, montada sobre un partido vecinal. Ante los ejecutivos provinciales, el marcosjuarense fue muy respetuoso. Al desarrollo de infraestructura y mejores condiciones para la inversión privada, don Henry sumó asociaciones productivas, el club de rotarios, la instalación de una delegación universitaria, entre tantas iniciativas.
Departamentos como Marcos Juárez, enclavados en el corazón de la Región Centro, de base inmigrante y volcados a la producción agroindustrial, se mueven más atentos al pulso de sus homólogos santafecinos de Caseros, Villa Constitución o Rosario que a las novedades que provienen de la capital cordobesa. Los congresos CREA o de la Asociación Argentina de Productores de Siembra Directa poseen más relevancia que un ‘zoom’ de las “Lideresas” de Alejandra Vigo o algún besamanos con Juan.
Ya en 2002, el justicialismo de José Manuel de la Sota (precandidato presidencial por entonces) decidió ser parte de la lista de la Unión Vecinal. Dellarossa (padre) dejó hacer pero un día después de la elección -como la actual, anticipada al mes de septiembre-, y ante cierta efervescencia peronista dijo sin escalas al diario La Nación: «El vecinalismo es el que luchó por el triunfo y por el espacio de poder y si Unión por Córdoba quería acompañarnos, que lo hiciera». Los límites estaban claros. Aunque el justicialismo acompañó también al sucesor de Henry, Eduardo Avalle, en sus dos períodos.
La llegada de Pedro Dellarrossa a la ‘premier league’, protagonizando el primer triunfo de Cambiemos con protagonismo de Mauricio Macri y aliados, llevó el rumbo político hacia otros destinos.
La disputa interna entre las dos potenciales sucesoras del actual intendente, Sara Majorel y Verónica Crescente, puso en acción a los capitostes de Hacemos por Córdoba aportando suministros y subordinando candidatos de su propia lista, a la presencia presuntamente estelar de la ex secretaria de Gobierno municipal.
Para los vendedores de encuestas y parafernalia electoral diversa, el asunto era pan comido. En la tierra donde Macri plantó bandera en su camino a la presidencia, Juan Schiaretti le daría una lección a los amarillos, entonaría su versión más productivista, señalaría a Dellarossa Jr. la inconveniencia de espantar aliados peronistas o resignarse a las divisiones, enviaría un mensaje a díscolos intendentes kirchneristas que a pocos kilómetros de Marcos Juárez maquinan diversas alternativas, lanzaría su candidatura presidencial 2023 y levantaría, generoso, la mano de su delfín, Martín Llaryora, ungiéndolo candidato a sucederlo en el Panal, ante el vítore generalizado.
Passerini, el más vivo
Muchos días antes del 11-S, dos fuentes del peronismo cordobés, con amplio conocimiento de la zona, señalaron que el triunfo era imposible. “La marca Dellarossa es imbatible, son muchas décadas de un proyecto que se fue renovando”, señala uno, desacreditando lo que marcaban todas las encuestas. “Marcos Juárez es gorila y rechaza no sólo a las intromisiones desde Córdoba, sino particularmente a las que tienen demasiado tufillo peronista”, apuntó el otro. “Es muy difícil que los vecinos de la localidad se hagan eco de una rencilla que terminó al irse Crescente”, concluyeron. Faltaban más de cuatro semanas.
Mientras tanto, la gestión provincial siguió sumando reveses: en los últimos días se agregó la mayor cifra de desmonte ilegal de los últimos años. Además, la situación de Nora Bedano, presidenta de la Agencia Córdoba (in)Cultura, por innumerables metidas de pata que colmaron la paciencia de todos. No hay capacidad para salir del agobio.
Valga como ejemplo un anuncio que Schiaretti realizó en la campaña de Crescente, seguramente con encuestas en mano, y que detonó una crisis irresuelta. En el mes de agosto, se comunicó un ambicioso plan de obras para la Ruta Provincial 6, incluyendo el retiro de los peajes con que hoy cuenta. La vía nace en Tercero Arriba y atraviesa San Martín, Unión y Marcos Juárez (aproximadamente 300 kilómetros), siendo muy utilizada regionalmente. La administra un consorcio conformado por los municipios que traspasa, presidido desde 2012 por la contadora Paula Córdoba, valorada intendenta de Los Surgentes. Cuenta con personal formado y razonable en número. Sus ejercicios financieros son superavitarios.
La decisión del Gobernador fue transmitida como un dictado imperial, sin ninguna conversación con el Ente administrador (que deberá liquidarse y despedir a sus 60 empleados), ni tampoco con los jefes locales. El hondo malestar continuó entre Provincia y municipios involucrados, mientras se asignó a tres ministerios (Coordinación, Obras Públicas y Gobierno) la negociación. “Se pasaron la pelota unos a otros y el destrato fue absoluto”, dicen cerca de los intendentes. El conflicto continúa.
Si el desgastado Massei, buscando relanzarse, convenció al Gobernador para hundir la cuchara en un conflicto ajeno (fenomenal burrada); si los marketineros políticos sólo vieron una oportunidad de facturar servicios; si la mesa chica del Panal presentó batalla sin escuchar a los propios; si Juan no pudo transferir su prestigio (aunque Dellarossa y las figuras del PRO sí lo hicieron) será parte de una historia que olvidaremos pronto. Queda firme la paliza, donde Crescente no sumó un voto a los que ya tenía el peronismo local. Queda el empoderamiento de Juntos por el Cambio y su entusiasmo para afrontar las contiendas electorales de 2023.
Consultadas nuevamente aquellas fuentes vaticinantes de la derrota, rechazan elogios. “Era evidentísimo”, explican. Comenta uno: “Fijate Pedrito que algunos dirigentes, sobre todo los veteranos, se hicieron los distraídos a la hora de poner la trucha ¿Lo viste a Daniel Passerini (hombre del departamento) por algún lado?”. Sugiero que a lo mejor no lo invitaron. “Si quería salir en la foto, ¡Iba lo mismo!”, enfatiza. El otro acota: “Fue el más vivo: ¡Se hizo el ‘sota’!”.
“Quilombos ‘Crescentes’”, bromean ambos; y aunque parecen tomárselo con soda, se los percibe, como a todos los peronistas cordobeses, más que preocupados.