Soy o estoy

El idioma castellano –o español- es el único que diferencia entre ser y estar. Esto nos permite entender y aplicar lo que a intelectuales que desarrollan sus ideas en otros idiomas les resulta muy difícil, sino imposible. Por Eduardo Ingaramo.

Soy o estoy

Especial para HDC

El idioma castellano –o español- es el único que diferencia entre ser y estar. Esto nos permite entender y aplicar lo que a filósofos, psicólogos, sociólogos, entre otros que desarrollan sus ideas en otros idiomas –inglés, francés, alemán, etc.- les resulta muy difícil, sino imposible.

Eso es visible en la mayoría de sus publicaciones que lideran las referencias científicas de occidente en esas disciplinas.

Para los hispano-hablantes es extremadamente simple la diferencia entre lo que es permanente –ser- y lo que es transitorio o circunstancial –estar-.

De todos modos la influencia de traducciones de aquellos referentes que no pueden diferenciarlo, nos lleva a afirmar por ejemplo que “somos docentes” cuando en realidad eso es una actividad transitoria y en determinadas circunstancias, ya que no “somos” docentes siempre, todo el tiempo o en circunstancias familiares, entre amigos o cuando actuamos como consumidores, productores, etc.

Por ello, “no somos docentes, trabajadores, etc.” sino que “estamos” actuando como tales, mientras que en otros momentos o circunstancias “estamos actuando en tal o cual rol”.

La diferencia no es solo semántica –referida a palabras- o semiótica –referida a lo verbal y no verbal-, en la medida que “ser” sería absoluto, permanente y definitivo. Mientras que “estar” es transitorio y en ciertas circunstancias o roles, por lo que es modificable.

No resulta extraño entonces que buena parte de las bibliotecas desarrolladas en otros idiomas se afirman en el mejor de los casos en pequeñas modificaciones de lo que “son”, cuando la realidad es que los seres humanos “somos diversos” en distintos ámbitos y capaces de cambiar mucho en el tiempo de acuerdo a las experiencias vividas que nos desafían a cambiar, así como suelen ratificar algunas de nuestras caracterizaciones simplemente por la costumbre.

Las reiteradas invocaciones a “dar mi máximo esfuerzo” o “dar lo mejor de mí” que son habituales en las escuelas conductistas frecuentes en los libros de auto ayuda, son muestras del esfuerzo que se supone debemos aplicar a nuestras conductas, por la dificultad de otros idiomas en reconocer “la diversidad” natural de las personas en distintos momentos y distintos roles, que así permiten y visibilizan nuestras contradicciones.

Es posible suponer que las descalificaciones personales absolutas, tan frecuentes en las redes sean al menos en parte, consecuencia de la dificultad de diferenciar el ser y estar, que impide ver lo que es permanente, definitivo e inmodificable, de aquello que es transitorio y modificable de una persona.

En realidad “somos” caracterizados en muy pocas cosas, mientras que la mayoría de nuestras características y comportamientos son aprendidos, heredados, culturales, referidos a etapas de vida y condicionados por los contextos por lo que si cambian esas causas o se las interpreta de modo distinto, pueden modificarse sin gran dificultad.

Por ello, casi nada es inmodificable en nuestro comportamiento, aunque algunos son más difíciles que otros en las que diversas disciplinas y prácticas intentan intervenir para lograrlo.

Las constelaciones familiares que buscan identificar y reinterpretar las historias familiares, el psicoanálisis que busca identificar los aspectos inconscientes referidos al “Ello” –pulsiones y deseos- que se contrapone al “Superyó o Súper ego” que es la instancia moral y enjuiciadora de la actividad impulsada por el Ello. Así ambas serían mediadas por el “Yo” que es la instancia psíquica actuante que aparece como mediadora entre las otras dos.

La sociología desde su concepto de “rol”, o sea la función que alguien o algo desempeña, segmenta los comportamientos observados, interpretándolos y configurándolos en diversos contextos, lo que permite entender la diversidad de las personas y comportamientos sociales.

Desde la filosofía, José Ortega y Gasset y su afirmación “yo soy yo y mi circunstancia” anuncia la influencia del contexto en las características humanas.

La auto-afirmación a la que somos muy afectos que se expresa en el “soy así”, es implícitamente una forma de renunciar a cambiar y/o a ignorar los cambios que se han producido en nuestras vidas.

Si solo miramos hacia atrás, en especial los que tenemos varias décadas vividas, veremos la enorme cantidad de cambios que hemos vivido y a las que nos hemos adaptado tanto por la reinterpretación de la historia, los cambios en el contexto, en nuestros roles y etapas de nuestro ciclo vital.

En ese camino de cambios, no hemos perdido nuestra identidad que caracterizaría lo que “somos”, simplemente porque la mayoría de las veces “estamos” viviendo sentimientos, interpretaciones, contextos, sus percepciones y objetivos que van cambiando.

Como conclusión creo que es posible cambiar si somos capaces de aprovechar la riqueza de nuestro idioma y entender la diferencia entre “ser” y “estar” para no quedar sometidos solo a la costumbre.

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