Un conflicto poco o mal explicado

Por Eduardo Ingaramo

Un conflicto poco o mal explicado

No importa a quienes leas o escuches. Como en todo conflicto de alta intensidad la primera víctima es la verdad o verdades. Entenderlo exige acceder a muchos medios y reconocer aquello que ninguno dice u ocultan. Por lo que este ejercicio intelectual e informativo, podrá servirnos para ponderar otros conflictos que seguramente le seguirán.

Todos los gobiernos están expuestos al escrutinio público de sus votantes, por lo que siempre habrá motivaciones internas en sus acciones, tanto las referidas a la satisfacción de sus votantes, como por la actitud de sus adversarios internos y fuentes de poder real.

Todos los gobiernos involucrados en el conflicto –Biden (EEUU), Zelensky (Ucrania), Putin (Rusia)- o los que tienen intereses en él –Macron (Francia), Scholtz (Alemania), Johnson (Reino Unido)- juegan su primera carta en virtud de esa variable interna. La historia lo corrobora.

Actualmente, los mencionados Biden, Zelensky y Macron están a las puertas de elecciones en las que parece tendrán problemas, Scholtz y Johnson tienen problemas internos y solo Putin parece tener su continuidad garantizada.

No soy muy avispado si señalo que la invasión a Irak de George Bush (2003) estuvo basada en la mentira reconocida sobre “armas de destrucción masiva” –revelada por la CIA-, o las invasiones de la OTAN a los Balcanes (1994), Libia (2011), Siria (2015), etc. han sido la causa por la que Europa sufre una inmigración descontrolada de refugiados.

Quizás tampoco si menciono la histórica alianza de los países angloparlantes –EEUU, Canadá, Reino Unido, Australia y a veces Nueva Zelanda- en todas las guerras que se sucedieron a la 2° guerra mundial, que se ha perfeccionado recientemente con el acuerdo AUKUS –Australia, Reino Unido y EEUU- que rompió un contrato de fabricación de submarinos con Francia, quien dijo sentirse traicionada.

El liderazgo de EEUU, ha sido desde la 1° guerra fruto de su lejanía a los lugares donde se desarrollaban las guerras, con lo que podía mantener su infraestructura y vender armas a sus aliados, mientras no se involucraba directamente con su ejército.

En la 1° guerra (1914-1918) ingresó en 1917 mientras que Thomas W. Wilson vendía sus armas a sus aliados europeos con préstamos.

En la 2° guerra (1939-1945) ingresó en 1942 luego de ser atacada por Japón y cuando Alemania había sido frenada a las puertas de Moscú en su primera derrota en la que Rusia reportó 26 millones de muertos -7 millones de soldados y 19 millones de civiles-.

Aunque a diferencia de la 1° guerra Franklin D. Roosevelt, alquilaba y donaba el equipamiento, pero sin enviar soldados hasta 1943. Todo ello, luego que en los 30 se reivindicaba a Hitler por su cruzada anticomunista -la revista Time lo declaró personaje del año en 1938-, y muchos estadounidenses poderosos lo admiraban –Henry Ford, Rockefeller, entre otros.

Al final de la 2° guerra la creación del FMI y el Banco Mundial (entonces el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento) que condujeron el Plan Marshall e impusieron al dólar estadounidense como moneda internacional de intercambio y reserva, lo que aumentó aún más el liderazgo occidental de EEUU, por lo que se formó la OTAN para enfrentarse al Pacto de Varsovia que se creó alrededor de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) durante la guerra fría.

Las presiones de Donald Trump para que los europeos aumenten su presupuesto militar –y en la OTAN- al 2% de su PIB, resistidas por varias potencias –entre ellas Alemania-, parece tener continuidad con esta historia de enredos que repite la historia de promoción de la industria militar estadounidense que presiona a la Casa Blanca, luego de que la pandemia disminuyera la venta de armas y otros oferentes –Rusia, China y Francia- compitan con ventajas tecnológicas y de precio con las estadounidenses. Turquía, India, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos ya han optado en los últimos años por cambiar de proveedor de armamento y enfrentan sanciones de Estados Unidos.

Por ello, parece muy similar el conflicto en la frontera ruso-ucraniana, donde es posible pensar que se actúa ocultando conflictos internos en Washington y Reino Unido, mientras se promueve la compra de armas de los países miembros de la OTAN afectados, enfrentado al “enemigo” común imaginario, que ha desarrollado un arsenal más eficaz y tan mortal como el norteamericano.

La relación ya tensa entre Europa y EEUU, desde que Julián Assange en Wikileaks reveló la inteligencia de EEUU realizada sobre importantes líderes políticos europeos (2010), se ha ido deteriorando por los antecedentes más inmediatos como la salida de EEUU de Afganistán, donde los gobiernos europeos se enteraron por los diarios, y sobre todo desde las sanciones impuestas a las empresas constructoras rusas y europeas del gasoducto Nordstream II, que abastecería a Europa de gas suficiente y barato para la transición a energías limpias, reemplazando el gas licuado de EEUU más caro, en una clara pretensión monopólica o mercantilista, por lo que en 2021 su precio ha aumentado varias veces su costo en el mercado europeo que está desabastecido.

La solución parece pasar porque Europa retome el liderazgo en el problema –quizás con el Cuarteto de Normandía formado por Francia, Alemania, Ucrania y Rusia- y haga cumplir los acuerdos de Minsk (2014)- priorizando desde la UE, sus intereses comerciales y geo estratégicos con Rusia que le provee de petróleo, gas y minerales imprescindibles para todos ellos, inclusive los países ex soviéticos -y ruso fóbicos- del este europeo.

Por eso, los países de la UE deberán repensar su política de seguridad, reemplazando a la OTAN por un sistema propio que no responda a los intereses de EEUU, que crea problemas donde no los hay y los ignora frecuentemente, salvo cuando requiere su beneplácito y acompañamiento en algunas de sus excursiones guerreras, en las que Europa sufre sus consecuencias.

Quizás cuando se publique esta nota, se hayan sucedido hechos que ocurren hora a hora, pero eso no cambia las causas internas de los países, los intereses de la industria militar y su influencia en los medios masivos de occidente que desde noviembre 2021 anuncian “una inminente invasión rusa en Ucrania”, que no ocurre, lo que la está convirtiendo en una nueva “Fake news” de la inteligencia estadounidense y la prensa “occidental” hegemónica.

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