Una emboscada
El próximo jueves 20, la Cámara Quinta del Crimen con jurados populares, comenzarán a juzgar a un padre, una madre y a un joven, hijo de ambos, acusados por el asesinato de Mauricio Soria de 28 años. La acusación es muy grave ya que se trata de homicidio calificado por el concurso premeditado de dos o más personas, y al menos el padre, Daniel Fernández de 46 años, con antecedentes penales, y su hijo Brandon de 21 años, están casi condenados de antemano por haber sido los presuntos autores materiales, pero con una prueba abrumadora que los involucra. La madre habría actuado como señuelo y carnada para consumar un ataque planificado.
El hecho sucedió durante la noche del 12 de junio del año pasado en la manzana F de barrio Renacimiento, ubicado en la zona este de nuestra ciudad entre el cementerio San Vicente y la circunvalación. Según la investigación de la fiscal Florencia Espósito, habría habido un enfrentamiento previo entre dos familias, posiblemente por narcomenudeo y algunas “viejas cuentas no saldadas”. Aquella noche, los Fernández fueron a la casa de Soria y lo esperaron armados con una escopeta calibre 12 y dos revólveres calibres 32 y 38. Ni bien llegó la víctima en un auto, acompañado por amigos con quienes habían ido a comprar pizzas para cenar, los acusados desataron una balacera infernal. Uno de los disparos, impactó en la cabeza de Soria quien finalmente falleció en el Hospital de Urgencias.
Aunque es muy probable que el fiscal Marcelo Fenoll sostenga la acusación, habrá que ver que cuestiones surgen en las audiencias, sobre este tremendo hecho de violencia urbana y con mucha pinta de haber sido una emboscada.
Palabras al viento
El Poder judicial argentino tiene en general, un conservadurismo muy sólido y una notable invisibilidad social, que le permite a los funcionarios y magistrados “pícaros y deshonestos”, mezclarse y esconderse entre los decentes, que no son pocos, pero que suelen ser muy cuidadosos para evitar problemas interiores, y que por lo tanto sostienen el status quo en el que no cambian “ni el perro ni el collar”. Los niveles de desaprobación popular e insatisfacción con La Justicia siguen siendo muy importantes, pero al fin y al cabo… ¿a quién le importa?
Hace algunos días, en el acto celebratorio del cumpleaños 100 del Tribunal Superior Provincial, su Presidente Luis Angulo, dijo entre otras cosas, que “la sociedad espera que sus jueces no sólo sean imparciales, sino que su vida, integridad y prudencia sean un espejo que refleje la inquebrantable confianza en la Justicia”. Sin dudas, son palabras acertadísimas, que todas y todos los jueces y fiscales deberían respetar a rajatablas. Sin embargo, entre las autoridades presentes en el acto que se hizo en Tribunales Uno, y al lado del Dr. Angulo, se encontraba Ricardo Lorenzetti, uno de los tres jueces de la actual Corte Suprema que lamentablemente dista muchísimo de ser cristalina, transparente y respetuosa de la Ley y de la Constitución. No hace falta exponer aquí el montón de llamativos fallos y acuerdos de los jueces Lorenzetti, Rosatti y Rosenkrantz (y también el cordobés Maqueda hasta fines del año pasado), pero en el ambiente judicial, político, empresarial y mediático, donde casi todos “se tienen las costillas contadas”, se sabe que esta Corte (y varios jueces inferiores), están subordinados a designios e intereses poderosos y mayormente alejados de la verdad, con una “balanza” cuyo fiel pocas veces se mueve como debería. De hecho cuando el Congreso de la Nación en el año 2013 por amplia mayoría aprobó la Reforma Judicial, los supremos rápidamente la declararon inconstitucional. Sólo para recordar, en México entre otros países, e incluso en la mayoría de los 50 estados de USA, los ciudadanos votan al sheriff y a los jueces. ¡Sí, en Estados Unidos!
Pero acá, el “juego inclinado” pareciera estar asumido y naturalizado. Mientras tanto, puertas adentro de este Poder Judicial, se pueden escuchar hermosos discursos, lógicos y criteriosos, pero que al menos por estos tiempos no son más que palabras al viento.
