La subsecretaria de Estado de EEUU, Victoria Nuland, reconoció que en Ucrania hay laboratorios biológicos cuyo contenido Washington quisiera ocultar de Moscú. La existencia de este tipo de instalaciones estaba siendo tachada de teoría conspirativa y de campaña rusa de desinformación por parte de Occidente, pero ahora EEUU ha admitido que dichas instalaciones existen realmente.
El cambio de actitud se dio después de que la cancillería china requiriera formalmente a Washington que respondiera a la denuncia rusa sobre la documentación que revela que en los laboratorios financiados por EEUU en Ucrania se fabricaron armas bacteriológicas prohibidas desde 1971. La importancia concedida por Washington a la declaración de China sugiere que EEUU estaría dispuesto a aceptar los límites que sus principales aliados europeos quieren poner a su duelo con Rusia por la hegemonía euroasiática.
La subsecretaria Nuland debió testificar ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado sobre Ucrania. Durante la audiencia el senador Marco Rubio le preguntó si Kiev tiene armas biológicas, a lo que la funcionaria respondió que «Ucrania cuenta con instalaciones de investigación biológica, de las que, de hecho, nos preocupa que las tropas rusas puedan intentar hacerse con el control, por lo que estamos trabajando con los ucranianos en cómo pueden evitar que cualquiera de esos materiales caiga en manos rusas, en caso de que se acerquen», dijo.
Acto seguido Nuland dijo que estaba segura de que, si hay un ataque biológico, será por parte de Rusia. Si los laboratorios no tuvieran importancia militar, a Nuland no le preocuparía que caigan en manos de las tropas rusas, pero, al decir que Rusia será responsable de que se produzca un «ataque con armas biológicas o químicas», ha admitido indirectamente lo que el gobierno ruso ha estado diciendo todo el tiempo: que los biolaboratorios financiados por EEUU están trabajando en el desarrollo de armas biológicas en suelo ucraniano.
Victoria Nuland es una dura funcionaria de carrera, militante del neoconservadurismo, y su esposo, Robert Kagan, es uno de los principales ideólogos de esta corriente que ha orientado la política exterior de EEUU desde el gobierno de Ronald Reagan (1981-89), con la sola excepción del período de Donald Trump (2017-21). No es habitual que la hoy subsecretaria reconozca errores y, mucho menos, ser cómplice en la comisión de delitos de lesa humanidad. ¿Por qué lo hizo?
La declaración de la funcionaria sucedió casi sin pausa a la velada advertencia china. El portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores chino, Zhao Lijian, declaró que China había solicitado que EEUU revele detalles sobre sus laboratorios biológicos en territorio ucraniano. “Estados Unidos tiene 336 laboratorios en 30 países bajo su control, incluidos 26 sólo en Ucrania. Debería dar cuenta de sus actividades militares biológicas en su país y en el extranjero y someterse a una verificación multilateral”, advirtió el portavoz. El inmediato efecto que tuvo la presión china indica la importancia que la Casa Blanca reconoce a las gestiones que Pekín, Berlín y París están llevando para resolver el conflicto en Ucrania.
En la misma dirección, Rusia instó a EEUU a aclarar qué actividad se estaba llevando a cabo en los biolaboratorios financiados por el Departamento de Defensa en Ucrania. Según declaró la portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores ruso, María Zajárova, «se confirmaron las preocupaciones que hemos expresado repetidamente desde hace tiempo respecto al desarrollo por EEUU en territorio de Ucrania de materiales biológicos de uso militar». Además, la vocera quiso saber si los materiales producidos en esas instalaciones fueron efectivamente destruidos. «¿No cayeron en manos de extremistas, de nacionalistas? ¿Quién dará estas garantías?», preguntó.
La historia comenzó el pasado 6, cuando el ministerio de Defensa ruso publicó documentación ucraniana secuestrada por las tropas rusas en la que se informa que EEUU estuvo ayudando a Ucrania a fabricar ilegalmente armas biológicas. Según el portavoz del ministerio, el general Igor Konashenkov, Kiev ordenó la destrucción de estos agentes patógenos y de los documentos relacionados con los experimentos realizados. Por su parte, el portal ruso Sputnik publicó un informe detallado sobre este acontecimiento.
No es la primera vez que Rusia acusa a EEUU de respaldar laboratorios de armas biológicas cerca de sus fronteras. En 2018, el Kremlin alegó que Washington estaba financiando un laboratorio secreto de armas biológicas en Georgia, el que, según ellos, era uno de los varios laboratorios que EEUU tiene cerca de las fronteras de Rusia y China. En 2020-21, en el marco de las investigaciones sobre el origen de la pandemia de Covid-19, los gobiernos de Beijing y Moscú exigieron repetidamente –y sin resultado- que Washington abriera a observadores neutrales los numerosos laboratorios biotecnológicos próximos a las fronteras de ambas potencias desde Europa Oriental hasta Asia Meridional. EEUU desmerece oficialmente estas demandas y ha mantenido sistemáticamente que sus laboratorios biológicos extranjeros no producen armas ilegales.
En su comunicado el ministerio de Defensa ruso informó que «hemos recibido documentación de los empleados de los biolaboratorios ucranianos sobre la destrucción de emergencia de patógenos especialmente peligrosos de la peste, el ántrax, la tularemia, el cólera y otras enfermedades mortales». El documento acusó al «régimen de Kiev» de llevar a cabo una «limpieza de emergencia», para ocultar las pruebas del supuesto programa de armas biológicas en al menos dos laboratorios de las ciudades de Poltava y Járkov, ambas escenario de intensos combates en los últimos días.