Por Juana Amagi
«Es necesario recuperar los valores democráticos en todos los sectores de la Universidad Nacional de Córdoba», afirma Gustavo Chiabrando, decano de la Facultad de Ciencias Químicas, que hoy presentará su candidatura para el Rectorado de la UNC junto a Ana Falú (Facultad de Arquitectura) como compañera de fórmula por el flamante espacio «Vamos». Se trata, en realidad, de una construcción colectiva comandada por las facultades opositoras a la gestión actual de Hugo Juri, referenciadas en las gestiones de Carolina Scotto y Francisco Tamarit, aunque trasciende los límites de lo que fuera ex Cambio Universitario, su espacio político.
«La fórmula que integramos con Ana se podría definir como una fórmula académica, porque ambos tenemos largos trayectos académicos en distintas disciplinas», explica Chiabrando a HOY DÍA CÓRDOBA, en un diálogo donde destaca el perfil político de su compañera: «La trayectoria de Ana en la militancia feminista y en la lucha por la igualdad de género es un factor determinante que el espacio decidió impulsar para la constitución de esta fórmula», enfatiza.
Elegidos tras un largo proceso de debate interno «en cada uno de los claustros y las distintas unidades académicas que integran el espacio», según destaca, la propuesta de Vamos busca recuperar valores de las gestiones de Scotto y Tamarit. «La primera idea es recuperar aquella universidad que este espacio impulsó cuando fue Gobierno. Por ejemplo, el principal valor que el rectorado de Carolina impulsó fue la promoción de la democracia interna en la universidad: los espacios se volvieron democráticos y todas las decisiones que se tomaron en ese momento fueron planteadas en una gran libertad democrática, en la pluralidad y en el debate colectivos. Esta es la primera intención del espacio: recuperar la institucionalidad democrática», enfatiza Chiabrando, quien también rescata los ideales de la Reforma Universitaria de 1918.
«La Reforma planteaba una universidad libre, con valores científicos, comprometida con la sociedad, porque en ese momento tenía que romper con los lazos de dependencia que tenía con el poder eclesial de ese momento», explica el postulante, quien afirma que «hoy en la universidad pasa lo mismo: le hemos cambiado el rostro a los poderes que nos dominan, pero esos poderes son las corporaciones, las grandes empresas y los poderes financieros que dominan las universidades (…) y dictan el tipo de profesionales que debemos formar para cubrir sus necesidades y no las de la sociedad». «Por eso, debemos reflotar los principios reformistas como el de la autonomía universitaria (…) para formar ciudadanos con un alto nivel racional y crítico que les permita leer la realidad y oponerse a estas corrientes», enfatiza Chiabrando, que se muestra ilusionado: «Yo siempre digo que las universidades van a salvar al planeta porque se van a constituir en los centros de resistencia al avance del neoliberalismo», afirma.
¿Cómo ven la gestión actual de Hugo Juri?
«La debilidad institucional que tenemos en este momento en la UNC obedece a una política consciente: hoy, el debate y la discusión de proyectos se ha sectorizado en una comunidad muy pequeña que es el Consejo Superior. Pero no se respetan los estamentos, los lineamientos intermedios, los canales de participación que pueden hacer que un proyecto llegue al Superior con una diversidad de opiniones y una construcción colectiva. Esta situación mata la posibilidad de que el ciudadano universitario sea un actor relevante en la UNC, ya que queda esperando a que los proyectos vengan de las cúpulas de la dirección. Es lo que ocurre hoy: matan la participación universitaria, ya que el motor de la participación política siempre es de abajo hacia arriba y no al revés. Uno tiene que dar la posibilidad de que la gente debata ideas y no llevarle ideas para que la gente opine. Yo creo que la debilidad principal de su gestión es la pérdida de esa calidad democrática que veníamos construyendo durante las gestiones de Carolina y Francisco. Esto lo vimos reflejado en los proyectos académicos, donde en muy pocas sesiones del Superior se aprobaban sin debate: se aprobó la constitución de los trayectos formativos, el sistema nacional de reconocimiento académico, el título de bachiller, los títulos intermedios, sin debate alguno, ya que los proyectos no llegaban a las unidades académicas para debatir y ver qué opinaban de ellos».
¿Cuál es la universidad que vienen a proponer?
«Una universidad que a través de su autonomía pueda fijar sus estrategias para que internamente podamos formar ciudadanos con un sentido académico y profesional, pero por sobre todo integrales a las necesidades que tiene la sociedad. Para eso, necesitamos políticas concretas que atiendan no sólo a los contenidos curriculares que tiene cada carrera, sino que también involucren cuestiones sociales dentro de las carreras. Una universidad que a través de su autonomía esté inserta en las problemáticas locales, sociales, productivas, atendiendo a aquellos sectores vulnerables que requieran de la integración con la universidad para mejorar su situación, tendiendo puentes con las pequeñas y medianas empresas para mejorar la calidad de su producción y generar innovación».
Por una Secretaría de Género en la UNC
La propuesta electoral de “Vamos” hará eje en las luchas por l a igualdad de género, según anticipa Gustavo Chiabrando, que propone crear una secretaría para darle rango institucional a esa política. “Ahora estamos discutiendo de violencia de género, de discriminación, del autoritarismo que la misma academia produce en todos sus ámbitos, pero es algo que empezó en el gobierno de Carolina Scotto y que culminó con el Plan de Acción aprobado durante el gobierno de Francisco Tamarit”, expone el candidato. “Pero fijate cómo estamos hoy: tenemos una oficina que atiende la violencia de género pero que está difusamente distribuida en algunas secretarías y nadie sabe muy bien dónde está; tenemos una Defensoría de Género (…) pero hasta hace poco no tenía ni presupuesto”, cuestiona.
«Si uno quiere establecer la problemática de género como una política institucional, hay que darle el lugar que corresponde. Tenemos que tener una Secretaría de Género que permita tener un Consejo Asesor de Género, donde estén representadas todas las unidades académicas, todas las dependencias y todos los claustros», enfatiza Chiabrando, quien destaca que «nuestra Facultad de Químicas creó una de las primeras Comisiones de Género aprobada por el Consejo Directivo. Esa comisión está integrada por todos los claustros, se autoregula en términos asamblearios (no tiene un conductor) y depende directamente del HCD (Consejo Superior). Una secretaría de Género tendría que actuar en ese mismo sentido: crear políticas de género, actuar en la prevención, actuar en la atención, en la capacitación y tener un nexo muy fino en la parte legal, después de las denuncias. Que es algo que está fallando: hoy tenemos denuncias que van a sumarios, pero no basta. Tiene que haber una conectividad directa entre las políticas que se generan en una secretaria con los aspectos legales de la atención, donde exista un adecuado tratamiento de la denuncia, que respete a la víctima y al denunciado, y que disponga procesos con la suficiente celeridad para que estos casos se resuelvan de forma rápida».