El juego de palabras de Alberto

El juego de palabras de Alberto

Con las primeras salutaciones que recibió Alberto Fernández tras ganar en primera vuelta las Presidenciales aparecieron los indicios sobre cómo encarará las relaciones internacionales, fundamentalmente las regionales, el dirigente peronista que siete meses atrás no pensaba que cerraría 2019 sentado en el sillón de Rivadavia. En su carácter de presidente electo, Fernández se encargó de utilizar términos muy específicos para responderle a cada uno de los mandatarios o autoridades extranjeras que lo saludaron por su triunfo a través de la red social por excelencia para la política exterior: Twitter. Así como al presidente boliviano Evo Morales le agradeció el saludo y “su amistad”, al chileno Sebastián Piñera lo invitó a trabajar juntos por la integración de América latina y “por un desarrollo que atienda a quienes más padecen este presente de desigualdad”.

En tanto, ante la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, mencionó la necesidad de que Argentina vuelva al sendero del crecimiento para “que eso nos permita cumplir con nuestros compromisos”, además de augurar una economía sólida “que nos beneficie a todos”. A su turno, al venezolano Nicolás Maduro lo invitó a “superar la pobreza y desigualdad” que padece la región con una aclaración: “La plena vigencia de la democracia es el camino para lograrlo”. También utilizó este concepto al devolverle el saludo a Luis Almagro, presidente de la Organización de Estados Americanos (OEA), a quien subrayó que “Argentina renovó su compromiso democrático, que da cuenta de la madurez de nuestro pueblo”. Cuando llegó el mensaje protocolar de Mike Pompeo, secretario de Estado norteamericano, Fernández le trasmitió su deseo de construir una relación de “respeto y mutuo entendimiento” con los Estados Unidos; mientras que al primer ministro británico, Boris Johnson, le propuso trabajar para afianzar los lazos entre el pueblo argentino y el inglés “sin renunciar a nuestro reclamo de soberanía” por las islas Malvinas.

Un ruido menos mediático que el caso Venezuela pero que aumentó las conversaciones (y críticas) en la red del pajarito fue la respuesta en tono cordial y sin ningún tipo de alusión que el futuro jefe de Estado utilizó para responderle al mandatario nicaragüense Daniel Ortega y a Rosario Murillo, vicepresidenta y esposa de Ortega, cuyo país se encuentra en una profunda crisis institucional. “Gracias por la carta de felicitación que me enviaron. Espero que en esta nueva etapa podamos afianzar nuestros lazos”, escribió Fernández a las autoridades del país centroamericano que este año celebraron los 40 años del triunfo de la Revolución Sandinista bajo una denuncia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por la continuación de la represión y la falta de voluntad de Ortega para el restablecimiento de las libertades y derechos de la población, cometidas desde el 18 de abril de 2018, según denunció ese organismo.

Los últimos dos mensajes diplomáticos que respondió Fernández fueron a la canciller alemana Angela Merkel y al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. En el caso de Merkel, Alberto fue directo al plano comercial haciendo mención al tratado entre el Mercosur y la Unión Europea, no sin antes aclarar que el avance de este pacto debe ser “garantizando la protección de los sectores más vulnerables”. Por último, el líder del Frente de Todos transmitió en redes sociales las líneas generales de lo que fue la conversación telefónica que mantuvo con Trump el viernes último. Según sus palabras, su par estadounidense “instruyó al FMI para que trabajemos juntos para resolver el problema de nuestra deuda”. Seguidamente, Fernández le transmitió su intención de mantener una relación “madura y cordial” con Washington.

Nada de esto ocurrió con el brasileño Jair Bolsonaro, con quien las relaciones están cortadas mucho antes de que Fernández sea elegido por el voto popular para asumir el control de la Rosada. A la amistad de Fernández con Lula, que lo ha llevado a manifestarse en contra de la detención del ex presidente petista a la que considera “ilegal”, se suma la nula cintura diplomática y el poco respeto a las instituciones del ultraderechista Bolsonaro que utilizó duras definiciones contra el argentino y su familia. Estas dos posiciones encontradas dejaron en un oscuro callejón a las relaciones entre los principales socios estratégicos de Latinoamérica, y en un mar de dudas sobre su futuro.

Este último escenario explica que el primer viaje como presidente electo del ex jefe de Gabinete del matrimonio Kirchner haya sido para encontrarse con el mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Las intenciones del viaje de esta semana al país azteca no radican solo en el plano comercial (que en la actualidad arroja un saldo negativo para Argentina de 900 millones de dólares) sino en el político. Con la foto de ayer junto a AMLO, Fernández buscó sacar músculo en la región y encontrar un aliado de centroizquierda que lo acompañe en sus planes, entre ellos el de apostar al Grupo de Puebla, que el mismo Fernández impulsó junto al chileno Marco Enríquez-Ominami, incluso antes de convertirse en candidato, y opacar al Grupo de Lima que formaron los líderes de derecha. “Vivimos en una economía globalizada. No tiene sentido discutir eso. Lo que tenemos que discutir es cómo uno ingresa al mundo global. En los últimos años las características de quienes gobernaron hicieron que se debilitaran los bloques latinoamericanos. Yo estoy empeñado en hacer que América latina vuelva a unirse”, dijo ayer Fernández luego del encuentro bilateral con AMLO en una conferencia de prensa organizada en suelo mexicano.

@IvaSaltanovich

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