Por Mercedes Grimaldi
A Juan no le hace falta vestirse de gobernador para ser el líder político indiscutido de Córdoba. Abonado al jean, la camisa a cuadros, zapatos o zapatillas de vestir, sin la prepotencia de los que mandan, y la infaltable campera inflada, hoy azul y en otras épocas rojo cábala, Schiaretti es el señor política” en el centro del país.
Por eso, cuando el viernes la cuenta oficial del Gobierno de Córdoba en la red social del Pajarito informó que Juan iba a ser intervenido quirúrgicamente, el mundo político local se paralizó. Si bien el dato ya se conocía en el Panal y en el Palacio 6 de Julio, la advertencia sobre una cirugía compleja puso tensa una dinámica que, en Córdoba, hace tiempo que suele viajar por aguas mansas.
A diferencia del presidente Alberto Fernández o de otros líderes nacionales, como Axel Kicillof o Horacio Rodríguez Larreta, Juan tiene margen de acción y beneficio social: no hay denuncias de ruido ni escándalos judiciales; las escuelas están abiertas; y la pandemia, dentro de todo, controlada. Los hospitales están lejos están de verse saturados, y el ministro Diego Cardozo puede volver a mostrarse en público, luego de que fuera reservado cuando la situación parecía comenzar a complicarse.
El plan del día es que el paciente comience a deambular, inicie la hidratación por boca, y de acuerdo a la evolución en las próximas horas, pase a una habitación común”, reza el comunicado que divulgó el miércoles el Sanatorio Allende, 24 horas después que Juan haya sido intervenido por un quiste en un riñón.
El Panal ya había advertido que no se trataba de una operación de riesgo, pero igual, como siempre cuando alguien tiene que visitar el quirófano, la zozobra estaba latente.
Es que este episodio médico menor -otra vez- puso en evidencia que Juan no tiene en Córdoba un sucesor natural. A diferencia de la alternancia con su socio y hacedor del cordobesismo, el fallecido ex gobernador José Manuel de la Sota, hoy Juan ya no comparte el poder. Tiene diferentes potables sucesores, ante la evidencia de que no podrá renovar el mandato en 2023. Pero los que asoman no parecen disputarle el poder hoy, sino que buscan pedirle una cuota con su permiso.
El vicegobernador Manuel Calvo y el intendente de la ciudad capital, Martín Llaryora, son las caras más próximas de esa aspiración. Aunque en el círculo pequeño de Juan hablan de una mujer, lo que marcaría otro hito político de aquella fuerza que, en sus comienzos, fue bautizada como Unión por Córdoba.
La diputada nacional, primera dama y asesora todoterreno, Alejandra Vigo, sería la heredera natural de semejante vacancia. Con aires de renovación, en el Panal muchos ya subrayan el ascenso mediático (muy meritorio, por cierto) de la ministra de Promoción del Empleo y la Economía Familiar, y presidenta de la Fundación Banco de Córdoba, Laura Jure, cuyo rol para contener los efectos no deseados de la cuarentena nacional es cada vez más clave en Córdoba.
Pero los dos varones, Calvo y Llaryora, son los que más han dejado en evidencia hasta ahora sus ganas de sentarse en el sillón de Juan. El primero viene trabajando en silencio en la contención interna de una Unicameral que, hasta ahora, no ha mostrado mayores fisuras, mérito que se le destaca puertas adentro del Panal. El segundo, busca fortalecer una gestión municipal que, en las dos últimas décadas, ha servido más como sepultura que como catapulta política. Su imagen repetida en YouTube forma parte de un plan integral para fortalecer su imagen, en un público que ya no se informa a partir de los medios tradicionales. Una estrategia de mediano y largo plazo.
Si bien entre Calvo y Llaryora reinan más las coincidencias que las rencillas internas, hay laderos en los dos frentes que se las ingenian para complicar esa convivencia. La viralización en las últimas horas del pedido de juicio político que le formuló una mujer de El Fortín a Calvo, por supuestamente frenar en la Unicameral las acusaciones que ella presentó contra diferentes funcionarios judiciales que han actuado en una causa por la posesión de un campo, ha vuelto a poner en debate este zarpado indeseado de los que son más papistas que el papa.
«Calvo dilataría como presidente de la Legislatura de Córdoba distintas presentaciones donde se solicitó juicio político a funcionarios, políticos y magistrados», se informó en medios del interior. La denunciante, Valeria Soledad Pochettino, a través de su abogado, Mauricio Doncino (un completo desconocido en los Tribunales locales) asoma tirada de los pelos, pese a que el campo en disputa está ubicado en el pago chico de Calvo, Las Varillas.
El lunes la cuenta de Twitter del Gobierno informaba que Schiaretti le traspasaba el poder a Calvo mientras durara su convalecencia; 24 horas después comenzaba a viralizarse esta supuesta denuncia en el Este provincial. ¿Meras coincidencias?