Por Mercedes Grimaldi
El doble paso de Mauricio Macri por Córdoba, primero para descansar y jugar al golf, y luego para ungir a Gustavo Santos como su varón fuerte en la provincia, mediante la excusa de la presentación del libro, dejó en evidencia el estado actual de la política doméstica.
Como pocas veces, el concepto de isla” de la que los cordobeses aún se ufanan chocó con la mirada que el macrismo siempre tuvo de Córdoba: una provincia institucionalmente atrasada y degradada, en la que es necesario transar acuerdos con quienes desde hace décadas monopolizan el real poder: De la Sota, Schiaretti y Mario Pereyra. Hoy, solo queda uno de estos tres interlocutores, y el ex presidente y líder del PRO no deja de tener un contacto permanente con él. Las dos últimas visitas no fueron la excepción en ese sentido.
Santos sintetiza este peronismo neoliberal que siempre soñó Macri. El peronismo menemista que le dio las primeras alas políticas de verdad a Juan Schiaretti. Pero el elegante sport cuidado al detalle que jamás abandona Macri, siempre preocupado por el ángulo del fotógrafo y las arrugas que revela el sol, contrasta con el estilo de campera (roja, o amarilla, o azul, según las campañas) y voz gastada del Gringo” Schiaretti.
Aunque son apenas diferencias de vestuario, y de algunas formas, justificadas porque el primero le habla a todo un país, mientras que el segundo solo tiene que contener a los que ya lo conocen. Detrás de la mirada política patriarcal cada vez asoma más la de un abuelo preocupado y bondadoso.
Gustavo Santos, el hombre de pulseras costosas que viste como empresario y siempre habla con voz potente, intenta sintonizar entre los padres de este acuerdo. Forma parte de una generación que se resiste a irse de la política, y que en Córdoba es mucho más que un techo para los que aspiran a escalar.
Repasemos: hoy se asegura que en las próximas legislativas Carlos Caserio será quien lidere a los candidatos del Frente de Todos; que la primera dama provincial y diputada, Alejandra Vigo, será la cabeza de la lista de Unión por Córdoba; y que Gustavo Santos, de origen radical cordobesista y ex ministro delasotista y macrista, se encamina al liderar la lista de candidatos legislativos de Juntos por el Cambio.
Todo queda en familia. Todos han sido socios políticos y comparten la misma raíz de ser de cuna neoliberal, más allá de que el peronismo o el radicalismo hayan sido los partidos de origen de cada uno, hace tiempo que forman parte de gobiernos que mantienen la misma lógica de gobernar.
Schiaretti piensa darle un segundo lugar a su joven vice, Manuel Calvo, pero también involucrará en las listas al intendente capitalino, Martín Llaryora; no le conviene a estas alturas tan tempranas enemistarse con alguna de las alas jóvenes”. Pero, aunque nadie lo confiese en voz alta, someter a Llaryora a las urnas sería testear el humor de los cordobeses con su gestión, más allá del relato que ciertos medios y periodistas intentan imponer, hasta ahora sin demasiado éxito aparente.
El resto de la compañía, incluidos Mario Negri, Luis Juez y Ramón Mestre, empiezan a observar cómo sus destinos políticos ya dependen del mismo acuerdo entre Schiaretti y Macri.
El ex presidente y el gobernador siguen diciendo que ellos son los dueños de los votos, y que, por ahora, no hay margen para que emerja algún dirigente fuera del alambrado que prolijamente tejieron: la vieja Línea Córdoba radical y la Unión por Córdoba peronista han confluido en el macrismo cordobesista.