El Gobierno de Luis Caputo, ministro de Economía, se encuentra en el centro de una doble estrategia: por un lado, apunta a consolidar un respaldo financiero internacional; por otro, insiste en que no habrá modificaciones al esquema cambiario actual tras las elecciones.
Acceso al uranio: una negociación estratégica
Según un reporte del diario The Wall Street Journal (WSJ), la negociación entre Caputo y Scott Bessent, secretario del Tesoro de los Estados Unidos, incluiría la posibilidad de otorgar a empresas estadounidenses un mayor acceso al uranio argentino.
El informe explica que esta propuesta forma parte de los esfuerzos de Washington por contrarrestar la influencia de China en América Latina, alentando a Argentina a priorizar alianzas con empresas de EE.UU. en sectores estratégicos como infraestructura, telecomunicaciones y recursos naturales.
El medio señala además que, si bien la cifra del mayordomo financiero gira en torno a US$40.000 millones —que incluyen un swap por US$20.000 millones y una línea de crédito adicional equivalente— los detalles sobre qué garantías aportará Argentina o qué activos involucrará siguen sin confirmarse públicamente.
De concretarse un acuerdo de este tipo, algunos analistas advierten que implicaría una cesión de soberanía sobre depósitos minerales estratégicos, lo que podría generar cuestionamientos políticos y legales, dado que los recursos minerales pertenecen a las provincias según la Constitución nacional.
JP Morgan y el financiamiento
El CEO de JP Morgan, Jamie Dimon, arribará mañana a Buenos Aires para participar de una cumbre y reunirse con Caputo. El banco es clave en la operación de recompra de bonos y podría estructurar un préstamo de US$20.000 millones respaldado por derechos especiales de giro del FMI, junto a otros bancos estadounidenses. La visita incluye reuniones privadas, almuerzos y encuentros con empresarios locales, en un evento donde también participarán figuras internacionales como Tony Blair y Condoleeza Rice.
“Revalidar el curso”: la petición electoral de Caputo
En paralelo a estas negociaciones internacionales, Caputo ha hecho un llamado explícito al respaldo electoral. En una aparición ante empresarios en la Bolsa de Comercio de Córdoba, afirmó que es clave que “nos den la chance de ir a las reformas de segunda generación”, ya que estas “van a destrabar un montón de inversiones”.
Además, recordó que en los últimos dos meses se anunciaron proyectos por US$80.000 millones para los próximos cuatro años, a lo que se suman otros US$-20.000 millones del Régimen de Inversión de Ganancias e inversiones adicionales en negociación con EE.UU.
Igualmente, insistió en que el esquema cambiario no se va a modificar independientemente del resultado electoral, enfatizando que “tenemos un Banco Central muy bien capitalizado, unos fundamentos sólidos y un tipo de cambio en un nivel absolutamente razonable”.
Sin giro cambiario: calma o escepticismo
Caputo reiteró hoy que “no va a haber ningún cambio al esquema actual”, en respuesta a versiones del mercado que auguran un ajuste del régimen de bandas después de las elecciones.
La insistencia llega en un momento de alta volatilidad para la economía argentina: el dólar mayorista alcanzó el techo de la banda cambiaria y generó intervenciones del Banco Central de la República Argentina (BCRA), que vendió US$45,5 millones para frenar la presión de la divisa.
A pesar de ello, analistas señalan que la credibilidad del esquema está en cuestión. El hecho de que los mercados descuenten un cambio de régimen posterior a los comicios pone en duda la “previsibilidad” que Caputo promete.
La administración de Javier Milei, a través de su ministro Luis Caputo, se mueve en un escenario donde las negociaciones internacionales y la agenda doméstica convergen. Por un lado, la oportunidad de financiamiento externo se asocia con la cesión de recursos estratégicos —como el uranio— y ajustes geopolíticos en la relación con China. Por el otro, la necesidad de estabilidad económica doméstica se apoya en el mantenimiento del esquema de bandas cambiarias y en la continuidad de reformas estructurales.
Para los inversores y ejecutivos que observan Argentina, esto significa operar en un terreno donde el “rescate” financiero va acompañado de exigencias de alineamiento estratégico, mientras la promesa de estabilidad cambia de tono si las elecciones no confirman la manda parlamentaria deseada.