Los núcleos internos de la Unión Cívica Radical de nuestra provincia encabezados por el ex intendente Ramón Mestre (Confluencia), Carlos Becerra (Identidad Radical), Fernando Montoya (Córdoba Abierta), y otra serie de dirigentes tales como el ex presidente de la Convención Nacional del radicalismo, Jorge Sappia, unificaron posturas en torno al rol que el centenario partido debe tener frente a la coyuntura política, tanto a nivel nacional como provincial.
Con ese fin, adhirieron a la firma de un documento denominado “Doctrina para que nos entiendan, conducta para que nos crean (Moisés Lebensohn)”, informó ayer Martín Lucas, vicepresidente segundo del Comité Central del radicalismo.
El escrito, al que tuvo acceso HOY DÍA CÓRDOBA, recalca a modo de síntesis que “no son tiempos de tibiezas, la UCR debe ser el principal partido de oposición de la Argentina”. Comienza por recordar que “la UCR es un partido político nacional que, conforme a su historia, ha sido profundamente popular, definiendo en sus ciernes su vocación indeclinable en defensa de los más vulnerables de la sociedad, tal lo determinaran sus fundadores, su lucha es la lucha por los desposeídos”.
A continuación, expresa –en un tono autocrítico- que el radicalismo “atraviesa una profunda crisis de identidad, demostrada en posiciones confusas y ambivalentes ante las dramáticas decisiones de la hora, explicitadas por la propuesta de un gobierno que ha venido a fundar una Argentina sostenida en la idea de una regresión de más de 150 años, intentando derribar todas las conquistas que tuvo a este partido como protagonista indudable”.
Si bien no fue explicitado en el comunicado, se puede interpretar como un cuestionamiento a sectores como el del titular del bloque de la UCR en Diputados, Rodrigo de Loredo, quien viene apoyando en el Congreso algunas de las principales medidas de la administración libertaria nacional. Es por ello que el documento interpela a todos los correligionarios cuando reclama que la UCR “debe decidir si apoya definitivamente a este gobierno de ultraderecha de espalda a sus principios y doctrina o, por el contrario, si conteste a su propia historia, define ser la oposición real, clara y constructiva que los argentinos están esperando”.
“Algunos festejan los discursos del presidente de la Nación que postulan una vuelta a la Argentina corporativa, con claro rechazo de protagonismo de los partidos políticos, otros creemos, como lo postula la Constitución Nacional, que los partidos políticos son instituciones fundamentales de la democracia que, en su rol de mediación entre la sociedad y los poderes, son la garantía de ponderación de sus necesidades frente a los intereses de las corporaciones”, recalca.
La nota va más allá y despeja dudas en torno a quienes son los apuntados: “Hay quienes, desde las bancas otorgadas por el Partido, entienden que al gobierno actual hay que darle las herramientas básicas aprobando, un DNU claramente inconstitucional, y una Ley de enormes proporciones que debe aprobarse a libro cerrado sin un análisis. Otros tenemos firme convicción que, tanto el DNU como la Ley Bases deben rechazarse en razón que la Argentina que postulan son contrarias a los valores, principios y filosofía de una fuerza política que, al tiempo que hace primar la plena vigencia de la República, cree firmemente en la progresiva adquisición de derechos para la sociedad”.
Y repasa para de la historia del centenario partido: “La lucha inicial de la UCR significó el arribo a la democracia y la incorporación de las mayorías a la vida cívica, todo de lo que desdeña el actual gobierno nacional. La educación pública, laica y gratuita, ha sido una lucha incesante de la Unión Cívica Radical a lo largo de su historia, la Reforma Universitaria cobijada por Yrigoyen y sostenida por el radicalismo de Córdoba, el mayor presupuesto de la historia destinado en el gobierno de Arturo Illia, la vuelta a sus postulados y el ingreso irrestricto a la Universidad Pública en el gobierno de Alfonsín, la invención del Paicor para garantizar su acceso con igualdad de Angeloz, y las Escuelas municipales de Ramón Bautista Mestre, son solo la muestra de una valoración innegociable para el radicalismo”.
“Encontrándonos hoy frente a un gobierno que considera a la educación como un gasto que no puede hacer desequilibrar las cuentas públicas, no deja mucho por pensar y decidir. Las leyes laborales y su principio protectorio, son un valor demostradamente sostenido desde el radicalismo, tocando su punto máximo en la autoría constitucional del Artículo 14 bis, que significó la incorporación del constitucionalismo social en la Argentina. Estando ahora frente a un gobierno abolicionista de los derechos laborales y que considera a la justicia social como una aberración, no debiera dudarse ni por un minuto sobre la posición a tomar”, señala.
Sobre el final del documento, se indica a modo de resumen: “Los afiliados deberán decidir si la UCR sigue siendo la herramienta fundamental para construir los cambios que la sociedad necesita, acorde a sus valores y principios, o si sus estructuras sólo sirven de trampolín de aventuras políticas disociadas de sus ideas. Creemos firmemente que no son tiempos de tibiezas, la UCR debe ser el principal partido de oposición de la Argentina, encargada de erigirse en la alternativa necesaria, así también en Córdoba, quitándose el lastre que no le permite definir su futuro”.