«Hemos descubierto por qué la piel pierde su habilidad para formar grasa a través del paso de los años. La pérdida de habilidad de los fibroblastos para convertirse en grasa afecta la manera como la piel lucha contra las infecciones y puede influir en la manera como luce la piel durante el envejecimiento», explica el investigador en un artículo publicado en la revista científica Immunity.
Señala que este proceso es único de los fibroblastos y por lo tanto aumentar de peso no es la solución para obtener este tejido graso.
El estudio detalla que la proteína TGF-Beta, que controla muchas funciones celulares, es la responsable de detener «la conversión de algunos fibroblastos en grasa y de prevenir la producción de catelicidina, un péptido antimicrobiano que ayuda a proteger contra las infecciones bacterianas».
La piel con una capa de grasa debajo luce mucho más joven. Con los años, la apariencia de esta piel tiene mucho que ver con la pérdida de la grasa subcutánea.
La investigación, realizada en ratones de laboratorio, utilizó bloqueadores químicos para inhibir la acción ‘envejecedora’ de la TGF-Beta, con lo que la piel ‘arrugada’ recuperó su apariencia lozana. El mismo resultado se produjo cuando la acción de esta función de la TGF-Beta fue bloqueada a través de técnicas genéticas, lo que permitió a los investigadores comprobar que esa era la forma de «detener el envejecimiento de la piel».
Los investigadores destacaron la importancia del estudio no sólo para recuperar la apariencia juvenil, sino para ayudar a combatir infecciones cutáneas que llegan a poner en riesgo la vida de pacientes mayores.