Quienes van de vacaciones, sobre todo a zonas rurales, tienen que cumplir algunas medidas importantes para prevenir esta enfermedad.
Se puede adquirir este virus, al tomar contacto directo con el roedor o a través del ambiente contaminado con orina, saliva o deposiciones de este, por ejemplo, al realizar la limpieza de cabañas que han permanecido cerradas por tiempo prolongado, acampar, realizar excursiones o labores agrícolas en zonas con riesgo de transmisión. ¿Cómo prevenir el contagio?
1. En casas o cabañas:
– Mantener el exterior de casas libre de maleza.
– Si se va a entrar a un lugar que ha estado desocupado por mucho tiempo, hacerlo con mascarilla y ventilarlo por 1 hora aproximadamente, antes de ingresar de manera definitiva.
– Mantener alimentos almacenados en envases cerrados.
– No dejar restos de comida ni utensilios sucios en la cocina.
– Dejar la basura en recipientes cerrados. Si no hay recolección periódica, enterrarla lejos de la casa.
– Realizar la limpieza (pisos, mesas, cajones y alacenas) con una parte de lavandina cada nueve de agua (dejar 30 minutos y luego enjuagar). Humedecer el piso antes de barrer para no levantar polvo.
– Si se encuentra un roedor muerto: rociarlo con lavandina junto con todo lo que haya podido estar en contacto y esperar un mínimo de 30 minutos. Luego recogerlo usando guantes y enterrarlo a más de 30 cm de profundidad o quemarlo.
2. Al acampar:
– Hacerlo en lugares habilitados, limpios y sin matorrales. Tampoco debe haber desperdicios o leña cerca.
– Usar carpas en buen estado y que incluyan piso y cierre. No olvidar cerrarla si se estará lejos de ella.
– Mantener alimentos almacenados en envases cerrados y no dejar restos de comida ni utensilios sucios.
– Dejar la basura en recipientes cerrados o enterrarla.
– Tomar solo agua potable, hervida o embotellada.
– Caminar solo por senderos habilitados, no internarse en matorrales y usar calzado cerrado.
– Evitar la recolección de frutos y semillas silvestres.
Los síntomas se inician 1 a 6 semanas después de haber tenido una exposición de riesgo. Estos síntomas incluyen fiebre, dolores musculares, tos y dificultad para respirar, sin embargo, hay que considerar que también se pueden dar manifestaciones gastrointestinales como diarrea, náuseas, vómitos y dolor abdominal. Mientras más precoz se logre establecer el diagnóstico, existen mejores posibilidades de recuperación.