El consumo de suplementos y vitaminas, algo más que una tendencia pasajera

El uso de suplementos nutricionales y vitamínicos ha adquirido una popularidad notable en estos últimos años. Sin embargo, es esencial recordar que estos productos no son una solución mágica ni un sustituto de una dieta equilibrada.

El consumo de suplementos y vitaminas, algo más que una tendencia pasajera

El uso de suplementos nutricionales y vitamínicos ha adquirido una popularidad notable en estos últimos años. Las razones son diversas y muchas personas recurren a ellas desde la búsqueda de respuestas para combatir resfríos hasta para mejorar el estado de ánimo. Sin embargo, la ingesta de estos suplementos sin la debida prescripción médica puede tener implicaciones importantes para la salud de las personas.

Para entender mejor este fenómeno es necesario conocer las diferencias entre los distintos tipos de suplementos que la población encuentra a su alcance. Santiago José Arisi, médico clínico del Primer Nivel de Atención (PNA) en el sector público, distingue dos grupos de suplementos. “Los que uno suele ver más en las propagandas de los medios son los suplementos medicinales o generales, que están relacionados con enfermedades donde la ciencia médica tiene un tope y no hay respuestas concretas”, explica. “Estos suplementos tienen mucho impacto en la población que padece enfermedades crónicas, como puede ser la artrosis por ejemplo, prometiendo curas milagrosas sin pruebas de su efectividad”, continúa.

Un aspecto crítico que destaca Arisi respecto a esta clase de suplementos de venta libre es su falta de regulación, ya que pueden no cumplir con los estándares de calidad y seguridad de los productos aprobados por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat). Es decir, no han pasado los controles de un estudio clínico, o por los controles que detectan qué sustancia o en qué dosis se están gestionando. Del mismo modo que no hay una eficacia comprobada de que realmente cumple con lo que se promete en su propaganda.

Esa es la principal diferencia entre la otra clase de suplementos, que son las nutricionales y las vitaminas. Estas se asemejan a los medicamentos recetados gracias a que cumplen con el protocolo de la Anmat y están aprobados para el consumo humano en dosis diarias, semanales o mensuales. “Aunque con el tiempo también se puede ir corrigiendo, viendo si se puede usar más o menos, o incluso en algunos casos eliminarlos para el consumo”, señala el profesional de la salud.

“Los suplementos vitamínicos y nutricionales son los que realmente tienen una función más científica y estricta, debido a la protocolización de su uso. Esto no quita que en muchos casos se sobre usen o se auto administren sin un pedido médico, por recomendaciones de familiares o conocidos que alguna vez lo usaron, sin tener un criterio de efectividad”, afirma sobre el tema.

En ese sentido, Arisi señala que hay algunas vitaminas en general que tienen indicaciones más precisas, como lo son el grupo de las vitaminas B, por ejemplo. La misma se utiliza para algunas situaciones de dolores crónicos, algunos déficits nutricionales por mala absorción, o trastornos intestinales. Aunque resalta que en algunas ocasiones se las usa más como de efecto placebo ya que no hay una evidencia de efectividad muy alta, pero acompañan en el proceso al paciente.

“En la última década comenzó a estar muy en auge el uso de la vitamina D, ya que se están observando sus múltiples funciones. Al momento es muy habitual el déficit de esa vitamina en el cuerpo humano ya que se obtiene sobre todo por la ingesta de pescados de mar, al cual no todo el mundo tiene acceso”, resalta.

En los niños, el médico destaca que sí existe un uso muy protocolizado de la vitamina A, C y D en los primeros meses de vida debido a ciertas carencias nutricionales que existen por la forma de cuidado actual de los bebés. En esos casos, estas vitaminas se administran para prevenir enfermedades graves.

En ese marco, la doctora Mabel Mantelli, especialista en medicina orthomolecular, destaca que en la actualidad consumimos muchos alimentos ultra procesados y esto hace que los mismos pierdan gran parte de su valor nutricional. “Ahí es cuando entra el rol de la suplementación, ya que es muy importante aportar los nutrientes faltantes a las dietas”, señala. Asimismo, resalta la importancia de informarse sobre la calidad y la procedencia de los suplementos, para garantizar que realmente sean efectivos y seguros.

Por lo que enfatiza en la necesidad de consultar a un profesional de la salud, ya que dicha suplementación, así como las dosis y su forma de administración, deben ser ajustadas a las necesidades individuales basadas en los estilos de vida, hábitos alimenticios y estados de salud. “Es crucial consultar a un profesional de la salud antes de comenzar cualquier régimen de suplementos. Productos como Omega 3, vitamina C, vitamina E, Zinc, magnesio, colágeno y probióticos pueden ser beneficiosos si se usan adecuadamente”, señala.

Por esta razón, el debate actual sobre los suplementos nutricionales y vitamínicos revela la necesidad de un equilibrio entre la necesidad real y el uso excesivo. No se trata de un tema trivial y requiere un enfoque informado y responsable. En ese sentido, ambos expertos coinciden en la importancia de consultar a un profesional de la salud antes de iniciar cualquier régimen de suplementación. La automedicación puede llevar a riesgos innecesarios y a la falta de beneficios tangibles, especialmente si no se realiza un análisis adecuado de las necesidades individuales.

En definitiva, mientras la popularidad de los suplementos continúa en ascenso, es esencial recordar que estos productos no son una solución mágica ni un sustituto de una dieta equilibrada. La clave para un uso seguro y efectivo de los suplementos radica en una evaluación médica adecuada, un conocimiento preciso de las necesidades nutricionales y una selección informada de productos de calidad.

Por lo que, en un mercado saturado de opciones, la educación y la precaución se presentan como las mejores herramientas para asegurar que la suplementación contribuya realmente al bienestar general y no se trate de seguir una tendencia pasajera.

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