Con la llegada del verano, los protectores solares empiezan a brotar en las estanterías de farmacias y perfumerías. Y es que, año a año, se puede escuchar a un sinfín de especialistas destacar la importancia de cuidar la piel del sol y los rayos ultravioleta (UV). Si bien estas cremas y sprays son, sin dudas, grandes aliados, pareciera que también esconden algunos efectos impensados.
La mayoría de los filtros solares poseen un compuesto conocido como Benzofenona 3 o BP-3, una sustancia orgánica que puede absorber distintos tipos de radiación ultravioleta y evitar daños en la piel. Un equipo de investigación, integrado por argentinos y alemanes, estudió este compuesto para verificar si la exposición dérmica de estos protectores producía algún tipo de alteración o eran completamente seguros. Los resultados sugieren que estos productos, que parecen inocuos, deberían someterse a controles más estrictos.
“Trabajamos sobre ratonas preñadas y les administramos dosis similares a las que los humanos utilizamos al ponernos crema solar en el cuerpo. En el estudio verificamos que se producía un retraso del crecimiento intrauterino y que, además, se daba una alteración en el porcentaje de machos y hembras”, explicó Horacio Rodríguez, investigador de Conicet en el Instituto de Salud y Ambiente del Litoral y en la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas.
En la investigación se detalla que los fetos no nacidos eran más pequeños que los esperados para esa etapa del desarrollo, es decir, su ritmo de crecimiento resultaba menor al normal. “Este retraso está asociado a un mayor riesgo de padecer otros problemas durante la gestación, el parto e, incluso, luego del nacimiento”, destaca Rodríguez, autor de la investigación publicada en la revista Archives of Toxicology.
“Por otro lado -continuó el doctor en Ciencias Biológicas-, en el estudio se identificó una alteración en lo que se conoce como el “sex ratio“, o porcentaje de machos y hembras. Observamos que aquellas ratonas que estuvieron expuestas al filtro solar durante los primeros días de gestación tenían un número mayor de crías hembras que las de control”.
Los especialistas señalan que ya hay varios trabajos que demuestran que el BP3 podría ser considerado como un perturbador endócrino. “Se trata de una sustancia que, una vez que ingresa al organismo, es capaz de alterar un proceso que está regulado por hormonas. Debido a esta cualidad, se los llama ‘perturbadores’ o ‘disruptores’ endocrinos. Nuestros resultados van en la misma dirección que lo que señala la bibliografía existente”, indicó el investigador independiente del Conicet.
Un problema que requiere medidas y estudio
Tomando como evidencia este y otros estudios, por ejemplo, el Comité Científico de Seguridad del Consumidor de la Unión Europea (UE) decidió que, debido a las potenciales capacidades como perturbador endocrino de BP3, este ya no podía considerarse seguro para la población en el actual porcentaje máximo permitido, que es del 6 por ciento. “Ante esto, se recomendó reducirlo a 2,2 por ciento en los protectores solares de la Unión Europea”, detalló Rodríguez.
Para el investigador, cualquier desviación de la proporción normal de hembras y machos a nivel poblacional se considera un signo de alarma. “Nuestros resultados sugieren que la exposición a BP-3 en una dosis baja podría ser un factor que contribuya a la proporción de sexos sesgada. Sin embargo, es necesario enfatizar que no se puede hacer una extrapolación directa a la población humana a partir de estos resultados, pero sí puede indicar qué tipo de estudios serían útiles realizar o profundizar en el futuro”, concluyó el especialista, a la vez que destacó que sería muy importante realizar estudios con mayor número de individuos.