El Dr. Alessio Fasano, dictó una conferencia en la Biblioteca de la Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires, ante más de 200 profesionales de la salud, estudiantes universitarios y público en general.
Estamos enfrentando un gran problema: el aumento del autismo. Hoy, uno de cada 44 niños tienen Trastorno del Espectro Autista (TEA). Tenemos que ser conscientes de la importancia del Microbioma y como la comunicación entre el intestino y el cerebro puede impactar en la salud digestiva, resumió el investigador.
Invitado por la Asociación Civil Autismo y Neurodesarrollo Argentina (ACAYNA), Fasano desarrolló los temas El paradigma del autismo, Triangulación de la permeabilidad intestinal, el microbioma y la respuesta inmune que conduce a la inflamación crónica y El proyecto Gemma, como traducir la ciencia en aplicabilidad clínica.
El especialista se refirió a la comunicación existente entre el cerebro y el intestino; ambos influenciados por el microbioma y todo lo que este transmite para que la relación entre estos dos órganos funcione, para bien o para mal.
Estudiar la microbiota para diagnosticar TEA
La microbiota son las bacterias presentes en la piel, el aparato digestivo y el aparato genital; y el microbioma son los microorganismos que habitan un entorno específico, sus genes y el mundo que los rodea. Así, ante la presencia de un intestino con permeabilidad aumentada, el microbioma podría estar en comunicación con nuestros genes y modificarlos. Esta probablemente sea la lección más importante para comprender y resolver enfermedades de la humanidad, que el microbioma puede comunicarse con nuestros genes y modificar lo que sea necesario, incluyendo la permeabilidad intestinal, detalló Fasano.
¿Esto aplica al autismo? Si -asegura el especialista-, esto mantiene la idea de que hay una comunicación entre el cerebro y el intestino mediante la firme conexión de ese eje. Por ejemplo: cuando estamos estresados y tenemos una indigestión, el intestino también se comunica con el cerebro a través de neurotrasmisores nutrientes, microorganismos, probióticos, ácidos y otros. La microbiota se comunica por el sistema nervioso, la vía endocrina y la tercera vía, que es el flujo sanguíneo que genera todas las emociones que tienen que ver con la ansiedad, la depresión, entre otras, y repercuten en el intestino.
El intestino de los chicos con autismo
La microbiota en niños con autismo tiende a estar alterada, tienen el intestino más permeable y con mayor presencia de zonulina, que es una proteína que regula la permeabilidad de las uniones entre las células del intestino y que muestra mayor su presencia en estos niños.
Fasano manifestó que tener un familiar con autismo es un trabajo de tiempo completo. Todo en la familia gira alrededor de ese niño.
«Muchos factores afectan la permeabilidad del intestino: como se alimenta, la calidad de la leche materna, el ambiente que lo rodea, el estilo de vida occidental que aumenta las enfermedades inflamatorias crónicas. La nutrición actual es inadecuada, en términos generales, para todos”, alertó el investigador.
Qué es el proyecto Gemma
El proyecto GEMMA (Genome, Enviroment, Microbiome, and Metabolomic in Autism), está en marcha en varios países como Estados Unidos, Inglaterra, Irlanda e Italia. Se basa en la idea de que «no se sabe exactamente qué factores contribuyen al desarrollo del TEA. Con el estudio GEMMA, estamos teniendo en cuenta tantos factores como sea posible y estudiando cómo cada uno de ellos contribuye a este complejo trastorno del neurodesarrollo”, explicó Fasano.
Sin biomarcadores no hay diganóstico
Hoy no existen biomarcadores probados del TEA y el diagnóstico se basa completamente en la evaluación del comportamiento. Los biomarcadores identificados en el proyecto GEMMA contribuirán a una mejor comprensión del desarrollo del TEA en niños en riesgo y conducirán a posibles soluciones para reducir los síntomas del TEA y las comorbilidades gastrointestinales en futuros pacientes.
Se trata de un seguimiento exhaustivo de cada niño y el aporte de sus familias es fundamental a la hora de proveer las muestras que hacen falta para el estudio.
“Debemos tener en cuenta que el autismo es detectable a los 12 meses de vida. Hoy se diagnóstica cerca de los 3 años y ya es tarde para comenzar a tratar la inflación intestinal. No podemos perder más tiempo y actuar ya”, concluyó Fasano.
Trayectoria
Alessio Fasano es profesor de pediatría y nutrición en la escuela de Medicina y Salud Pública de la Universidad de Harvard y dirige importantes centros de investigación en gastroenterología, inmunología, hepatología y nutrición pediátrica en Mass General Brigham (Massachusetts, USA). Cuenta con más de 450 publicaciones científicas.