Los comerciantes, hoteleros y gastronómicos de las sierras cordobesas esperan el verano con gran expectativa. Es que el próximo enero será el primero en el que el turismo se moverá inmunizado contra el coronavirus, lo que garantiza, si todo continúa como hasta el momento, que el verano presentará un clima muy similar al de 2020.
Asimismo, el optimismo también se relaciona con el buen movimiento que se viene observando en cada fin de semana desde que se levantaron las restricciones y en que los costos y los temores para salir al exterior ayudan a decidirse por destinos nacionales.
En Villa Carlos Paz, que concentra a casi el 40% de la capacidad de alojamiento turístico de la provincia, el presidente de la Asociación Hotelera Gastronómica local Leonardo González, dijo que las consultas son muchas, las reservas van creciendo y todos los días se van sumando”.
Al respecto, un dato a considerar, es que la mitad de las consultas refieren al programa PreViaje. Ese plan, subsidiado por el Estado, reintegra el 50% del gasto turístico en ciertos rubros y establecimientos.
El titular de Hoteleros, González dijo: Las consultas son muchas y las reservas crecen”
En la villa, las tarifas hoteleras tendrán un incremento de entre el 40% y el 45% para los meses de verano, según González. Las tarifas estuvieron mucho tiempo muy abajo”, planteó el empresario, que apuntó que todavía hay hoteles de dos estrellas que cobran una habitación doble a $ 2.500 la noche en temporada baja.
En tanto, en el valle de Calamuchita anticipan que ya hay reservas confirmadas para enero del 20% al 30% de las plazas disponibles y un alto nivel de consultas. Allí también los operadores hablan de ajustes tarifarios promedio del orden del 40% en alojamiento.
Por el lado de Traslasierra, también se respira optimismo entre los operadores turísticos, que marcan que van creciendo las reservas y las consultas para el verano.
En un contexto de alta inflación e incertidumbre, nadie asegura que los precios que se pactan hoy sean los mismos si la operación se cierra dentro de uno o dos meses. Y, si la demanda se sostiene y la inflación no desciende, los valores se retocarán a medida que se acerque el verano.
Respecto a la gastronomía, los cálculos son más complejos, pero ocurre algo similar: los precios van subiendo en sintonía con el aumento en los alimentos y no se puede garantizar su estabilidad para diciembre.