La casa donde vive Claudia con sus seis hijos es de madera. Al igual que otras ocho construcciones ubicadas en las proximidades, la edificación cuenta con poquísimos metros cubiertos y no tiene baño ni dormitorios. La energía eléctrica le llega por una conexión clandestina que hizo un vecino a todos los habitantes de los asentamientos de La Tribu y Los Galpones. Para protegerse del frío, Claudia contó a Hoy Día Córdoba que abriga a sus hijos con muchas colchas y ropa, ya cualquier artefacto de calefacción eléctrica representaría un peligro de incendio inminente.
En la entrada de la casa de Claudia hay una sábana que cuelga y el techo está recubierto con un plástico negro que sirve para evitar filtraciones de agua por las lluvias. Adentro, hay una mesita con una pava eléctrica, un mate y platos. Centímetros más allá, la cama, y un poco más acá, una hornalla eléctrica, una pizarra, un biombo separador y otras dos camas más. “Yo necesitaría, principalmente, poderme levantar un baño porque no tengo”, dijo Claudia, por si alguien lee sus dichos y la puede ayudar.
La Tribu y Los Galpones están uno al lado del otro, a un costado de barrio Alta Córdoba, entre las calles Rodríguez Peña, José de Baigorrí, Jerónimo Cortés y bulevar Los Andes. En Google Maps, 51 personas puntuaron con 2,3 estrellas el asentamiento y las opiniones son las típicas que suelen dejar los usuarios: “muy peligroso transitar por ese lugar es zona roja”, “muy feo el faso”, “horrible”, “hermoso es acá”, “realmente vivo acá en la villa, pero no estoy mucho y menos me junto con nadie de ahí”, “nuestro barrio Alta Córdoba, hemos perdido la tranquilidad y lo lindo que es”, “depende como lo mires hay gente buena y mala, no hay que meter todo en la misma bolsa”, “experiencia inolvidable junto a familiares y amigos, excelente atención y mucha buena onda”, y sigue.
En el lugar viven 350 familias y en el piso de tierra, entre cáscaras de mandarina, bolsitas, tapas de gaseosa y chapitas de diskettes tres y medio, resaltan las vías por las que pasa el Tren de las Sierras, que atraviesa a ambos asentamientos. Por la tarde, entre las viviendas, se ven decenas de niños jugando, en bicicletas, de a grupos.
Hace dos años, en plena cuarentena, se dio el último incendio en Los Galpones. Si bien no hubo víctimas fatales, cuando llegaron los bomberos ya no quedaba nada de lo que antes era la casa de una familia. “Al tener enganchados los cables, se quema y se prende fuego todo. No tenemos de dónde cortar la luz, entonces no hay forma de salvar algo”, lamentó Mercedes Funes (53), la primera habitante del lugar que, hace 29 años, llegó desde la provincia de Santa Fe con sus cinco hijos y su pareja. Hoy, madre de 16, maneja un merendero que se encarga de distribuir viandas, abrigo, bolsones y colaborar, como puede, con las necesidades del lugar.
Y los pesares por el invierno siguen. “Cuando prenden una estufa la luz baja y hay muchos que no les tira la estufa tampoco, porque acá estamos todos enganchados. No vino alguien a decir, ‘les vamos a poner el medidor’ y de a poquito algunos podrían pagar la tarifa social”, dijo Mercedes a este medio.
En verano el problema se da con el agua: la presión del caño que alimenta a los asentamientos no llega a los hogares con la suficiente fuerza y el calor se vuelve insoportable.
Pese a que la semana pasada el intendente Martín Llaryora dijo, con respecto al incendio en el que murió un adolescente de 16 años en el asentamiento La Tablita, que no podía “mirar para otro lado” y que debía intervenir, Mercedes aseguró que nadie de la actual gestión se acercó nunca a Los Galpones para conocer las necesidades de los vecinos de la zona.
Según el último relevamiento que realizó el Registro Nacional de Barrios Populares en mayo pasado, en la provincia de Córdoba hay 281 villas de emergencia, asentamientos y barrios populares que agrupan a 31.704 familias. De ese total, 22.287 grupos familiares (70,29%) viven en 163 (58%) asentamientos informales ubicados en nuestra ciudad.
Para colaborar con el merendero
El Merendero Sonrisitas funciona desde hace ocho años en Villa Los Galpones y asiste con almuerzos, meriendas y cenas a las 350 familias de los asentamientos de La Tribu y Los Galpones. Las únicas colaboraciones que recibe el comedor son de agrupaciones políticas que trabajan en el territorio, fundaciones y vecinos particulares. Hace poco, Mercedes debió donar la heladera del merendero para una vecina con diabetes, que necesitaba con urgencia un lugar para guardar la insulina.
Por ello, es ahora el comedor el que necesita un lugar que le permita refrigerar los alimentos. Además, requieren donaciones de carne (pollo, cerdo, vaca), verduras, alimentos no perecederos, ropa de abrigo para niños y adultos, frazadas y estufas. Todo es destinado a los vecinos de la zona y es bienvenida cualquier ayuda. Para contactarse con Mercedes, escribir por Whatsapp o llamar al 351-5325165.