Alguna vez los humanos pensamos que la Tierra era el centro del Universo, y que nosotros éramos los “dueños de todo”. Sin embargo, el progreso científico fue demoliendo nuestro narcicismo de barro y hoy sabemos que vivimos en un “puntito azul”, que gira alrededor de una estrella gigantesca, que a su vez es un puntito brillante en una Vía Láctea infinita, que a su vez es una entre millones de galaxias, en un universo inmenso y sin límites, y que bien podría ser “otro puntito” entre millones. Y aquí estamos nosotros, buscando respuestas sobre nuestra existencia, creyendo o no en Dioses, en otras vidas o en otras dimensiones, y muchos con la profunda angustia de saber que “estamos de paso”. Claro que en el “mientras tanto”, rastreamos certezas que generalmente no encontramos, o que explicamos desde la religión, la filosofía, la astronomía, la medicina, y desde un montón de lugares más, aunque sea para tratar de entender algo de lo que realmente somos.
El Doctor David Moisés Dib es un reconocido dermatólogo y forense, y que además por estos tiempos, es el Director del Instituto de Medicina Forense del Poder Judicial de Córdoba. Vale la pena entonces, y con su ayuda, intentar indagar un poco sobre dos miedos con los que convivimos…y pocas veces entendemos.
HDC: Cuéntenos un poco sobre su vida personal y familiar, y de cómo se convirtió en médico dermatólogo y forense
DMD: Soy hijo de un trabajador ferroviario y por lo tanto viví en muchos lugares del país, pero me considero formoseño de crianza y cordobés por elección. Estudié Medicina y poco antes de recibirme comencé a trabajar en Tribunales porque me gustaba la medicina legal y forense.Pero también me sumé al posgrado de dermatología en la cátedra que dirigía una médica maravillosa, la doctoraBelia Inchaurregui de Oviedo. Y gracias a ella aprendí a tener una mirada social y amplia de la dermatología. Por lo tanto, y desde fines de los 80, estoy trabajando en ambas especialidades.
HDC: Permítame preguntarle al dermatólogo. ¿Dónde trabaja y como tenemos que cuidar a nuestra piel?
DMD: Me desempeño en el Servicio de Dermatología del Hospital Pediátrico del Niño Jesús, donde atendemos a niños y adultos de 0 a 100 años. De hecho, hoy es el servicio que asiste a la mayor cantidad de pacientes en el sector público de Córdoba, y que también forma especialistas de excelencia. Además, un jueves por mes, vamos al interior provincial en el marco de una “campaña de prevención del cáncer de piel y abordaje de patologías dermatológicas”.
Sobre la piel, dejamerecordar aquello que dijo el poeta Paul Valery… “la piel es lo más profundo del ser humano”, y por lo tanto, además de ser el órgano más extenso del cuerpo, es donde se manifiestan nuestras emociones y muchas de nuestras enfermedades. Los cuidados generales que se recomiendan son hidratar bien la piel y tomar agua suficiente, no exponerse al sol que es factor de envejecimiento cutáneo prematuro y predispone al cáncer de piel y sin dudas, tratar de ser felices, algo que nos ayuday mucho a tener una piel y un cuerpo saludables, aunque sean tiempos difíciles los que nos toquen vivir.
HDC: ¿Y cómo es ser forense y hacer una autopsia a un cuerpo humano?
DMD: La autopsia es una práctica muy antiguay probablemente este procedimiento y el estudio de los órganos y del cuerpo en general ayudaron a pasar de una medicina mágica a una medicina científica. Podemos decir que gracias a las autopsias, se pudieron conocer muchas enfermedades y padecimientos que sufren las personas. En el caso de las autopsias judiciales o forenses, están destinadas a verificar las causas de las muertes y si fueron violentas o naturales, y así asesorar y contribuir con una prueba muy importante a las investigaciones penales. En Córdoba hacemos una cantidad muy significativa de autopsias y nuestros médicos y médicas forenses tienen una gran experiencia y reconocimiento nacional, incluso en foros internacionales. La práctica de la autopsia nos modela a los forenses, que tratamos de dar respuestas no solo a la investigación sino también a los familiares y amigos de las víctimas, y por lo tanto constituye una responsabilidad muy importante. Siempre nos esforzamos para hacerlas lo más completas posible, y con todos los estudios complementarios que sean necesarios. Los resultados suelen ser una respuesta muy valiosa para las familias de los fallecidos, porque deben comenzar el proceso del duelo en circunstancias muy ingratas.
HDC: ¿Qué es la muerte para los forenses y cómo se relacionan con ella?
DMD: Dice ese gran juglar mendocino Jorge Marziali en su Coplas por Refalosa: “…la muerte vendrá a buscarme… y que le voy a decir? que he decidido no ir o que tiene que esperarme… por eso cuando me muera, señora no diga nada, no retrocede la muerte, señora, con las palabras…”. Y creo que es más o menos así la conciencia de la muerte, que en verdad es la conciencia de la finitud de la vida. A los forenses, la muerte nos interpela como a todos desde nuestra cultura, y la vamos asumiendo con los mismos interrogantes y desafíos y tenemos claro que puede llegar en cualquier momento. Cuando es de modo violenta, entonces sabemos de ciertas formas de morir que podrían ser prevenidas, los accidentes por ejemplo. Por eso vemos a veces con pesar, cómo mueren personas en circunstancias que podrían evitarse y entonces hay como un proceder de tener ciertas precauciones en nosotros -y en nuestra gente cercana y querida- para intentar evitar esas muertes cruentas, que siempre son muy dolorosas por inesperadas o brutales. Nos relacionamos con la muerte desde una mirada científica y sin ahondar en cuestiones que no podríamos explicar.
HDC: ¿Le tiene miedo a la muerte?, ¿Cómo supera la muerte de un ser querido?
DMD: El miedo a la muertees inherente al ser humano. Borges decía que“Ser inmortal es baladí; menos el hombre, todas las criaturas lo son, pues ignoran la muerte; lo divino, lo terrible, lo incomprensible, es saberse inmortal”Y Cortázar escribió: “Para mí la muerte es un escándalo. Es el gran escándalo. Es el verdadero escándalo. Yo creo que no deberíamos morir y que la única ventaja que los animales tienen sobre nosotros es que ellos ignoran la muerte. El animal no sabe qué va a morir. El hombre lo sabe, lo sabe y reacciona de distintas maneras, histórica o personalmente”.
Creo que finalmente debatimos con esas ideas porque sabemos que inexorablemente todos y todas vamos a morir y entonces pasamos por las mismas tensiones que pasan las personas, esas que están más vinculadas a la cultura, a las creencias y a nuestra propia historia, que a nuestras tareas. O sea, sufrimos la muerte de igual manera que quienes no tienen esta profesión, y cuando muere un ser querido tratamos de elaborar el duelo de la mejor manera posible, pero siempre lo que prevalece es desde que ideas partimos para poder asumir que la vida concluye y cómo seguir cuando la muerte nos interpela. Trabajar en la morgue sólo nos permite, por ahí, tener la posibilidad de poder explicar mejor la muerte. Pero definitivamente, asumirla y sobrellevarla con nuestros seres queridos, tiene más que ver con lo cultural que nos atraviesa que con la profesión.
HDC: ¿Y sobre la hipocondría y el miedo a las enfermedades que nos puede decir?
DMD: No soy un especialista en ese tema. Lo que sí podemos decir es que en algunos momentos de nuestras vidas tenemos temores que nos acechan y nos persiguen y quees importante poder resolverlos
HDC: ¿Qué cree que hay después de la muerte?, ¿Alguna vez pasó algo raro en la morgue, algo “espiritual”?
DMD: Después de la muerte supongo que no hay mucho más o mucho menos que antes de nacer…la vida es finita y eso nos obliga a ser mejores de algún modo, porque después ya no hay nada o por lo menos nada que haya sido probado. Por lo tantosería interesante que pudiéramos transitar por esta vida, que no elegimos, de la mejor manera posible y sin tanta crueldad y tantos dolores que nos agobian y nos hacen infelices.
Sobre “cosas raras” en la morgue, la verdad es que no hay ni cosas llamativas ni extrañas… decía un jefe nuestro que los muertos nunca molestan ni hacen daño y que eso es patrimonio de los vivos. Entonces de los vivos hay que cuidarse y a los muertos respetarlos por su historia y recordarlos.
HDC: ¿Cree que se parecen en algo los miedos a morir y a vivir?
DMD: El miedo a vivir seguramente puede asimilarse con estas épocas oscuras, como es la actual, donde el futuro de nuestros hijos está en peligro, también nuestro trabajo y el de los seres queridos, donde además muchos derechos están en serio riesgo, y también la construcción colectiva en este país maravilloso. En estos contextos, habitualmente surge algo como un “miedo” que después puede derivar en bronca y rabia descontrolada, y en fenómenos sociales que ya vivimos en Argentina. En cambio, el miedo a la muerte es más horizontal que el miedo a vivir, y casi todas las personas al evaluar que la vida en algún momento concluye, tenemos miedo pero vamos asumiendo esa situación, y entonces el miedo se aplaca y la angustia disminuye y en muchos casos aparece la dignidad de poder mostrar que esa vida fue valiosa y así podemos morir en paz. El miedo a vivir tiene que ver, a mi entender, con las circunstancias que nos rodean y las imposibilidades de poder saberse dignos, es decir… tiene que ver con la falta de trabajo, la imposibilidad de acceder a mejores condiciones de vida, con la pobreza que trae enfermedades y dolor, con las barreras que nos impiden ser felices. Por supuesto, y así lo demuestra nuestra historia como especie, el miedo a vivir también puede impulsarnos a acciones increíbles, individuales y grupales, y transformarse en ilusión y esperanza, que nos permitan lograr nuevos bríos para seguir viviendo.
HDC: ¿Será verdad que ya nacieron los humanos que vivirán hasta 150 años gracias al progreso de la Ciencia?
DMD: Sí, es posible. Pero además tenemos que procurar que sea una buena vida y que esas personas puedan disfrutar y ser felices durante todos esos años. O sea, no sólo cantidad sino calidad de vida, y sinceramente a eso hoy lo veo muy poco probable, al menos de mantenerse las condiciones del mundo actual.
HDC: ¿Es posible existir sin los miedos a morir y a vivir?
DMD: El miedo está siempre porqueforma parte de nuestra naturaleza, el tema es como lo enfrentamos y cómo ese desafíode convivir con los miedos nos permite ser mejores, vencer al temor y aprender en el camino. Me parece que las personas que han vivido felices mueren felices, y cuando les llega el momento no sólo no tienen miedo sino que son ejemplo de dignidad y templanza. Al menos de mi experiencia de vida, creo que está bueno ser pacientes y trabajar por lo que creemos. Esta actitud nos ayuda a poder sentirnos tranquilos, y a cuidarnos y protegernos de las adversidades. Estoy convencido que vale mucho la pena mirar a nuestros hijos, con la satisfacción de haber hecho lo posible por construir un mundo mejor.