Por Jorge Vasalo (Especial para HDC)
Es posible combinar la compra de verduras y frutas sin tóxicos con un paseo agradable, además de charlar con gente interesante y aprender cosas nuevas. De yapa, disfrutar de algún cantante o baile o expresión artística que se apodere de algún rincón del lugar. Todo esto, y más también, es lo que ocurre cada sábado por la mañana y hasta bien entrada la siesta en la Feria Agroecológica ubicada en la vereda norte de la Ciudad Universitaria, al lado de la Facultad de Ciencias de la Comunicación y entre las rotondas del ingreso a Valparaíso y el Monumento a la Reforma Universitaria.
Allí, hace ya casi once años, un grupo de productores convencidos en cuidar nuestro ambiente y nuestra salud, comenzaron a ofrecer sus papas, zanahorias, lechugas y un montón de frutos de la tierra pero cuidados sin plaguicidas ni químicos dañinos para nuestros cuerpos. Luego se fueron sumando otros puestos con panes, dulces, pastas, aceites, cremas y jabones, yerbas, artesanías. Fue así como entonces la feria original creció en cantidad y calidad, de hecho, en los últimos tiempos se ha sumado otra feria en cercanías. Entonces, caminar de punta a punta, sólo mirando y preguntando o eventualmente comprando, puede llevarnos un buen rato.
A continuación, compartiremos algunos testimonios que nos ayudarán a comprender este fenómeno sabatino que, sin dudas, le da un toque distintivo a un lugar tan especial y entrañable como la Ciudad Universitaria.
Lourdes es una de las fundadoras de la feria que se inició hace once años, en noviembre del 2013 y recuerda que todo se inició por iniciativa de varios productores agroecológicos que querían vender sus huevos, frutas y verduras que con tanto esfuerzo se producen con un “sistema de garantías participativas” de control de las calidades y para que preservar la esencia de lo que la gente compra con total confianza. De hecho, el respaldo de este modo de producción es un trabajo conjunta con el Inta, Pro-Huerta y la propia Universidad Nacional. De los iniciales 10 u 11 puestos, hoy ya son alrededor de 60 y a pesar de los contratiempos que en su momento generó la obligada pausa por la pandemia. Pero además hay artesanos invitados por la Comisión de Admisión, con una serie de requisitos que deben ser cumplidos y luego de haber constituido una asociación civil.
“Para mí la feria es muy hermosa y única porque nos podemos mirar a la cara. El contacto es directo entre los productores y los consumidores e incluso gente que a lo mejor viene a pasear y a preguntar y entonces se recrea un ambiente familiar. Pero además hay espectáculos musicales y talleres con el aporte de diferentes facultades de la UNC. Nosotros lo vivimos con mucha alegría porque además en la Agroecología nos cuidamos entre todos y disfrutamos del trabajo en conjunto. La feria es mucho más que el sábado a la mañana porque nos preparamos durante la semana y cada sábado estamos aquí, antes de las 8 de la mañana y hasta las 15 de la tarde. Son jornadas lindas, satisfactorias y es impresionante como vienen vecinos que incluso viven a pocas cuadras de acá y no conocían la feria”.
Mirta es productora de verduras y tiene su quinta en la zona de Retiro, en la zona del cinturón verde. “Hace mucho que nos dedicamos a esto, respetando los ciclos estacionales y usando bioinsumos para espantar los insectos como antiguos preparados con ortigas y otros como caldos para combatir los hongos; son preparados que anteceden a los agrotóxicos. Nuestros clientes están satisfechos y muy contentos porque lo ecológico se nota claramente y la diferencia en el sabor por ejemplo de las hojas verdes es muy importante. Hay gente que se emociona porque la lechuga, o la espinaca, la acelga que llevan les hace recordar la que cosechaban en sus propias quintas cuando eran más jóvenes. En nuestro caso, tenemos compradores de más de 10 años y muy fieles que además nos agradecen por traer esta comida saludable, y casi al mismo precio de lo que se puede comprar en cualquier verdulería”.
El “Gringo” Leandro es ingeniero agrónomo recibido en la UNC. Él se dedica fundamentalmente a la producción de huevos y a la preparación de fertilizantes naturales. “Hace ocho años que me dedico a la agroecología y sin dudas llevarla adelante es posible. Ahora estamos entusiasmados por la ordenanza que recientemente se aprobó en el Concejo Deliberante de nuestra ciudad y que significa un importante impulso para los pequeños productores, porque fomenta la actividad agroecológica y la comercialización de lo obtenido. Yo por ejemplo tengo 500 gallinas alimentadas con maíz sin pesticidas, y para afianzar este emprendimiento y poder conseguir el alimento adecuado (que es más costoso), tuve que pasar por una transición de algunos años para finalmente lograr estos huevos de primera calidad. La verdad es que estoy totalmente identificado con este modo de producción y el desafío es seguir mejorando la calidad.
Yo disfruto mucho de esta feria porque el contacto directo entre los productores y la gente es impagable. Acá no vendemos nada trucho y nos hacemos cargo de nuestra feria y de lo que ofrecemos”.
Viviana y Darío, habituales concurrentes y clientes de la feria
“Venimos a esta feria porque la calidad de lo que llevamos es excelente, con frutas y verduras frescas que tienen un sabor inconfundible. Para nosotros cada sábado a la mañana es un momento especial, esta feria es un lugar de encuentro y de intercambio con un público heterogéneo y que disfrutamos mucho. Siempre decimos que somos consumidores conscientes que no faltamos un solo sábado, porque sentimos que la feria para nosotros es como los partidos de futbol para los hinchas que son fanáticos de esa pasión. Además disfrutamos muchos también de las presentaciones artísticas y de las charlas con tanta gente querida”.
Daniela y Marcela, profesionales de la Salud
“Llegamos aquí por recomendación de una amiga hace ya siete años y la feria se convirtió en “nuestro espacio”, con mucha gente conocida y también con gente nueva que se va sumando, y entonces lo pasamos muy bien tomando mates y conversando en un “intercambio amoroso”, y con la certeza de comprar productos de muy buena calidad a precios accesibles. Volver a sentir los sabores de las verduras que comíamos en la infancia, sin plaguicidas y cuidando la salud, con cuerpos más libres de tóxicos es mejorar la calidad de vida y es lo que valoramos. Pero además, es hermoso venir y estar en un ambiente tan agradable”.
Bajar un cambio es posible. Preguntar o comprar sobre aceitunas, bombillas y mates artesanales o alfajores de algarroba, mientras se saborea un pastelito de membrillo en almíbar, o simplemente se recorre los pasillos de la feria entre la gente, mirando y mirando. Así podemos describir con pocas palabras una postal de la Feria Agroecológica de la Ciudad Universitaria, un evento en el que el sol sale para todos.