Inversión social en Córdoba: el desafío de proteger derechos en tiempos de crisis

En medio del ajuste nacional, Córdoba refuerza políticas inclusivas y la sociedad civil sostiene con esfuerzo a los sectores más golpeados por la crisis.

Inversión social en Córdoba: el desafío de proteger derechos en tiempos de crisis

Marcha contra el veto de Javier Milei a Ley la Emergencia en Discapacidad. Foto: Evelyn Gorga.

Las páginas de nuestro diario se llenan con voces de vecinos y vecinas de Córdoba que llegan con pedidos urgentes: “necesitamos un anafe para el merendero”, “estamos recolectando vasos térmicos para acercar algo calentito”. Son frases simples, pero detrás laten historias de lucha, solidaridad y vulneración de derechos.

Ajuste nacional y consecuencias humanas

La crisis económica y social que atraviesa el país se profundizó con políticas nacionales de ajuste, resumidas en la lógica del “déficit cero”. Uno de los sectores más golpeados ha sido el de discapacidad: el recorte en pensiones y un veto presidencial cargado de indiferencia desataron protestas en todo el país, con la Plaza San Martín como epicentro en Córdoba.

Así se instaló una disputa con consecuencias humanas: mientras desde Nación se insiste en que “no hay plata”, en la Provincia se sostiene que la inversión social no es gasto, sino futuro.

Foto: Evelyn Gorga.

La ministra de Desarrollo Humano, Liliana Montero, destacó el modelo cordobés como oposición:

“A diferencia de lo que ocurre en la Nación, la discapacidad en Córdoba es una política pública. La Provincia aporta al año 127 mil millones de pesos en discapacidad, distribuidos en los distintos estamentos. Para nosotros estos números no significan un gasto, representan inversión social”.

Esa inversión no se limita al sostenimiento, sino que se orienta a la inclusión. Más del 60% de los proyectos financiados por el Fondo Provincial de Inclusión estuvieron destinados a la inserción laboral. “Apoyar y potenciar oportunidades de trabajo para las personas con discapacidad constituye la vía más virtuosa para la inclusión”, afirmó Montero, y destacó también la promoción de cooperativas productivas y la contratación de servicios de instituciones de discapacidad en actos oficiales.

La vulneración, sin embargo, atraviesa generaciones. Jubilados con haberes mínimos que no alcanzan a cubrir la canasta básica marchan semana a semana para reclamar derechos, mientras miles de niñas y niños ponen en riesgo su infancia entre la venta ambulante y la necesidad de un plato de comida antes que un cuaderno.

En ese vacío, el rol de las organizaciones sociales se vuelve imprescindible.

Lina del Castillo, presidenta electa del Centro Vecinal de Alberdi, advierte que el empeoramiento del contexto socioeconómico ha multiplicado los pedidos de ayuda, sobre todo alimentaria. Un claro reflejo es la olla comunitaria que funciona en el Espacio y Museo Cervecería Córdoba, que pasó de servir 50 porciones a casi 200, asistiendo a más familias y personas en situación de calle.

Los centros vecinales se consolidan como espacios esenciales de representación y diálogo, trabajando no solo en urgencias como el acceso a la comida y al abrigo, sino también en la gestión de la basura, la seguridad, la cultura y la construcción de comunidad frente al individualismo.

La Fundación Un Litro de Leche, con sede en barrio San Martín, es otro de los ejemplos más claros.

“Desde 2009 trabajamos en comedores, merenderos y apoyo escolar. Hoy sostenemos todo a pulmón, con un 99 % de ayuda de la gente”, explicó Valeria López, fundadora e integrante.

Su tarea va mucho más allá de la entrega de alimentos: implica acompañamiento cotidiano, generar redes de contención y brindar un espacio donde las familias encuentran escucha y apoyo. Con el paso de los años, la organización se convirtió en un referente barrial al que acuden tanto personas con discapacidad como familias enteras que buscan sostén frente a la crisis.

“En cada pedido de ayuda hay una historia de dignidad que no podemos dejar caer”, resumió López, sintetizando el espíritu de una fundación que se mantiene en pie gracias al compromiso ciudadano y la confianza de quienes la necesitan.

Un brindis que resiste

En definitiva, cuando las políticas se endurecen y priorizan los números por encima de las personas, los motivos para brindar parecen escasear. Sin embargo, Córdoba sigue brindando: en las rondas de jubilados, en los merenderos de los barrios, en las ollas comunitarias, en los centros vecinales, en las cooperativas de personas con discapacidad, en las políticas públicas que sostienen y en cada gesto de solidaridad.

Ese brindis, incluso en tiempos adversos, es un acto de esperanza y resistencia. Y al conmemorar la trayectoria de este diario, es también un compromiso renovado: seguir contando estas historias para que no queden en silencio, porque en la palabra compartida también se defiende el derecho a un futuro digno.

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