En el año 2020 una pareja abandonó en la Comisaría de la Mujer de Bahía Blanca a dos hermanos que había adoptado el año anterior en Guinea-Bissau.
Según la denuncia que la Comisaría realizó ante la Justicia, el hombre había llegado a la dependencia policial con los menores de seis años e informó que era su deseo «entregar a los niños, desentendiéndose totalmente de las obligaciones paternas de cuidar, convivir, alimentar y educar».
La pareja fue detenida dos años después en la localidad neuquina de San Martín de los Andes por agentes de la Policía Federal.
Cuando la Argentina se suscribió a la Convención Internacional de los Derechos del Niño, se abstuvo de adherir a dos artículos, uno de ellos relacionado con la adopción internacional, explicó Fabiana Isa, académica especialista en temas de adopción y exdirectora de la Dirección Nacional del Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos de la República Argentina (Dnrua).
«Esto quiere decir que Argentina no acepta que los niños argentinos sean adoptados por extranjeros. Al abstenerse implica que nuestro país se reserva en materia de adopción internacional», detalló.
Además, según la especialista, hay que sumar el elemento de la transculturalidad.
Así, explicó: «Estas adopciones implican un extra en la complejidad de la situación porque son niños que son desarraigados, que vienen de una situación de vulnerabilidad».
De esta manera, «las personas que van al exterior y quieren adoptar niños en el extranjero podrán hacerlo si están dadas las condiciones en ese país. Pero cuando vuelven a la Argentina no contarán con el acompañamiento de organismos oficiales, por lo tanto, si los procesos de adopción se complican no hay equipos calificados para que acompañen a estas familias de manera oficial».
Paulina Karadagian, hija del creador de «Titanes en el ring», comenzó en 2007 el proceso para poder completar lo que describió como uno de sus grandes anhelos: ser madre.
«En ese momento Haití no era un país firmante con la Convención entonces busqué lugares que permitieran que mujeres solas acorde a mi edad adoptaran», contó a Télam.
En Argentina cualquier persona, sola o en pareja, mayor de 25 años y con 16 años de diferencia con el adoptante, puede ser aspirante para adoptar.
Según los datos actualizados al 1 de noviembre de la Dnrua en la Argentina se registran 2.373 legajos para adoptantes, el 74,59% (1.770) siendo solicitantes monoparentales y el 25,71% (603) matrimonios y uniones convivenciales.
A Kennedy, su hijo mayor, lo conoció por foto cuando tenía siete meses: «Iba a comprarle ropa y no tenía idea de los talles, le hacía señas con las manos y les mostraba fotos para que lo vieran», contó Karadagian.
Paulina viajó dos veces para verlo, y cuando lo visitó por primera vez dijo que su hijo «le tiró las manitos», la abrazó y se le pegó al pecho, y durante los diez días de su estadía no se despegó de ella.
El orfanato donde se encontraba su hijo elegía cada año al «bebé de Navidad», cuando arribó a la Argentina se sorprendió al ver que Kennedy la esperaba dentro de un auto con un gorro de Papá Noel.
En ese momento ya tenía un año y ocho meses. Luego de Kennedy llegó Khaled, se llevan dos meses de diferencia y ambos provienen del mismo orfanato.
«Ellos siempre supieron su historia y siempre les hablé como me recomendaron los psicopedagogos, y siempre respondí a lo que me preguntaban. Los chicos tienen derecho a tener una familia, no es el derecho de nosotros a tener hijos. Yo tuve una muy buena experiencia, es algo que no se toma a la ligera. No concibo que alguien ‘devuelva´ a sus hijos como si fueran una remera», concluyó.
Otro caso es el de Carola, quien consideró que la mejor alternativa para ser madre y formar una familia era la adopción, y su proceso para hacerlo realidad comenzó en el 2018 cuando tenía 49 años.
«Cuando junté toda la documentación necesaria envié mis papeles a Colombia hasta que en abril de 2021 me contactaron para decirme que tenían una niña que estaba con disponibilidad para adoptar», dijo a Télam.
Su hija en ese momento tenía 10 años, y gracias a la virtualidad se conocieron mediante videollamadas que realizaban semanalmente.
Carola explicó que el cambio cultural al principio le resultó un poco complejo a su hija, pero que con el paso del tiempo logró adaptarse a su nueva vida y logró tener un vínculo con su familia y entorno.
«A mí me cambió la vida para mejor. Fue un proceso muy constructivo, siento que le estoy dando amor a una persona que sufrió y pasó por un momento difícil. Siempre trato de que conozca y quiera su historia», expresó.
Según contó Carola, las problemáticas que surgen en su casa no difieren a las de una familia con hijos biológicos y motiva a que las personas que quieran formar una familia lo hagan mediante la adopción.