En el Día Nacional de la Producción Orgánica, desde el Instituto Nacional de Tecnología Industrial – INTI analizamos los principales desafíos y comprometemos acciones en todo el territorio nacional para potenciar el sector.
¿La creciente demanda de producción orgánica responde a una moda o una tendencia? La pregunta era habitual cuando se analizaban estadísticas del sector, pero la inquietud quedó respondida al visualizar que se trata de una tendencia en crecimiento que se consolida año a año a nivel mundial, incluyendo los impredecibles tiempos de pandemia que aún atravesamos. Tener presentes los escenarios a futuro y preferencias de los consumidores, resulta clave para quien vuelca sus esfuerzos en la transformación, la diferenciación y el posicionamiento de su marca, más aún si la meta es un mercado altamente competitivo como lo es el de los productos que se identifican a través de un sello orgánico.
Definir orgánico es hablar de un producto que proviene de una agricultura ecológica, que respeta el ambiente y preserva los recursos naturales, que tiene estrictas normas sobre el uso de herbicidas, pesticidas y fertilizantes con la finalidad que cuente con un atributo de calidad. Este mercado gana cada día más adeptos, en el afán de cuidar su salud, preservar el hábitat y contribuir con el cuidado de la casa común, en sintonía con un estilo de vida más holístico y de conciencia plena.
En relación al alcance actual de este sistema productivo en nuestro país, según las últimas publicaciones del Senasa, durante 2020 la superficie dedicada a cultivos orgánicos cosechada en Argentina creció un 20% respecto al año anterior, y aumentaron un 6% las explotaciones agropecuarias con certificación, consolidando una tendencia positiva en la última década. En este período, 4,2 millones de hectáreas se dedicaron a la producción ganadera y 232000 a la vegetal; y el sector orgánico produjo 132.000 toneladas, de las cuales más del 96% fueron exportadas y el porcentaje restante se comercializó en el mercado interno. Estas cifras indican el potencial de crecimiento que tienen ambos mercados: el externo altamente demandante y aún insatisfecho (principalmente Estados Unidos y la Unión Europea); y el interno, ávido por clarificar cómo identificar este tipo de productos, dónde comprarlos y que realmente sean una opción dentro de su economía.
Desde el INTI estamos impulsando acciones para acortar brechas tecnológicas que puedan sumar valor a un producto de por sí diferenciado a través de un sello y un sistema de respaldo que lo avala. Como ejemplos en este sentido, contamos con una planta piloto certificada orgánica (para procesar cereales, legumbres y oleaginosas); con un programa de «Diversificación de la Producción Orgánica» y con nuestra activa interacción con el propio sector, instituciones intermedias y organismos gubernamentales nacionales -como Mapo, APO, Cacer, Magyp, Senasa- así como diferentes estamentos provinciales.
También, en el instituto establecimos que el agregado de valor a la producción orgánica sea una línea estratégica de trabajo para los Consejos Asesores Regionales del Centro, Cuyo, NOA y Patagonia- regiones que reúnen el 64% de los operadores orgánicos. En este marco, se constituyeron mesas técnicas que proyectan acciones concretas para lograr su cometido, en articulación con organizaciones empresariales, gobiernos provinciales e instituciones del conocimiento cuya vinculación persigue la sinergia y complementación.
Las brechas tecnológicas quedan definidas por los principales desafíos técnicos que atraviesan a los operadores elaboradores orgánicos, y quienes tengan interés en serlo. Contar con tecnologías adaptadas a la escala de producción, una cadena sostenida de proveedores, y una cartera de insumos diversificada, diagramar proyectos que tiendan a definir opciones de packaging (que refleje la filosofía que identifica a este tipo de productos), analizar fehacientemente los ciclos de vida de los productos que se comercializan como orgánico e incentivar a disminuir las huellas ambientales, objetivar la percepción del consumidor de orgánicos, capitalizando su opinión para el diseño de productos, la innovación y la relación de fidelidad que suele establecerse entre una marca o concepto y quien la elige, son algunos de los temas en los cuales como INTI aportamos nuestro conocimiento y asistencia, muy cerca de donde se elaboran los productos. Ello es posible gracias a la red de trabajo territorial y sus referentes regionales, que establecen el vínculo y la cercanía indispensables para que una necesidad pueda ser interpretada y canalizada.
El rubro de alimentos es el que mayor oferta presenta actualmente para la producción orgánica, con más participación de algunos sobre otros. No obstante, prendas y cosméticos tienen un incipiente desarrollo en nuestro país que requiere especial atención para que se consoliden y puedan acompañar la creciente demanda del mercado. Las actuales generaciones, que en unos años tendrán capacidad de compra, así lo exigen.