Proyecto Carayá: un tesoro para visitar en vacaciones

La reserva de monos carayá y capuchinos en La Cumbre constituye un atractivo en el cual se conjugan la naturaleza, la solidaridad, la ecología y el trabajo con propósito.

Una de las familias de monos carayá que viven en la reserva de La Cumbre.

Una de las familias de monos carayá que viven en la reserva de La Cumbre.

Unos 20 minutos de recorrido por el camino que une La Cumbre con Ascochinga permiten llegar al ingreso de la reserva Proyecto Carayá. Inmediatamente se acerca una de las integrantes del equipo de profesionales que allí trabajan. Auto por auto va relatando cómo será la experiencia que dura aproximadamente una hora y por la que cada visitante deberá abonar una contribución que constituye la principal fuente de ingresos de esta iniciativa privada.

La visita se realiza en grupos y siempre bajo la mirada de los guías que indican el camino a recorrer, relatan la historia del lugar y fundamentalmente concientizan sobre el daño que producen la depredación de la fauna autóctona argentina ya sea con fines comerciales o de mascotismo.

Uno de los simpáticos y sociables monos capuchinos.

El trayecto permite tomar contacto con las diferentes comunidades de monos capuchinos y carayá que allí han encontrado un espacio protegido para vivir en libertad, pero además ofrece la posibilidad de disfrutar paisajes serranos imponentes dignos de capturar con una cámara fotográfica, ya sea la propia del celular o una semi profesional, en el caso de los entusiastas de esa actividad.

Proveniente del norte argentino, el mono aullador o carayá es el mamífero más comercializado ilegalmente en nuestro país, en muchas ocasiones llegan al santuario con costumbres de humanos, donde se les debe enseñar a comportarse como monos nuevamente, allí comienza el trabajo de especialistas y voluntarios.

Una hembra carayá con su cría en los árboles de la reserva.

Los guías de Proyecto Carayá revelan durante la caminata de baja dificultad que en el predio, además de los más de 220 monos carayá y capuchinos, también conviven múltiples especies como caballos, vacas, vizcachas, lechuzas y pumas a los cuales no es posible acceder ya que también se trata de animales rescatados del mascotismo que han sufrido mucho en su vida por lo cual tratan de mantenerlos alejados de fuentes de estrés como podrían ser un grupo de seres humanos acercándose a su hábitat.

Paisaje que se ve desde uno de los puntos panorámicos de la reserva.

En estos días de vacaciones invernales, esta reserva constituye una gran alternativa para compartir un día con los chicos, disfrutar del contacto con la naturaleza, crear conciencia sobre el cuidado de las otras especies con las que compartimos el planeta y colaborar con la actividad de un equipo de profesionales que dedican su vida al rescate de animales en un predio que es referente a nivel nacional y regional.

Durante julio, con motivo de las vacaciones de invierno, el santuario se puede visitar todos los días de 10:30 a 16:30 hs. Para llegar, se debe ir por la ruta E66 hasta 11 km de La Cumbre. El valor del ingreso para menores (de 3 a 9 años) es de $ 5.000, mientras que a partir de los 10 años el ingreso cuesta $ 15.000. Los menores de 3 años no abanan entrada presentando DNI.

Los monos capuchinos de la reserva no tienen problema en que los visitantes se acerquen a tomarles fotografías.
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