¿Quién es el Otro para mí?

Entrevista con el abogado y docente en Ciencias Sociales Jorge Auil.

¿Quién es el Otro para mí?

En la recordada película Náufrago, el actor Tom Hanks protagonizó a un empleado de la empresa FedEx, quien fue el único sobreviviente de un accidente aéreo sobre el Océano Pacífico. Su personaje Chuck Nolan logró sobrevivir durante cuatro años en una pequeña isla, acompañado por una pelota de vóley a la que le pintó una cara y la llamó Wilson. En ella, proyectó a un Otro y así mantuvo esta relación hasta que las olas se llevaron la pelota durante una tormenta, mientras él intentaba sobrevivir y ser rescatado en el mar. Si nos vamos más atrás en el tiempo, nos podemos encontrar con una de las joyas de la literatura universal, cuyo personaje centralísimo era un joven inglés varado en una isla caribeña y en absoluta soledad, frente a un montón de peligros. Se trata de Robinson Crusoe, quien logró rescatar a un prisionero de los caníbales y lo llamó Viernes. A partir de ese encuentro, la vida de ambos cambió para siempre. Estas dos historias reflejan claramente que somos “seres sociales”, y que incluso en las situaciones de más extrema soledad, nos relacionamos con recuerdos, fantasías y situaciones que involucran a otras personas. Sin embargo, y como también vivimos atravesados por diferentes culturas que abarcan formas y tradiciones espirituales, históricas y tecnológicas, entonces nos podemos preguntar: ¿Es verdad que por estos tiempos el Individualismo está de moda?

El abogado Jorge Auil (JA)es docente en Ciencias Sociales, estudioso de la Filosofía e instructor de buceo. Recientemente disertó en el Conversatorio Psi dirigido por la licenciada Beatriz Frouté, e interpeló a los participantes con una pregunta fundamental sobre nuestra vida presente, aparentemente desbordada de egocentrismo, cansancio y soledad: ¿QUIÉN ES EL OTRO PARA MÍ?

Jorge Auil

HDC: ¿Está de acuerdo con quienes creemos que el individualismo goza por estos tiempos de mucha propaganda y del visto bueno de los poderosos?

JA: Totalmente. Creo que el individualismo contemporáneo no es un fenómeno espontáneo, sino que por el contrario, es sembrado y cultivado. La cultura del consumo nos repite: “sos único, autosufiente y especial”. Lamentablemente, esta exaltación del Yo, termina siendo una forma de aislamiento. El filósofo y psicólogo francés Michel Foucault decía que el Poder no sólo reprime, sino que produce sujetos. Y según mi opinión, la producción de estos tiempos, es la de sujetos desconectados, convencidos que no necesitan del Otro. Por supuesto, estas personas aisladas, son mucho más fáciles de manejar y controlar.

HDC: ¿Y qué lugar ocupa el otro en estos tiempos repletos de pantallas?

JA: El Otro está, pero reducido a un perfil, a un like, como a una caricatura de sí mismo. El filósofo lituano Emmanuel Levinas sostenía que la ética comienza en el rostro del Otro, en ese encuentro vivo que me interpela y me obliga a responder. Pero cuando ese rostro es sustituido por un avatar o figura, entonces la responsabilidad se diluye. Por lo tanto, uno de los desafíos de estos tiempos, es recuperar la profundidad detrás de las pantallas, ver al ser humano y no sólo al ícono digital.

HDC: ¿Usted cree entonces que el “otro” de las pantallas está disminuido?

JA: Volviendo a Focault, él planteaba que el poder se ejerce a través de las miradas y los dispositivos sociales. De hecho, vivimos en una sociedad de la vigilancia donde el Otro ya no sólo es un interlocutor, sino también un ojo que observa. Las redes sociales nos exponen, las cámaras, los algoritmos. Entonces, el Otro ya deja de ser alguien con quien puedo dialogar, y se convierte en un espejo que me mira, me juzga y me disciplina, y entonces la relación deja de ser ética para ser controladora. Aunque parezca increíble, por estos tiempos el panóptico foucaultiano se materializa en cada aplicación de nuestro celular.

HDC: Levinas se refería al rostro como el inicio de la ética… ¿Cómo es ese rostro mediado por las pantallas?

JA: Por ejemplo, una videollamada puede ser un encuentro real si logro reconocer y contactarme realmente con el Otro detrás de esos píxeles. Por lo tanto el desafío es enorme, porque si me limito a lo superficial, entonces pierdo la dimensión ética. Por eso digo que el rostro no es sólo una imagen sino que es una llamada a mi responsabilidad, y que puede atravesar esa pantalla si yo decido escucharla realmente.

HDC: Y en este mundo de mayor aislamiento y superficialidad… ¿Qué pasa con el cansancio y la autoexplotación?

JA: Justamente a esta cuestión la desarrolla con mucha lucidez, el filósofo surcoreano Byung-Chul Han quien describe un mundo en el que ya no necesitamos un amo que nos obligue, porque nos exprimimos nosotros mismos. El problema es que en este contexto, el Otro se convierte en un obstáculo, en alguien que nos hace perder tiempo. Y entonces, el peligro es que dejemos de ver al Otro como un semejante, para verlo como alguien que molesta, que me atrasa y que me dispersa. El resultado de esta situación es trágico: más soledad, más aislamiento y una sociedad rota por dentro.

HDC: ¿Y entonces qué nos “enseñan” Wilson y Viernes sobre la necesidad de relacionarnos con los demás?

JA: Que la soledad absoluta es insoportable. El personaje de Náufrago, Chuck Nolan, inventa un Otro en Wilson para poder sobrevivir; Robinson Crusoe encuentra en Viernes un compañero que lo ayuda a sostener su vida. De modo que tanto esta película como el libro, nos recuerdan lo mismo con un mensaje muy categórico: Vivir es, esencialmente, convivir.

HDC: Ahora bien, si mal no recuerdo, el filósofo francés Jean-Paul Sartre decía que “el otro es una amenaza de mi libertad”

JA: Sí claro que lo es. Pero también como dice Levinas, el Otro es la condición misma de humanidad. Son ambas cosas. El Otro limita mi libertad, me impone reglas, expectativas, deseos y me obliga a pensar y repensar más allá de lo que creo y quiero. Pero al mismo tiempo, me da sentido. En cambio, si estuviera solo en el mundo, no habría ni ética, ni replanteos, ni justicia, ni diálogo. La verdadera libertad no es hacer siempre lo que quiero…es convivir con el Otro, y en ese encuentro, darle densidad a mi existencia.

HDC: Y en medio de esta “moda del individualismo”, ¿cuáles son los riesgos de ignorar a los otros?

JA: El mayor riesgo es la deshumanización, suprimir y achatar nuestras emociones y privarnos de un montón de experiencias vivificantes. Una sociedad sin Otro, es una sociedad sin compasión, sin responsabilidades y sin proyectos comunes. Es más, me atrevo a decir que es la antesala de la violencia y del colapso social. En definitiva, invisibilizar a los Otros, equivale a invisibilizarnos a nosotros mismos.

HDC: ¿Qué es la empatía? ¿Qué implica ser empático hoy?

JA: Muy buena pregunta. A priori podríamos decir que es la capacidad de ponerse en el lugar del Otro.  Ahora bien, permitime responderla desde tres enfoques diferentes. Foucault por ejemplo, veía a la empatía atravesada por los discursos sociales y las relaciones de poder. Y de hecho, muchas veces es usada como herramienta de control como cuando empresas piden empatía a sus trabajadores para mejorar la producción. Foucault nos diría que hoy, ser empático implicaría cuestionar estos discursos agobiantes, y buscar vínculos que no estén manipulados por los poderosos.

Para Byung- Chul Han vivimos en un exceso de likes, en lo cibernético, y por lo tanto la empatía se debilita ante la prevalencia del narcisismo digital y de la prisa. Para él entonces, ser empático hoy es poder resistir esta moda y estos modos, y “escuchar de verdad, aceptar el silencio y cuidar al Otro” más allá de la lógica del rendimiento.

Para el Existencialismo (Heidegger, Sartre y Levinas entre otros), no podemos ser sin los demás, el Otro es constitutivo de nuestra existencia y entonces ser empático significa asumir la responsabilidad ética frente al Otro, respetando las diferencias y sin caer en la tentación de reducirlo a un reflejo de nosotros mismos. Por lo tanto, en estos tiempos, ser empático significa elegir al Otro con libertad, y hacerse cargo incluso en la dificultad y en la tensión que genera la otredad.

En síntesis creo que la empatía es bastante más que ponerse en el lugar del Otro. También es resistencia, crítica al poder y ética existencial, querer y animarse a estar con libertad, responsabilidad, aceptación y tolerancia.

HDC: ¿Por qué cree que la filosofía puede ayudarnos a repensar nuestros vínculos?

JA: Bueno porque si bien la Filosofía no da recetas mágicas (¿quién acaso?), abre un montón de preguntas existenciales, y nos desafía a responderlas. Pensemos que preguntarnos hoy: ¿Quién es el Otro para mí?, es casi revolucionario. Nos enfrenta con estas cuestiones tan importantes, y nos obliga a frenar la inercia de la autoexplotación y del individualismo. La Filosofía nos recuerda que no somos islas…y que somos puentes.

HDC: ¿Y usted cómo incluye estas reflexiones y experiencias en su vida cotidiana?

JA: Bueno como abogado, pienso en el Otro cada vez que participo del contrato social; sin el Otro no hay normas ni justicia. Como docente, el Otro son los estudiantes que me desafían y me obligan a repensar lo que enseño. Y como buceador, el Otro es el compañero de inmersión: debajo del agua, mi vida depende de él, y la suya de mí. Eso me recuerda que la alteridad, la otredad, no es una teoría: es una práctica vital.

Mientras construímos esta nota con Jorge Auil, recuerdo una vieja y adorable película del ya fallecido director argentino Eliseo Subiela. En El Lado Oscuro del Corazón, Oliverio, un poeta bohemio que busca incansablemente a “la mujer que vuela”, se enamora de una prostituta uruguaya quien sin embargo lo abandona. Oliverio, y a pesar del sufrimiento, se da cuenta que es mejor incluso estar herido y vivo, que dormido…que a veces hasta una herida nos recuerda que estamos vivos. Bien vale la pena entonces, animarnos a abrirnos, aceptarnos y tolerarnos, tender puentes y encontrarnos con alegrías y tristezas…y también preguntarnos con coraje y frontalidad: ¿Quién es el Otro para mí?

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