¿Soy adicto al Whatsapp y a las redes?

Es innegable que el progreso tecnológico es vertiginoso y que impacta directamente sobre nuestras costumbres y culturas, y también en nuestras formas de comunicarnos.

¿Soy adicto al Whatsapp y a las redes?

Podríamos definir “adicción” como una conducta que se repite compulsivamente y que daña y genera deterioro a nuestra salud y calidad de vida. Según el manual “Diagnóstico y Estadística de los Trastornos Mentales”conocido como DSM-5, el mecanismo de la adicción se basa en la activación directa del sistema de recompensas del cerebro, que interviene en el refuerzo de conductas y en la producción de recuerdos. Esta activación es tan intensa que la cotidianeidad normal y habitual puede ser descuidada. Tanto en el consumo insaciable de alimentos, bebidas, fármacos y drogas, como de determinados comportamientos, se registran síntomas emocionales y físicos ante la ausencia o presencia de los estímulos buscados: “No soportó estar más de 10 minutos sin fumar un cigarrillo. Tampoco sin consultar los mensajes”. Es como si en el cerebro existiera una luz roja que se prende constantemente exigiéndonos que las conductas adictivas sean una prioridad. Es un “pensamiento deseante”, que se impone con mucha potencia y que si no resulta satisfecho, nos “enloquece” con el síndrome de abstinencia y un malestar general, con ansiedad, taquicardia, baja autoestima y diferentes manifestaciones que nos ponen de rodillas y nos llevan a repetir una y otra vez esas malditas conductas, que nos brindan un bienestar pasajero y cada vez más breve.

Ahora bien, es innegable que el progreso tecnológico es vertiginoso y que impacta directamente sobre nuestras costumbres y culturas, y también en nuestras formas de comunicarnos. Por supuesto, los humanos somos “seres sociales” y entonces la comunicación es la única manera de relacionarnos con los demás (y también con nosotros mismos). Hace 50 años por ejemplo, hacer una llamada telefónica era un trámite que demoraba tanto como un operador dentro de una cabina podía establecer un contacto enchufando y desenchufando cables. Por eso las cartas (simples y certificadas, más lentas y rápidas), eran una forma tradicional de contar, preguntar y confesar algo a alguien, quien al cabo de semanas o meses nos respondía del mismo modo. ¡Cuántas veces habremos esperado la llegada del cartero! Cuando hoy les contamos estas historias a nuestros hijos y nietos, nos miran sorprendidos mientras intercambian mensajes, fotos y videos con amigos que están a miles de kilómetros de distancia.

LA EDUCACIÓN PARA UN USO RACIONAL DE LAS REDES ES FUNDAMENTAL

Eduardo Aguirre es un especialista en el manejo de las redes sociales, pero además un profundo conocedor sobre la conjunción de estas con la estructura mediática tradicional y los nuevos canales de expresión que despiertan el interés de los más jóvenes.

HDC: ¿Cómo estás observando este presente tan “enredado”?

Eduardo Aguirre: Creo que hoy por hoy, el uso del celular se volvió indispensable, y se convirtió en una herramienta muy útil que ocupa un lugar central en nuestras vidas. Y sobre las redes, pienso que ha variado su uso en los últimos años y el foco está en la participación e interacción. Ahora con la generalización de las redes, prevalecen los intereses temáticos personales que son los que impulsan el consumo de los contenidos.

HDC: ¿Crees que nos estamos volviendo adictos a estas plataformas?

E.A: Desde siempre las redes fueron diseñadas para llamar y mantener la atención de los usuarios el mayor tiempo posible. O sea, claramente tienden a ser una fuente de sensaciones placenteras instantáneas y a sostener una dependencia. Y ni hablar con el uso del TikTok que ofrece contenidos como una metralla ininterrumpida y de los que resulta difícil escapar. Para mí, este fenómeno es parecido a una adicción y sobre todo en los niños y jóvenes que tienen una personalidad en formación y que muchas veces no pueden defenderse de esta sobreestimulación.

HDC: ¿Y entonces como hacemos para equilibrar lo útil con lo dañino?

E.A: Con educación sobre el uso racional de nuestros dispositivos y de las plataformas. O sea, tener cabal conciencia de lo positivo y de lo negativo de las redes y no permitir que afecten nuestra salud. Y sobre todo ahora que se ha sumado la Inteligencia Artificial. De hecho ya sabemos que pronto, cada uno de nosotros contará con un agente personalizado de IA que nos mantendrá permanentemente conectados con nuestros intereses. O sea, estamos ingresando a una nueva era, y si no dimensionamos lo que realmente significa, entonces también los perjuicios se podrían profundizar.

ABUSO Y DEPENDENCIA

El Dr. Osvaldo Navarro es médico psiquiatra y psicoanalista, y actualmente es el jefe del Servicio de Salud Mental del Hospital Nacional de Clínicas. Pero además de su tarea docente en la UNC, durante varios años estuvo al frente del desaparecido IPAD(Instituto Provincial de Alcoholismo y Drogadicción). Según afirma, la palabra adicción es sobre todo de uso popular pero en los hechos lo más apropiado es hablar de abuso y dependencia.

HDC: ¿Cómo se da esta problemática con el alcohol y las drogas?

O. N: Primero está el abuso y luego la dependencia, que es cuando la persona ya no puede dejar de consumir y sufre la abstinencia. Por ejemplo, en el caso del alcohol y las drogas suele haber una negación mientras se va desarrollando un hábito. De hecho, se considera que más de 12 borracheras anuales ya constituyen un abuso, incluso en los bebedores “sociales y de fines de semana”. Sin embargo, la gran mayoría de estas personas no se reconocen como tales,  y mientras tanto, van desarrollando una tolerancia que los lleva a consumir más cantidad para sentir los mismos efectos.

HDC: ¿CREE QUE HAY COSAS EN COMÚN ENTRE LOS ABUSOS DE SUSTANCIAS, Y DEL CELULAR Y LAS REDES?

O. N: Pienso que sí. Más allá del mecanismo neurobiológico, en lo cotidiano suele ocurrir con la bebida o el cigarrillo, por ejemplo, que se van convirtiendo en “refugios y momentos gratificantes”, y que incluso le permite al consumidor sostenerse en un ambiente estresante, hostil o insoportable. Pero también se da en momentos placenteros, de juego y diversión. De todos modos, el consumo también es personal, así como el uso del teléfono que nos cobija en otro mundo, ya sea para comunicarnos o para jugar o ver algo, inclusive cuando vamos caminando o manejando, ¡No nos podemos despegar!

HDC: ¿LO DE “REFUGIO” SIGNIFICA QUE NOS ENCERRAMOS EN NOSOTROS MISMOS?

O. N: Mi experiencia me dice que en esto del “refugio” las conductas se parecen mucho, ya sea en un bebedor que se desconecta con el afuera, y de igual modo la persona que está enfocada en su teléfono y con poca atención a lo que sucede a su alrededor. Y además por estos tiempos, el aumento de las desigualdades y del individualismo sobre lo colectivo, claramente nos inducen a buscar soluciones “mágicas y rápidas” o como sean, pero sin apoyarnos en la solidaridad de los otros.

HOY TODO PASA POR LAS REDES

Bruno tiene 17 años y es uno de los millones de jóvenes “cibernéticos” que nacieron en la era de las redes sociales. Para ellos, el celular y las pantallas “no pueden faltar”, máxime después de la poderosa experiencia que vivieron durante la pandemia del Covid.

HDC: ¿Cómo funciona esto de los celulares y las redes para ustedes?

Bruno: Estamos conectados varias horas porque nos facilita la comunicación, y aprendimos también a comprar y a pagar con el teléfono. Además nos divertimos con los jueguitos y al menos yo, dejo el celular en la mesa de luz cuando me duermo porque lo uso para despertarme. Y lo llevo al colegio a pesar que los profesores se enojan cuando los usamos, pero pasa que varias clases son aburridas. Y ahora también estamos usando la Inteligencia Artificial, y la mayoría de las noticias salen en las redes.

HDC: ¿Y qué sienten cuando no pueden tener los celulares por uno o algunos días?

B: A mí me gusta juntarme con mis amigos, pasarla bien y divertirme. Nosotros estamos acostumbrados a usar las redes y yo a veces estoy seis o siete horas por día con el celular, pero también voy al gimnasio y hago otras cosas. Para mí no somos adictos a las redes porque hoy todo pasa por ahí, así como la gente que nació antes tenía otras cosas para usar y otras costumbres. Y claro, si no tenés el celular te sentís un poco “retirado del mundo”.

HDC: ¿Y no crees que el abuso de esta tecnología puede provocar enfermedades?

B: Pienso que hay cosas en las redes de las que hay que cuidarse y aprender a usarlas. Mis padres siempre me dicen que tengo que sentarme bien por mi columna. Y también me doy cuenta que ver algunas cosas y contenidos no es bueno. Pero es lo que nos toca vivir a nosotros.

PARA LOS PERIODISTAS ES MUY DIFÍCIL LIBRARNOS DEL TELÉFONO

Mónica Reviglio es una de las trabajadoras de prensa de Córdoba de más extensa trayectoria y por lo tanto ha sido testigo de la “revolución tecnológica” que ha modificado el trabajo de los periodistas de una manera impresionante. Siempre en los SRT de la Universidad Nacional, en Radio Universidad y Canal 10, admite que trata de usar el teléfono lo menos posible, pero que le resulta complicado.

HDC: ¿Crees que los periodistas son “adictos a la fuerza”?

Mónica Reviglio: Yo trato de desconectarme todo lo que puedo, pero en nuestro trabajo no es nada fácil hacerlo. Y a veces hasta me pongo a jugar con el teléfono, jajaja. Pero bueno, tenemos las aplicaciones que hacen que el celular “sea nuestra vida”, porque hasta lo uso para hacer pagos. Creo también que muchos jóvenes pierden un contacto más sano con la realidad al estar tan metidos en las redes; hasta pierden de relacionarse entre ellos mismos. Fijate que también consumen contenidos como los juegos de azar y la pornografía y creen que lo que pasa en la vida es lo que ven en esas pantallas. A mí, esta confusión me preocupa mucho.

Por supuesto, cada uno de nosotros tiene su propia versión del lugar que ocupan las redes en nuestras vidas. Es notable como mucha gente no conoce a sus vecinos, o sabe muy poco de ellos, pero saben todo sobre el culebrón de Wanda, la China e Icardi. Ocurre que en la compuy en el celu, tenés casi todo servido y sin otro esfuerzo que pagar el servicio. De hecho, muchos psicólogos, psicopedagogos y psiquiatras se la pasan advirtiendo sobre el impacto de las redes en nuestras personalidades y relaciones. Es verdad que la modernidad nos penetra, pero también que podemos tratar de entenderla y decidir algunos límites y el modo de ser engullidos. Por lo pronto, me pregunto: “¿Soy adicto al whatsapp y a las redes?.

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