Teatro espontáneo: volver a sentir y a jugar

La grata experiencia de probar cosas nuevas.

Teatro espontáneo

Hoy quiero contarles sobre una experiencia personal que me está sorprendiendo muy gratamente. Dicen que todas y todos llevamos adentro a la niña y al niño que fuimos, ese que vivía sin especulaciones ni apariencias ni prejuicios o postergaciones absurdas. De hecho, puedo cerrar los ojos y recordar al Jorgito que jugaba todo el día con los autitos, las bolitas, las figuritas, la pelota y la bicicleta, con los amigos del barrio y de la escuela. Pero bueno, a medida que crecemos, la cultura y las obligaciones nos arrollan (y enrollan) y entonces los mandatos, exigencias y rigideces nos empiezan a quitar brillo y ya “no podemos perder tiempo en pavadas”. Los mayores nos dicen (y repiten) que nos tenemos que portar bien y ¡que ya no somos chicos…y punto!

Lo cierto es que después de tantos años de trabajo, de matrimonio y de paternidad, a principio de este año, un amigo me recomendó probar algunas clases de “teatro espontáneo” para aflojarme y disfrutar de algo nuevo que según él, me iba a gustar mucho. Y la verdad, tenía razón. Yo había hecho algo de teatro en mis tiempos de estudiante en la Facultad de Psicología, pero casi ni recordaba esta aventura de soltarme y volver a jugar y que salga lo que salga. Incluso no sabía que además del teatro tradicional, existen otras modalidades diferentes como la improvisación, el clown (payaso)y también el teatro espontáneo. Luis Lebledejian y Guillermo López dirigen talleres y actúan desde  hace varios años, cuando ambos integraban el Grupo de El Pasaje, en el entrañable Mercado de las Pulgas, en el remozado barrio Güemes y al ladito de La Cañada.

Luis Lebledejian y Guillermo López dirigen talleres y actúan desde  hace varios años.

 H.D.C: ¿CÓMO ES LA HISTORIA DE USTEDES EN EL MUNDO DEL TEATRO?

L.L: Yo empecé a hacer teatro cuando era muy joven, con apenas 20 años, ya que estudiaba Psicología y cursaba una materia en el Hospital Neuropsiquiátrico en barrio Juniors. Fue en ese momento cuando gracias al Dr.Naides y al Dr.Montaldo empecé a participar en los talleres que se hacían allí, y me integré como coordinador terapéutico en el taller de teatro -que en ese momento estaba bajo la dirección de Ricardo Sued y después con Ricardo Videla- que contaba con la participación de pacientes, enfermeros, vecinos y médicos. Después, también participé en la obra para niños El Desenredador de Estrellas, en el CPC Argüello. Recuerdo que en el año 1995 me entrevisté con María Elena Garavelli quien estaba armando un grupo de teatro espontáneo en El Pasaje, en la zona del Paseo de las Pulgas. Y a partir de ese momento hago teatro espontáneo,  ya con muchísimas presentaciones, cursos y viajes a lo largo de 30 años. Recuerdo por ejemplo cuando conocí en Brasil a Moisés Aguiar, un gran referente de esta modalidad en San Pablo. También fue muy lindo lo que hicimos en la cárcel de Bouwer, en Salta con pueblos originarios, en “Teatro por la Identidad” sobre nuestros Desaparecidos, en fin, un camino largo pero muy reconfortante con esta forma de teatro comunitario y participativo.

G.L: Mi historia en el teatro espontáneo también empezó en El Pasaje allá por el 2014, y vinculado con Luis Lebledejian por cuestiones familiares y de amistad. Con el paso del tiempo empezamos a hacer talleres y actualmente pertenecemos a la Compañía Espiral. Para mí hacer teatro era como una deuda pendiente, porque me gustaba y sentía ganas de actuar y expresarme. Pero además me convertí en iluminador y también empecé a participar desde este rol en diferentes obras.

 H.D.C: ¿QUÉ TIENE DE DISTINTIVO EL TEATRO ESPONTÁNEO?

L.L: Afortunadamente el mundo del teatro es amplio y riquísimo y  con un montón de formas para expresarse. En el caso del teatro espontáneo, surgió con Jacobo Moreno (médico rumano) que fue el creador del Psicodrama. Él trabajaba con historias de la gente, en las plazas, “sin libretos” y con contenidos que surgían en el momento. Y justamente esa es la esencia que se mantiene tal cual, y por lo tanto lo importante es lo que le está pasando o le pasó a los participantes, desde vivencias, sensaciones, recuerdos o deseos que son representados de manera espontánea. O sea, quienes asisten a una obra de teatro espontáneo, son participantes al mismo tiempo, y los actores representan historias no escritas, pero sí sentidas, dichas y “con lo que venga y como venga”. Además y como en un ritual, nosotros iniciamos cada función prendiendo una vela que simboliza lo particular e irrepetible de ese momento, y con esa luz que será única. Como dijo Eduardo Galeano, “el mundo no está hecho de átomos. Está hecho de historias que recreamos y multiplicamos y que nos permiten convertir lo pasado y lejano en próximo y cercano”.

G.L: Para mí el teatro espontáneo tiene que ver con lo que está pasando, con la comunicación grupal y lo que le está sucediendo a la gente que participa, y sus emociones y sensaciones, y el modo en el que los actores las interpretan. Por supuesto, es diferente al teatro convencional, guionado y ensayado.

 H.D.C: ¿QUÉ VEN USTEDES QUE LE PASA A LA GENTE QUE PARTICIPA EN EL TEATRO ESPONTÁNEO?

L.L: lo lindo que ocurre es el encuentro con la gente y lo comunitario. Es la creatividad que se produce y la confianza compartida. Generalmente, participa gente que no se conoce entre sí, pero que es bien recibida en los grupos y con mucho afecto que se genera a partir de “permitir abrirse”, y por lo tanto lo que se expresa es genuino y frontal. Yo me rio, juego y me divierto mucho; el día que el teatro espontáneo ya no signifique esta gratificación para mí, entonces no podré seguir. Y también lo muy bueno es que los grupos respetan a quienes no tienen ganas de decir o compartir cosas, y “todo bien” y son contenidos como siempre. Todos tenemos buenos días y no tan buenos, pero la contención siempre está y entonces es muy gratificante y hasta sanador.

G.L: lo que yo veo es que en los grupos habitualmente surge un bien muy escaso que es el encuentro. Y para mí se da a partir del juego y de los modos en que los participantes se sueltan y liberan las ganas de compartir. Y entonces se produce una conexión emocional muy linda, los prejuicios se relajan y nos escapamos de los roles que habitualmente representamos todos los días. Nos descontracturamos por dentro, y eso es muy hermoso.

 H.D.C: ¿QUIÉNES PUEDEN PARTICIPAR EN EL TEATRO ESPONTÁNEO?

L.L: participan mujeres y hombres de diferentes edades, desde adolescentes hasta adultos mayores. Ocurre que son grupos muy inclusivos y cuidados, y entonces la integración se da de manera natural. Y por eso, la mezcla de gente permite un intercambio muy interesante y lo podemos ver en la alegría y el entusiasmo por estar y jugar respetando lo que surge y que por supuesto queda en los grupos. También sucede que alguna gente viene, prueba y finalmente no sigue.

G.L: muchos adultos mayores sea animan a participar, y lo hemos visto en presentaciones que hicimos en Centros de Jubilados con historias que aparecían incluso de las infancias de ellas y ellos, y además con muchas ganas de actuar. Personalmente estoy convencido que mientras haya deseos de compartir, aparece una empatía poderosa y se genera algo para mí es ancestral y que se trata de jugar, divertirnos y hacer cosas entre varios, como reunirnos en ronda para compartir algo común.

Amor a primera vista

Mariano (42) hace ocho años que disfruta del teatro espontáneo: “Me gustó desde el primer momento cuando probé por invitación de un amigo. Te aseguró que me enamoré rápidamente de este mundo hermoso, y al día de hoy sigo explorando, compartiendo y descubriendo cosas nuevas”. Cecilia (61) finalmente se animó a incursionar este año, y después de varios años de querer pero no intentarlo: “es curioso lo que me está pasando, porque es la primera vez que hago teatro y ya se convirtió en una necesidad para mí. Espero con entusiasmo el taller de los lunes al que voy, y me encanta el grupo porque es amoroso, heterogéneo y no hay juicios. Además me gustan los trabajos que hacemos con el cuerpo y las emociones, y me doy cuenta que me siento más relajada. En fin, estoy con algo nuevo, con relaciones lindas y lo disfruto mucho”. Inés (52) también está debutando en el mundo del teatro: “Cuando empecé no tenía la menor idea de lo que era el teatro espontáneo, pero desde el primer momento me gustó el desafío de aflojarme, soltar mis emociones y mi cuerpo. Y también valoro mucho poder compartir diferentes historias sin miedos, y darnos permiso para jugar y mostrarnos sin juicios y sin estar pendientes de si está mal o está bien lo que expresamos. Me siento cuidada, y te aseguro que muy feliz con esta experiencia”.

Alguna vez, el querido John Lennon dijo La vida es aquello que te pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes. Y a mis 57 años, estoy totalmente de acuerdo. Es más, me pregunto cuánto tiempo perdemos en ‘caretearla’ y forzarnos para ser lo que no somos, en hacer lo que no deseamos ni sentimos, y en reprimirnos por miedos o estúpidos prejuicios. Mientras tanto, la vida se nos pasa volando, y por eso bien vale la pena disfrutar de lo bueno y lo lindo posible. En mi caso, y gracias al teatro espontaneo, ¡volví a sentir…y a jugar!

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