Resulta imposible justificar las atrocidades de Hitler y el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial.
De igual modo, son totalmente inaceptables algunas explicaciones que todavía escuchamos en nuestro país en favor de los genocidas de la última dictadura, quienes según quedó demostrado en los juicios ya realizados, llevaron a cabo un Plan Sistemático de Exterminio de estudiantes, trabajadores, militantes populares, artistas, sacerdotes, periodistas, opositores y ciudadanos sindicados como “subversivos”.
La brutal y despiada represión comenzó incluso antes del fatídico golpe militar, civil, eclesiástico y empresarial del 24 de marzo de 1976. La Triple “A”, convalidada por sectores del Gobierno democráticamente electo en 1973, y con la especial bendición del ex-ministroLópez Rega, ya operaba con absoluta impunidad, y sobre todo después del fallecimiento del Presidente Perón, el 1 de julio de 1974. Por supuesto, la “cacería” en Argentina se parecía a la de otros países latinoamericanos, víctimas del Plan Cóndor pergeñado y ordenado desde los Estados Unidos y la Escuela de las Américas de Panamá. Por supuesto, también el Terrorismo de Estado en Argentina fue meticulosamente planificado y ejecutado desde los sectores oligárquicos y del Poder Real.
De todos modos debemos consignar, que incluso un gobierno “de facto” instalado por la fuerza, sigue representando al Estado también en la violación de las leyes y normativas, y por lo tanto los delitos que cometieron no prescribieron y por eso fueron de Lesa Humanidad. Si en aquella época había presuntos delincuentes, entonces se los debía detener para que el Poder Judicial se encargara de juzgarlos. En cambio, habilitaron alrededor de 400 campos de concentración en todo el país, con grupos de tareas organizados que secuestraban, robaban (desde comida, hasta propiedades y bebés recién nacidos), violaban, abusaban, torturaban, mataban y desaparecían quemando y enterrando los cuerpos en infinidad de fosas comunes.
La “limpieza” fue hecha para implementar un programa económico y social entreguista y extranjerizante de endeudamiento y de “plata dulce”, cuyas consecuencias todavía estamos sufriendo.
Los resultados de lo que los genocidas llamaron “proceso de reorganización nacional” fueron nefastos salvo para una pequeña elite que se enriqueció opíparamente. Por estos días recordamos el aniversario 49 del Golpe y entonces es muy valioso el testimonio de uno de los pocos sobrevivientes del diabólico centro clandestino de La Perla (a la vera de la autopista a Villa Carlos Paz y hoy Espacio de la Memoria), en el que se estima estuvieron recluidos alrededor de 2500 secuestrados, la gran mayoría todavía desaparecidos.
Silvio Viotti tenía sólo 16 años cuando fue llevado a ese infierno, en el que fue salvajemente torturado durante varios días, y antes de ser liberado de su primer secuestro. Por lo tanto, su testimonio fue muy importante para conocer la verdad sobre el llamado “Operativo Escoba” contra militantes comunistas, dirigido en Córdoba por el genocida Menéndez y lo que fue el robo de la casa quinta de Guiñazú, último campo de concentración de la represión en nuestra provincia.
¿Cómo fue tu historia y porqué te secuestraron?
Yo empecé con la militancia durante la secundaria como muchos jóvenes de aquella época. Además integraba una familia muy politizada con mi madre socialista y gremialista, y mi padre comunista. Recuerdo que a mis 12 años y después del Navarrazo (27 de febrero de 1974), tomamos la escuela para pedir la reincorporación del “Negro” Montes, quien había sido el ministro de educación del derrocado gobernador Obregón Cano. Esa fue la primera vez que policías nos golpearon y reprimieron. Luego conocí a gente del Partido Comunista Marxista Leninista, y ya con 14 o 15 años panfleteábamos y leíamos revistas como La Estrella Roja del ERP. Fue en ese momento cuando mi padre y otros miembros del partido compraron una casa quinta en Guiñazú, que era muy linda y en la que producíamos duraznos, frutillas y hortalizas. Allí fue donde me secuestraron a finales del año 77.
¿Cómo era la Casa de Guiñazú y que sucedió allí?
En esa casa vivían Juan Mogilner con su pareja Irene Gavaldá y los hijos de ambos. Ya sabíamos que nos estaban persiguiendo y buscando (a pesar que el Partido Comunista no estaba proscripto) y finalmente nos secuestraron en la noche del 5/6 de diciembre de 1977 cuando “chuparon” a más de 400 militantes del PC en todo el país, y de los cuales apenas logramos sobrevivir no más de 70. En Córdoba el propio Menéndez encabezó los secuestros, y a Raúl “Rulo” Vijande y a mí nos agarraron a la noche y por supuesto nos maniataron y nos golpearon mucho. Nos llevaron a la Perla y recuerdo que me cargaron, creo en un Renault 12 con un represor que se me sentó encima. Cuando llegamos me hicieron una “recepción” muy cruel con una gran golpiza. Ahí nomás me interrogaron y me dejaron hasta el día siguiente cuando me llevaron a un lugar donde lo escuché declarando a Mogilner y a Rulo y por lo tanto no tenía nada que ocultar. Yo tenía 16 años y los torturadores me decían que “era un pendejo de mierda”. A pesar del shock y de lo atontado que estaba allí en La Perla, también recuerdo haber visto a Rita Ales embarazada de más o menos seis meses, y a Perla Schneider, luego ambas también asesinadas y desaparecidas.
¿Qué otras cosas recordásde La Perla y de los genocidas? ¿Qué pasó con tu papá?
A mi papá también lo habían secuestrado pero yo no sabía nada. En La Perla me tuvieron alrededor de once días y recuerdo haber comido sólo tres veces, algún mate cocido con pan y un caldo de una chancha que se habían robado de la quinta de Guiñazú y que me provocó muchos vómitos (fue un día después de una sesión de picana eléctrica). En realidad por el miedo y el terror que tenía, no sentía hambre. Además los gendarmes nos golpeaban por diversión y a las mujeres además las abusaban, y por lo tanto estar en “la cuadra” (salón donde estaban la mayoría de las víctimas vendadas y atadas), y pedir para ir al baño era terrible. Recuerdo que en ese momento éramos cuatro los chicos que estábamos allí, y al menos a dos los mataron. Finalmente una noche, Jorge Acosta (jefe de La Perla) y H.B. Díaz (integrante de la Patota), me subieron vendado y esposado a un auto y me dejaron en la zona del Parque Sarmiento. Pude llegar a la Terminal y allí me encontré con un chofer conocido de Coata, que me llevó a Oncativo donde estaban mi mamá y mi hermano. Así llegué a mi casa con la ropa rota y toda manchada de sangre.
¿Es verdad que a los pocos días te volvieron a secuestrar?
Así fue. Mientras buscábamos a mi padre, yo había empezado a trabajar y una tarde llegó una camioneta de Gendarmería y me volvieron a traer a Córdoba pero esta vez a Campo de la Ribera (se estima que allí estuvieron más de 4000 secuestrados). Encima y aparentemente por equivocación, me recibieron con una paliza brutal sobre todo en los genitales. Recuerdo que pasadas algunas horas, tenía mucha sed y pedí agua, y entonces me dijeron que tome de un charco del piso (había llovido mucho). Cuando pedí ir al baño, me dijeron que orinara ahí nomás, en ese mismo charco. Lo único bueno es que antes del 24 de diciembre me pasaron a “la cuadra” con otros secuestrados y a los pocos días nos reencontramos con mi padre, lo cual fue una gran alegría porque no sabíamos si nos habían matado o no. (Algo que podía ocurrir en cualquier momento). Hasta que finalmente, en la madrugada del 25 de febrero del 78 nos subieron a un Unimog con colimbas y a mi papá lo llevaron a la Penitenciaria y a mí me dejaron al frente del batallón 141. De ahí me fui a la terminal y tuve la suerte de encontrar al mismo chofer de Coata que generosamente me volvió a llevar a Oncativo.
Ya en casa, a los pocos días me recibieron en la escuela donde yo estudiaba y así pude terminar quinto año. Recuerdo que ahí nunca nadie me preguntó sobre lo que me habían hecho salvo un compañero; “todos sabían pero nadie quería hablar ni escuchar nada”. Ni bien empecé la Universidad, y a pesar del miedo y de los riesgos, fui a declarar ante la Comisión de la OEA (la Comisión de Derechos Humanos vino al país en septiembre de 1979). Lo cierto es que por otras vías me ofrecieron exiliarme, pero finalmente me quedé y empecé a militar en los organismos de Derechos Humanos sabiendo que si me volvían a secuestrar me iban a matar. En cuanto a la casa de Guiñazú se la apropiaron y se robaron todo lo que pudieron (de hechoel piso de parquetfue saqueado por completo, y luego visto en la casa de barrio General Paz de Gino Padován, otro de los asesinos de La Perla)
¿Crees que nuestros jóvenes de hoy conocen la Verdad de las aberraciones de la dictadura?
Lamentablemente creo que una parte importante de la juventud argentina actual no conoce ni le interesa saber demasiado sobre lo que nos pasó como país y sociedad hace 50 años. Viven otra cultura muy diferente a la que vivimos nosotros, y que estaba muy marcada por la post-guerra y por eso leíamos a muchos escritores y pensadores y seguíamos a un montón de artistas con una necesidad muy potente “de hacer justicia, de parecernos a ellos y construir un mundo más justo”. En cambio desde los años 90 empezó a prevalecer el individualismo y una cultura del “me salvo yo y el resto no me importa”. Por supuesto, hay una parte de los jóvenes que hoy sostienen la Memoria, Verdad y Justicia, pero en un contexto de mucho desinterés y del “no me importa”.
De todos modos me alegré mucho hace algunas semanas, con las elecciones de Alemania y el voto preponderante de muchos jóvenes a los Partidos de Izquierda, y sobre todo en Berlín, ciudad en la que viven un montón deinmigrantes que luchan por sus derechos.
¿Crees que el Nunca Más corre peligro?
Lamento decirte que tengo miedo que se pierda el Nunca Más, e ingresemos a otra etapa de ocultamiento como ya nos pasó. No veo que “la gente” tenga ganas de pensar ni de hacer revisionismo histórico, y además a la hora de buscar un culpable, aparece rápidamente el estigmatizado kirchnerismo que fue un gran impulsor de las políticas de Memoria, Verdad y Justicia. Ojalá las marchas del 24 sean masivas y más jóvenes se interesen y sepan que muchas de las cosas de aquel pasado lamentablemente se mantienen en el presente, y para beneficio de unos pocos. Y por sobre todo, que puedan ver y entender el desastre que fue el Terrorismo de Estado para Argentina.
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