El pasado viernes 18 se llevaron adelante las 13º elecciones presidenciales en la República Islámica de Irán. La comunidad internacional observó el proceso con nulas expectativas, debido a que no había posibilidad alguna de que el ultraconservador, Ebrahim Raisi, se convirtiera en el nuevo presidente electo del país. En los comicios acudieron a votar el 48,78% de los ciudadanos habilitados, y Raisi, del partido Sociedad del Clero Combatiente, fundado en 1977, resultó triunfante por el 61,95% de los votos, frente al ex Comandante en Jefe de la Guardia Revolucionaria, Mohsen Rezai, que alcanzó poco más del 11% de los sufragios.
Raisi fue fiscal general entre 2014 y 2016; vicepresidente del Poder Judicial entre 2004 y 2016; fiscal adjunto de Teherán entre las décadas de 1980 y 1990; y miembro de la Asamblea de los Expertos desde 2007. Un hombre histórico de la judicatura iraní. Ya se había postulado como candidato a presidente en 2017, perdiendo frente al actual presidente, Hasán Rohaní (había llegado al 38,3% de los votos, frente al 57% del ganador entonces).
Pero Raisi tiene una historia política y personal, cuanto menos, complicada. En 1981, la oficina del entonces primer ministro Mohammad Yavad Bahonar fue bombardeada; el resultado fue que tanto él como el entonces presidente, Mohammad Alí Rayaí, fueron asesinados. Raisi fue quien se hizo cargo de la investigación, que terminó con diversos miembros de la denominada ala izquierda” del gobierno arrestados en 1985. Los prisioneros fueron puestos en libertad al año siguiente, luego de que Raisi se reuniera con el ayatolá Jomeini. El presidente electo, además, es señalado como uno de los responsables por las ejecuciones cometidas contra presos políticos en 1988: se lo acusa de integrar el comité de la muerte” junto a jueces, fiscales y representantes del gobierno. Se trató de un período de cinco meses de ejecuciones de miles de prisioneros políticos, entre ellos miembros de la Organización de los Muyahdines del Pueblo de Irán, que aboga por derrocar a la República Islámica, y del también opositor Partido Comunista. Raisi hasta el día de hoy lo niega.
El sistema de elección del presidente de Irán tiene particularidades que lo hacen diferente al de una democracia. A diferencia de los mandatarios occidentales, no tiene control sobre las Fuerzas Armadas; tampoco sobre la televisión estatal, o sobre el Consejo de Guardianes de la Revolución o el Consejo de Discernimiento de Conveniencia. Esos organismos, junto al Poder Judicial, son dirigidos por el Líder Supremo, es decir, el ayatolá. El actual líder es el ayatolá Jamenei, uno de los protagonistas de la Revolución islámica del 79, y de tendencia, al igual que Raisi, ultraconservadora.
Los candidatos, para poder presentarse, deben cumplir con una serie de requisitos. Por supuesto, es imprescindible haber nacido en Irán, pero también se les exige haber participado de la administración pública de la República Islámica, demostrar su fe y su compromiso con la religión oficial (la rama del Islam chiita duodecimana). A su vez, debe ser aprobado por el Consejo de Guardianes.
Si bien, los candidatos suelen oscilar entre ciertas posturas aperturistas” y otras más conservadoras, con este mecanismo los dirigentes religiosos se aseguran de que no pueda ser electo un presidente reformista, ni -mucho menos- contrario a las bases de la República Islámica.
En su primera conferencia de prensa tras los comicios, Raisi habló sobre las conversaciones con el gobierno de EEUU. Afirmó que las negociaciones deberán mostrar resultados para el pueblo iraní”, al mismo tiempo que se debe poner fin a las sanciones económicas implementadas por Washington y reforzadas durante la Administración Trump. El presidente electo afirmó que, para poder continuar negociando, primero, EEUU debe levantar todas las sanciones opresivas”. Cuando la prensa le preguntó si podría mantener un encuentro directo y presencial con Joe Biden, en caso de que la Casa Blanca decida eliminar sus sanciones y retomar los pasos del acuerdo nuclear de 2015, Raisi simplemente respondió con un no” categórico, sin fundamentar ni ampliar más su respuesta.
A pesar de que EEUU salió del acuerdo, todavía permanecen China, Rusia, el Reino Unido, Francia y Alemania en él. Desde abril pasado estos miembros del tratado están llevando adelante conversaciones en Viena, para buscar una manera de que Washington regrese al pacto que abandonó en 2018.
Raisi, por lo pronto, asegura que EEUU violó el tratado, y que los socios europeos tampoco cumplieron sus promesas”. Opinión compartida por toda la élite iraní y por el mismo ayatolá. Mientras la situación continúe de esta manera Irán seguirá con el desarrollo de su programa nuclear, ignorando las advertencias de Occidente.
El pacto establecía algunas restricciones sobre el plan nuclear, con el objetivo de que Teherán se viera impedido de desarrollar bombas atómicas. Irán, por su parte, recibía beneficios económicos y el levantamiento de las sanciones internacionales. Sin embargo, nada parece indicar que se pueda volver a un escenario similar al de 2015. Por lo pronto, el presidente electo asegura que los temas de misiles de Irán no serán negociables”.
A pesar de que fueron las elecciones con menor participación ciudadana desde 1979, en Irán no hay muchas posibilidades que algo cambie en el mediano plazo.