En Níger, un grupo de soldados ha llevado a cabo un golpe de Estado al estilo tradicional, derrocando al presidente Mohamed Bazoum y profundizando un escenario de golpes de Estado nacionalistas y anti occidentales en la región del Sahel, en África Occidental.
Una de las primeras medidas del nuevo gobierno de Níger ha sido prohibir, con efecto inmediato, la exportación de uranio a Francia. Más del 50% del mineral que se extrae en Níger es utilizado para alimentar las centrales nucleares francesas. El 24% de las importaciones de uranio de la Unión Europea proceden del país africano. En Francia, la preocupación por esto es grande, ya que peligra la seguridad energética del país debido a la probable falta de uranio tras la medida.
Esto explica por qué preocupa tanto a los países occidentales lo que está pasando: está claro que algo nuevo está sucediendo en África, donde hace ya algunos años que el discurso antiimperialista y contrario al colonialismo occidental ha regresado al centro de la escena política.
Los últimos tres golpes de Estado producidos en África occidental se inscriben en una reacción coordinada contra el “neocolonialismo francés”, aunque no queda claro cuál será el futuro de estos países.
En los últimos días, una junta militar, autodenominada Consejo Nacional para la Salvaguardia de la Patria, bloqueó el palacio de gobierno en Niamey, la capital de Níger, cerró las fronteras, y anunció la destitución y detención del ex presidente Mohamed Bazoum y el «fin del régimen”. Se trata no sólo de un golpe de Estado, sino de una especie de revolución, al menos en las proclamas. De la misma manera que sucedió en los vecinos Mali y Burkina Faso, en 2021 y 2022 respectivamente, los militares que realizaron sendos golpes de Estado presentan un fuerte discurso anti imperialista y contrario a los intereses de los países occidentales, especialmente EEUU y, sobre todo, de la Unión Europea.
El actual presidente de Burkina Faso es Ibrahim Traore, un militar que reivindica las ideas de Thomas Sankara, quien fuera conocido como “el Che Guevara africano”; gobernó al país entre 1983 y 1987, antes de ser asesinado, a los 37 años, en un golpe apoyado por Occidente. Uno de los principales objetivos de Traore, el líder de estos tres jóvenes gobiernos es buscar la unidad entre su país, Mali, y ahora, Niger.
El colonialismo francés y el yihadismo radical juegan un rol fundamental. Bazoum es un aliado occidental en la supuesta “lucha” contra la militancia yihadista en la región, sin embargo, los militares que realizaron el golpe dicen que esto no es cierto y que no se combate como debería a los movimientos extremistas. Níger enfrenta, hace tiempo, dos insurgencias yihadistas: una en el suroeste, que llegó desde Malí en 2015, y la otra en el sureste, que tiene que ver con yihadistas con base en el noreste de Nigeria. También tiene activos grupos aliados al ISIS y a Al Qaeda. La región del Sahel (Senegal, Gambia, Mauritania, Guinea, Mali, Burkina Faso, Níger, Chad, Camerún y Nigeria) es una de las regiones más inestables del mundo y la más castigada por el yihadismo; registra, aproximadamente, el 43% de las muertes por el terrorismo global.
El terrorismo en el Sahel está impulsado por una combinación de factores complejos, que incluyen conflictos étnicos y religiosos, gobernabilidad deficiente, pobreza extrema, desigualdades sociales, corrupción y contrabando de armas.
Para los militares que lideran los nuevos gobiernos, la repuesta de la comunidad internacional en la región tiene más que ver con buscar una presencia militar en sus países que en combatir verdaderamente el terrorismo islámico. De hecho, en Niger se encuentran 1.500 efectivos franceses apostados, que, seguramente, enfrentarán la expulsión en el corto plazo.
Los gobiernos, tanto de Malí como de Burkina Faso, acercaron posiciones a Rusia recientemente, después de exigir de forma terminante que las tropas francesas se retirasen de sus territorios. Niger está siguiendo ese camino.
Emmanuel Macron condenó el golpe y pidió la liberación inmediata de Bazoum: «Este golpe de Estado es completamente ilegítimo y profundamente peligroso para los nigerinos, para Níger y para toda la región”. Por su parte, los militares nigerinos acusaron a Francia de entrar con un avión militar en el aeropuerto internacional de Niamey, violando el cierre de fronteras que decretó el gobierno tras el golpe.
Los gritos anticoloniales son cada vez mayores en la región del Sahel, ya de por sí fuertemente golpeada por el terrorismo y por el neocolonialismo, en gran medida, justamente, francés.
Los viejos sueños de panafricanismo y la unidad vuelven a ponerse en el centro de la discusión política en África occidental. En una región con poca tradición democrática liberal, como es entendida en Occidente, los golpes de Estado son la vía en que estos reclamos han encontrado una reivindicación.
Algo está pasando en África, y a las potencias no les gusta nada.