La novena

El ojo de Horus

La novena

La investigación que el fiscal Guillermo González lleva adelante sobre los ordenanzas de Tribunales Dos, detenidos por presuntas estafas reiteradas, sigue provocando sorpresas, escozor y comentarios, propios de una comunidad pequeña de funcionarios y trabajadores acostumbrados a cruzarse y verse, como mínimo, semanalmente. Por estos días están alojados en la cárcel de Bouwer Sergio Guerrero, Pablo Esnaola y Carlos Moreno, acusados de pedir dinero y lotes a la esposa de un detenido, que picó el anzuelo de «coimearlos» para lograr la excarcelación de su marido. Un cuarto, imputado pero no detenido, es hijo de Moreno y quien habría comprado un terreno a Guerrero.

El conocimiento de información sensible más la ocasional atención en barandilla y pasillos, hace que quienes trasladan expedientes puedan, a veces, tener acceso a causas judiciales y también a la desesperación de alguna persona, como le sucedió a la víctima de esta historia. La seguidilla de estafas a esta mujer comenzó en mayo de 2021 con un pedido y pago de $ 60.000. A los pocos días se produjo otra entrega de US$ 300. Las mentiras iban desde adelantar la fecha del juicio a mejorar las pruebas o hacer prescribir denuncias en contra del preso. Así, se pactó un tercer pago de $ 80.000 y ya en diciembre de 2021, un cuarto de US$ 500. El dinero habitualmente era pagado en el domicilio del imputado o en la estación de servicios de la intersección de Pueyrredón y Vieytes.

También a finales del 21, justo cuando el marido de la víctima fue condenado a 4 años y 3 meses de cárcel por la Cámara Doce, se concretó una quinta entrega de US$ 1.500, supuestamente para casar la sentencia y aprovechar alguna amistad en el Superior Tribunal de Justicia. Ya en abril de 2022, la desesperanzada mujer le transfirió a Guerrero tres lotes ubicados en el departamento Cosquín. En diciembre último se produjeron otras dos estafas por US$ 300 cada una, totalizando ocho en total. Finalmente, en febrero de este año el pedido para «sobornar» al juez de ejecución penal Cristóbal Laje Ros fue de US$ 8.000. La mujer, harta de estas maniobras, no soportó más tanto desasosiego y concurrió a Tribunales para encontrarse con el propio magistrado. Fue allí que se descubrió el ardid y se presentó la denuncia.

El acervo popular dice que «la tercera suele ser la vencida». Sin embargo en este caso, las mentiras duraron casi dos años, y para la víctima, se triplicó el calvario: recién fue la novena.

Salir de la versión móvil