Una cruz de por vida

El ojo de Horus

Una cruz de por vida

No debe existir dolor más grande para una madre o un padre que la muerte de un hijo propio, y peor aún, si hubiera ocurrido en circunstancias especiales y muy crueles como por ejemplo, un filicidio. Hace algunos días, la Cámara Primera del Crimen condenó a José Alfonso, de 44 años de edad, a dos años de prisión en suspenso y tareas comunitarias en un comedor barrial, por haber sido encontrado culpable del homicidio calificado por el vínculo cometido con exceso en la legítima defensa en contra de su hijo Tomas de sólo 23 años. Este hecho tan trágico ocurrió en diciembre del año 2022 en barrio El Chingolo, en el noreste de nuestra ciudad, y mientras la familia festejaba el nacimiento del nieto del condenado y sobrino del fallecido.

El trasfondo tiene que ver con la maldita droga y la impotencia de muchos padres que no logran impedir que sus hijos se conviertan en adictos descontrolados, y que pasan sus días buscando algún dinero para comprar y seguir consumiendo. Es una batalla tan difícil, con padres desesperados que en algunos casos llegan a denunciar y pedir las detenciones de sus hijos para al menos intentar sacarlos de las calles. Por supuesto, la relaciones entre estos padres hartos y desorientados, e hijos «perdidos por la droga» se convierte en un calvario y a veces puede desembocar en situaciones muy trágicas, como en este caso.

Según la investigación, una discusión provocó que el padre le rompiera la pipa en la que el hijo se disponía a fumar, y muy enojado, el ataque de este con un cuchillo a su progenitor, quien atinó a agarrar un rifle aire comprimido 5,5 y dispararle más por miedo que otra cosa. Lamentablemente el balín le ingresó entre las costillas y le ocasionó un daño mortal. Los facultativos del Hospital Elpidio Torres no pudieron salvarle la vida.

Lo cierto es que todo lo sucedido fue muy doloroso, incluso para este padre que jamás se debe haber representado lo que podía ocurrir manipulando un rifle en un contexto de discusión y forcejeo. El hijo adicto murió, y el padre llevará una cruz de por vida.

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